“Lección 22 — Material de preparación para la clase: Criar a los hijos en rectitud”, La familia eterna: Material para el maestro, 2022
“Lección 22 Material de preparación para la clase”, La familia eterna: Material para el maestro
Lección 22 — Material de preparación para la clase
Criar a los hijos en rectitud
Criar a los hijos para que sean espiritualmente fuertes en el mundo actual puede parecer abrumador. Sin embargo, la promesa del Salvador a los nefitas se aplica a nosotros en nuestros días: “Y todos tus hijos serán instruidos por el Señor; y grande será la paz de tus hijos” (3 Nefi 22:13). Mientras estudias esta lección, considera cómo puedes cumplir con tu “deber sagrado de criar a [tus] hijos con […] rectitud” (“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, LaIglesiadeJesucristo.org).
Sección 1
¿Qué es lo que el Señor espera de mí como padre o madre?
Al principio de esta dispensación, Jesucristo enseñó a los padres sobre su responsabilidad de criar a sus hijos en rectitud. Declaró: “[O]s he mandado criar a vuestros hijos en la luz y la verdad” (Doctrina y Convenios 93:40). Luego, el Salvador amonestó al profeta José Smith y a otros líderes de la Iglesia a que pusieran sus casas en orden y fueran “más diligentes y atentos en el hogar” (versículo 50; véanse los versículos 41–50).
Asimismo, los profetas de los últimos días expresan la necesidad de que los padres sean concienzudos en sus esfuerzos por enseñar el Evangelio en el hogar. También han hecho hincapié en que el aprendizaje del Evangelio debe ser “centrado en el hogar y apoyado por la Iglesia” (David A. Bednar, “Preparados para recibir cuanto fuere necesario”, Liahona, mayo de 2019, pág. 101; véanse también las págs. 102–104).
Mientras prestaba servicio en la Presidencia General de la Escuela Dominical, el presidente Tad R. Callister enseñó:
Como padres, se espera que seamos los principales maestros y ejemplos del Evangelio para nuestros hijos; no el obispo, ni la Escuela Dominical ni las Mujeres Jóvenes ni los Hombres Jóvenes, sino los padres. Como sus principales maestros del Evangelio, podemos enseñarles el poder y la realidad de la Expiación, de su identidad y destino divino; y al hacerlo, proporcionarles un firme cimiento sobre el cual puedan edificar. Al fin y al cabo, el hogar es el ambiente ideal para enseñar el evangelio de Jesucristo (Los padres: Principales maestros del Evangelio para sus hijos”, Liahona, noviembre de 2014, págs. 32–33).
Después de hacer referencia a esos versículos, la hermana Cheryl A. Esplin, ex Consejera de la Presidencia General de la Primaria, comentó:
Enseñar a nuestros hijos a comprender es más que solo impartir información. Es ayudar a nuestros hijos a que la doctrina penetre su corazón de manera tal que sea parte intrínseca de su ser y se refleje en su actitud y comportamiento a lo largo de la vida (véase “Enseñar a nuestros hijos a comprender”, Liahona, mayo de 2012, pág. 10).
Durante su servicio en la Presidencia General de la Primaria, la presidenta Joy D. Jones enseñó:
No podemos esperar a que la conversión sea algo que simplemente les suceda a nuestros hijos. La conversión accidental no es un principio del evangelio de Jesucristo. El llegar a ser como nuestro Salvador no sucederá al azar. Amar, enseñar y testificar en forma deliberada pueden ayudar a los niños a sentir la influencia del Espíritu Santo a una edad temprana. El Espíritu Santo es esencial para el testimonio de nuestros hijos y su conversión a Jesucristo. Queremos que ellos “siempre se acuerd[e]n de él, para que puedan tener su Espíritu consigo” [Doctrina y Convenios 20:79] (“Conversaciones esenciales”, Liahona, mayo de 2021, págs. 12–13).
Sección 2
¿Qué prácticas pueden ayudarme a conducir a mis hijos al Salvador?
Nefi y su pueblo procuraron activamente ayudar a sus hijos a aprender sobre el Salvador.
