“Lección 26 — Material de preparación para la clase: Cómo reconocer y sanar del abuso o maltrato”, La familia eterna: Material para el maestro, 2022
“Lección 26 — Material de preparación para la clase”, La familia eterna: Material para el maestro
Lección 26 — Material de preparación para la clase
Cómo reconocer y sanar del abuso o maltrato
El abuso o maltrato es un pecado grave. Los profetas y Apóstoles han advertido que “las personas que […] maltratan o abusan de su cónyuge o de sus hijos […], un día deberán responder ante Dios” (La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, LaIglesiadeJesucristo.org). A medida que estudies esta lección, busca cómo puedes reconocer cuándo está ocurriendo un abuso o maltrato y cómo las personas que han sido afectadas por el abuso o maltrato pueden ser sanadas por el Señor.
Sección 1
¿Qué es el abuso o maltrato?
Nuestras decisiones pueden tener diversas consecuencias para nosotros y para los demás. Lamentablemente, algunas personas utilizan injustamente su albedrío moral para abusar o maltratar a otras personas.
“A menudo no hay una definición única del abuso o maltrato que se pueda aplicar a todas las situaciones. Existe, en cambio, una escala de gravedad en el comportamiento abusivo, la cual va del empleo ocasional de palabras hirientes hasta provocar daños serios” (Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 38.6.2.4, LaIglesiadeJesucristo.org). El abuso o maltrato puede ocurrir por descuido o maltrato de otras personas de forma física, sexual, emocional o económica.
Como menciona una publicación de la Iglesia:
El Señor espera que hagamos todo lo posible para prevenir el abuso y proteger y ayudar a las víctimas. No se espera que nadie padezca un comportamiento abusivo […].
Las víctimas deben tener la certeza de que, sin importar quién abuse de ellas, no son culpables de la conducta dañina de esa persona. La víctima no es culpable (véase Temas del Evangelio, “Abuso o maltrato”, topics.ChurchofJesusChrist.org).
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló de nuestra responsabilidad como discípulos de Jesucristo de abstenernos de abusar o maltratar a los demás, especialmente a los miembros de nuestra familia:
Cuánto mayor cuidado debemos tener los discípulos del Señor Jesucristo […]. En ningún caso debemos ser culpables de ejercer abuso o injusto dominio o coerción inmoral, ni física, emocional, eclesiástica ni de cualquier otro tipo […].
En demasiadas ocasiones, hombres, mujeres e, incluso, niños que de otro modo serían fieles pueden ser culpables de hablar de manera poco amable, incluso destructiva, a aquellos con los que pueden estar sellados por una ordenanza sagrada en el templo del Señor. Todas las personas tienen el derecho de ser amadas, sentir paz y encontrar seguridad en el hogar. Les ruego que todos nos esforcemos por mantener allí esa clase de ambiente. La promesa de ser pacificadores es que tendrán el Espíritu Santo como su compañero constante y las bendiciones fluirán a ustedes “sin ser compelid[as]” para siempre jamás [Doctrina y Convenios 121:46] (“No como el mundo da”, Liahona, mayo de 2021, pág. 37; véase también Efesios 4:29–32).
Sección 2
¿Cómo puedo reconocer si se está produciendo abuso o maltrato?
“Hay señales comunes a las que hay que prestar atención en cuanto a cómo comienza a menudo el abuso y cómo continúa” (“Cómo reconocer patrones que indican la existencia de abuso”, abuse.ChurchofJesusChrist.org). Reconocer y entender estas señales puede abrir la puerta para que el Señor trabaje a través de ti para ayudar a detener el abuso o maltrato, o prevenir situaciones que puedan conducir al abuso o maltrato.
Nunca minimices la gravedad del abuso o maltrato infligido a ti o a otra persona. “Si tú o alguien que conoces han sido abusados, busca ayuda de inmediato de las autoridades civiles, líderes del sacerdocio, servicios de protección infantil o servicios de protección para adultos” (véase “¿En crisis? Habla ahora”, abuse.ChurchofJesusChrist.org). Para obtener más información sobre cómo denunciar el abuso o maltrato, véase “¿Qué debo hacer si sé o sospecho que alguien está siendo abusado?” (abuse.ChurchofJesusChrist.org).
Sección 3
¿Cómo puedo sanar si he sido víctima de abuso o maltrato?
Las víctimas de abuso o maltrato sufren heridas profundas. El dolor y el trauma que han experimentado pueden conducir a problemas mentales, emocionales, espirituales y físicos.
El élder Richard G. Scott, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo:
Si has sido víctima de este abuso, Satanás tratará de convencerte de que no hay solución […]; por lo tanto, su estrategia es hacer todo lo posible para separarte de tu Padre y de Su Hijo. No permitas que Satanás te convenza de que nadie puede ayudarte (“Cómo sanar las consecuencias devastadoras del abuso”, Liahona, mayo de 2008, pág. 41).
El Médico Magistral, Jesucristo, puede brindar esperanza y sanación definitiva a todos los hijos de Dios. El élder Scott enseñó además:
El albedrío moral es un elemento esencial del plan de felicidad de nuestro Padre Celestial. Él sabía que algunos de Sus hijos espirituales utilizarían el albedrío indebidamente, causando serios problemas a los demás. Algunos incluso violarían una confianza sagrada, como en el caso de un padre o un familiar que abusa de una criatura inocente. Ya que nuestro Padre Celestial es totalmente justo, tiene que haber una forma de superar las trágicas consecuencias de este uso tan perjudicial del albedrío, tanto para la víctima como para la persona que comete el delito. La cura definitiva se logra por medio del poder de la expiación de Su Amado Hijo Jesucristo, para rectificar la injusticia. La fe en Jesucristo y en Su poder para sanar proporciona a la persona que ha sido víctima de abuso los medios para superar las terribles consecuencias de los actos indignos de otra persona […].
El proceso de sanar puede comenzar con un obispo o presidente de estaca considerado, o con un sabio consejero profesional. Si tuvieras una pierna quebrada, no te la curarías tú mismo. En casos de abuso grave, la ayuda profesional también resultará beneficiosa. Hay muchas maneras de comenzar a sanar, pero recuerda que la cura completa se logra mediante el Salvador, el Señor Jesucristo, nuestro Maestro y Redentor. Ten fe en que con empeño, Su Expiación perfecta, eterna e infinita sanará tu sufrimiento de las consecuencias del abuso o del maltrato (“Cómo sanar las consecuencias devastadoras del abuso”, págs. 40, 42).
El profeta Isaías habló de la misión y el poder del Salvador para sanar.
Para entender mejor la frase “gloria en lugar de ceniza” (versículo 3), podría ser útil saber que tradicionalmente los israelitas derramaban cenizas sobre su cabeza durante momentos de tristeza o desesperanza. El Señor prometió reemplazar esas cenizas por belleza, o por una corona o un tocado de belleza. Quienes ejercen fe en Jesucristo pueden experimentar ese sagrado don de sanación y amor.
Considera ver el video “El Príncipe de Paz” (2:32) y piensa en cómo Jesucristo puede ayudar a dar paz a las víctimas de abuso o maltrato.
La presidenta Jean B. Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, señaló:
No importa lo que hayamos sufrido, [Jesucristo] es la fuente de sanidad. Aquellos que han experimentado cualquier forma de abuso […], pueden ser todos sanados por el Redentor del mundo. Sin embargo, Él no entrará sin invitación. Debemos venir a Él y permitirle efectuar Sus milagros (“Para que tu gozo sea completo”, Liahona, noviembre de 2017, pág. 86).