Voces de los miembros
Esperanza a través de la adversidad
Me llamo Claudio Lico Villa, he sido miembro de la Iglesia durante once años y pertenezco a la Rama Consuelo, Distrito San Pedro, República Dominicana.
Nací en 1982, en la provincia del Seibo, República Dominicana. Cuando tenía tres meses, mis padres me entregaron a mi abuela para que me criara. A los ocho años, dejamos el Seibo y no pude terminar la escuela allí. Unos años más tarde, con muy pocos recursos, empecé a trabajar por necesidad y por el deseo de ser independiente. Aunque esto fue mucho antes de unirme a la Iglesia, los principios de autosuficiencia quedaron grabados en mi corazón.
“El Señor ha declarado: ‘Es mi propósito abastecer a mis santos’ (D. y C. 104:15). Esa revelación es una promesa del Señor de que Él le proveerá bendiciones temporales y abrirá la puerta de la autosuficiencia, que es la capacidad de proveernos los elementos indispensables para sostener nuestra vida y la de los miembros de nuestra familia”.
Sabía que quería ser independiente y que podía serlo. Tenía que trabajar. A los catorce años, comencé a trabajar en un molino para poder mantenerme y ayudar a mi abuela, quien se había convertido en mi madre y me dio todo el amor del mundo. Terminé la escuela secundaria y comencé mi primer negocio, buscando cualquier artículo que pudiera vender en la calle, en mi vecindario. Eventualmente, pude vender platos y utensilios de mesa. Unos años más tarde, después de trabajar con un amigo en su salón de belleza, comencé mi propio salón de belleza.
A los veintisiete años, me diagnosticaron cáncer ocular. Cuando pensé que todo estaba perdido y sin ningún propósito para vivir, dos misioneros vinieron a mi casa. Siempre había sido temeroso de Dios, así que escuché las lecciones. Luché para tomar una decisión, pero después de tres meses fui bautizado. Mi vida con esta enfermedad no ha sido fácil. Camino con mi bastón a todas partes. Continúo con medicación y tratamiento. Me he mantenido fiel a lo que he llegado a conocer como los principios de autosuficiencia del Señor. Me mantengo con un negocio de venta de sábanas y artículos para el hogar, además de la ayuda del Gobierno y de los generosos miembros de nuestra Iglesia.
Puedo decir hoy, que mi fuerza proviene del conocimiento que tengo de Jesucristo. Agradezco a esos misioneros que vinieron a mí. La Iglesia es mi familia. Invito a todos a conocer a Jesucristo, quien trae esperanza y amor a nuestras vidas.