Voces de los miembros
Un trayecto iluminado por la luz del Evangelio
Crecí con las enseñanzas del Evangelio. Mi madre, con devoción, se esforzó siempre por enseñarnos y guiarnos a mis hermanas y a mí a través de los lugares santos y seguros que proporciona el Evangelio de Jesucristo y Su Iglesia.
Mi niñez estuvo marcada por las lecciones valiosas de mi madre, quien nos instó a buscar nuestra propia luz mediante decisiones personales.
El deseo de servir al Señor se arraigó en mí por medio de un testimonio cultivado con dedicación durante las noches de hogar. A través de figuras y principios esenciales del Evangelio, mi madre nos enseñó la importancia de saber que Jesucristo es nuestro Salvador, que el Evangelio se restauró a través del profeta José Smith, que el Libro de Mormón es otro testamento de Jesucristo y que, junto con la Biblia, testifican de Él.
Reconozco con gratitud que hoy día contamos con un profeta para la humanidad, que recibe revelación directa del cielo para nuestro progreso espiritual. Entiendo el sagrado poder del sacerdocio, otorgado por Dios al hombre, para actuar en Su nombre y bendecir a las familias por la eternidad mediante los convenios y ordenanzas realizadas en los santos templos.
Recuerdo con cariño un dibujo que realicé a los siete años, representándome como un misionero tan alto como los edificios. Mi corazón rebosa de felicidad pues recientemente fui llamado a servir en la Misión Guayaquil Ecuador Este.
Ahora, reflexiono sobre el gran compromiso que tengo de llevar estas verdades a mis hermanos. Me siento feliz de ser parte de este gran ejército de Dios.