El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dio consejos para guiar a los padres a ayudar a sus hijos a aprender sobre Salvador y de Él:
¿Hay láminas o cuadros del Salvador en nuestro hogar? ¿Hablamos con nuestros hijos a menudo de las parábolas de Jesús? “Las historias de Cristo [son] como un viento que aviva las brasas de fe en el corazón de nuestros hijos y nuestras hijas” [Neil L. Andersen, “Dime la historia de Cristo”, Liahona, mayo de 2010, pág. 108]. Cuando sus hijos les hagan preguntas, de manera deliberada consideren enseñar lo que enseñó el Salvador. Por ejemplo, si un hijo les pregunta: “Papi, ¿por qué oramos?”. Podrían responder: “Es una buena pregunta. ¿Recuerdas cuando Jesús oraba? Hablemos de por qué oraba y de cómo lo hacía” (“Hablamos de Cristo”, Liahona, noviembre de 2020, pág. 89).
El consejo que el profeta Moisés dio a los padres israelitas puede aplicarse a nosotros: “[Y] se [los] repetirás a tus hijos [los mandamientos] y les hablarás de [ellos] estando en tu casa, y andando por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7).
La presidenta Jones reflejó el espíritu del consejo de Moisés cuando enseñó:
[Una] clave para ayudar a los hijos a llegar a ser resistentes al pecado es comenzar a muy temprana edad a enseñarles con amor las doctrinas básicas y los principios del Evangelio —de las Escrituras, los Artículos de Fe, el folleto Para la Fortaleza de la Juventud, las canciones de la Primaria, los himnos y nuestros testimonios personales— que los guiarán al Salvador.
El crear hábitos constantes de orar, estudiar las Escrituras, hacer la noche de hogar y de adorar en el día de reposo llevan a la integridad, a la constancia interior y a los valores morales fuertes; en otras palabras, a la fortaleza espiritual […].
Hermanos y hermanas, tengan a sus pequeñitos cerca, tan cerca que vean su comportamiento religioso diario y los observen guardar sus promesas y convenios. “Los niños son grandes imitadores, así que démosles algo grande que imitar” [anónimo] (“Una generación resistente al pecado”, Liahona, mayo de 2017, págs. 88–89).
Sección 3
¿Qué puedo hacer si un miembro de mi familia se desvía del camino del Evangelio?
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
Una de las mayores penas que puede sufrir un valiente padre en Sion es la de un hijo que se aparta del sendero del Evangelio. Preguntas como: “¿Por qué?”, “¿Qué hice mal?” o “¿Cómo podemos ayudar ahora a este hijo?”, están constantemente en la mente y el corazón de estos padres (véase “Padres fieles e hijos descarriados: Cómo mantener la esperanza mientras se superan los malentendidos”, Liahona, marzo de 2014, pág. 28).
Lehi y Saríah comprendían la angustia que se produce cuando los hijos se desvían del camino del Evangelio.
Fíjate cuán tiernamente Lehi predicó o enseñó a sus hijos. El élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó sobre las formas en que podemos responder si un miembro de la familia se desvía del camino del Evangelio:
Tal vez no entendamos todas las razones por las que algunas personas han tomado otro camino. Lo mejor que podemos hacer en esas circunstancias es simplemente amarlos y abrazarlos, orar por su bienestar y buscar la ayuda del Señor para saber qué hacer y qué decir. Regocíjense sinceramente por sus éxitos; sean sus amigos y busquen lo bueno en ellos. Nunca debemos perder la esperanza en ellos, sino preservar nuestros lazos con ellos. Nunca los rechacen ni los juzguen equivocadamente. ¡Simplemente ámenlos! La parábola del hijo pródigo nos enseña que cuando los hijos vuelven en sí, a menudo desean volver a casa. Si eso sucede con sus seres queridos, llenen su corazón de compasión, corran hacia ellos, échense sobre su cuello y bésenlos, tal como lo hizo el padre del hijo pródigo [véase Lucas 15:20].
Por último, sigan viviendo una vida digna, sean un buen ejemplo para ellos de lo que creen y acérquense más a nuestro Salvador Jesucristo. Él conoce y comprende nuestras penas y dolores profundos, y bendecirá sus esfuerzos y su dedicación hacia sus seres queridos, si no en esta vida, en la venidera (“¿Cómo puedo entender?”, Liahona, mayo de 2019, pág. 8).