Liahona
Nuestra columna de luz
Enero de 2025


Voces de los miembros

Nuestra columna de luz

En una noche de hogar, con mi familia decidimos elegir los discursos de la conferencia general como tema central. Hace treinta años recibí a los misioneros, yo estaba un poco renuente, pero al enseñarme acerca de la Primera Visión, me pareció ver brillar la columna de luz que se veía en aquella imagen que me mostraron. Cuán grande fue mi felicidad al sentir la certeza de la veracidad de lo que me estaban enseñando. Desde ese momento la Primera Visión pasó a ser muy significativa para mí, es mi certeza de la bondad de mi Padre Celestial.

Por esto, para aquella noche de hogar, elegí el discurso del élder Alexander Dushku, de los Setenta, titulado “Columnas y rayos”. Allí, él entrega una maravillosa “fórmula” para obtener nuestra propia columna de luz. Pude aprender que nuestras experiencias espirituales y todos aquellos dulces sentimientos que vienen a través del Espíritu, por pequeños que sean, se suman si los recordamos, compartimos y estamos agradecidos por ellos, y se pueden ir convirtiendo en nuestra propia columna de luz. Me encantó saberlo y me ha encantado practicarlo.

En esa noche de hogar, sumé las palabras de mi nieto de quince años, quien me recordó que a los nueve años le dije que debía orar por las personas que algún día conocería en su misión; desde ese entonces lo ha estado haciendo.

Agregué las palabras de mi bendición patriarcal que prometían que mi madre, a entrada edad, aceptaría el Evangelio; ella fue bautizada cuando tenía casi ochenta años.

También hablé del sellamiento de mi hija menor que se unió en matrimonio eterno hace poco más de un año.

Sumé uno de los más bellos sentimientos que he tenido cuando, en medio de un gran desafío, mi obispo me dijo que si al mirar atrás solo veía en el camino las marcas de mis pasos luchando en soledad, no eran mis pasos, eran los del Salvador que me llevaba en Sus brazos. Sentí una total certeza de la realidad de sus palabras.

De esta manera, podemos buscar recuerdos y sumar cada rayito de luz y ver cómo se forma nuestra propia columna de luz, que nos fortalece, nos abriga, nos da la certeza y la felicidad de poder compartir nuestra luz con los demás.

Tal como dice el élder Dushku en su discurso: “No he visto una columna de luz, pero, al igual que ustedes, he experimentado muchos rayos divinos. A lo largo de los años he intentado atesorar tales experiencias. Descubro que, conforme lo hago, las reconozco y recuerdo incluso más de ellas. […]

“Estos son algunos de mis rayos. Ustedes han tenido sus propias experiencias, sus propios destellos de testimonios llenos de luz. Cuando reconocemos, recordamos y ‘reuni[mos] tod[os]’ esos rayos, algo maravilloso y poderoso comienza a suceder: ‘La luz se allega a la luz’, ‘la verdad abraza a la verdad’. La realidad y el poder de un rayo de testimonio se refuerzan y se combinan con los de otro, y luego con los de otro, y con los de otro más. Línea por línea, precepto por precepto, un rayo aquí y un rayo allá —un pequeño y atesorado momento espiritual a la vez—, crece dentro de nosotros un núcleo de experiencias espirituales llenas de luz. Tal vez ningún rayo por sí solo sea lo suficientemente fuerte o lo suficientemente brillante como para constituir un testimonio completo, pero reunidos pueden convertirse en una luz que la oscuridad de la duda no puede doblegar”.

Nota

  1. Alexander Dushku, “Columnas y rayos”, Conferencia General de abril de 2024.