Mensaje de las maestras visitantes
Los atributos divinos de Jesucristo: Virtud
Estudie este material con espíritu de oración y procure saber lo que debe compartir. ¿De qué manera el entender los atributos divinos del Salvador aumentará su fe en Él y bendecirá a las hermanas que están bajo su cuidado en el programa de maestras visitantes? Si desea más información, visite reliefsociety.lds.org.
“…deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente; entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios; y la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo” (D. y C. 121:45).
¿Qué es la virtud? El presidente James E. Faust (1920–2007), dijo: “…la virtud, en su sentido más completo, comprende todas las características de la rectitud que nos ayudan a formar nuestro carácter”1. El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008), agregó: “…el amor a Dios es la raíz… de toda virtud, de toda bondad, de toda fortaleza de carácter”2.
En cuanto a las mujeres y la virtud, el élder D. Todd Christofferson, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Las mujeres traen consigo al mundo una cierta virtud, un don divino que las hace expertas en inspirar cualidades tales como la fe, el valor, la comprensión y el refinamiento en las relaciones y en las culturas…
“Hermanas, de todas las relaciones, es la que tengan con Dios, la fuente de su poder moral, la que siempre deben colocar en primer lugar en la vida. Recuerden que el poder de Jesús provino de su resuelta devoción a la voluntad del Padre… Esfuércense por ser esa clase de discípulo del Padre y del Hijo, y la influencia que ustedes tengan nunca se disipará”3.
Otras Escrituras
Salmos 24:3–5; Filipenses 4:8; 2 Pedro 1:3–5; Alma 31:5; Doctrina y Convenios 38:23-24.
De las Escrituras
Hoy en día, mujeres virtuosas, llenas de fe, buscan al Salvador. En Lucas 8, leemos acerca de una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años y no podía ser sanada. Procuró ser sanada cuando “se… acercó [a Cristo] por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante cesó su flujo de sangre… Y Jesús dijo: Alguien me ha tocado, porque yo he percibido que ha salido poder4 de mí”. Esta mujer fiel y virtuosa se postró delante de Él y le declaró:“delante de todo el pueblo” que “le había tocado” y que “al instante había sido sanada”; y Él le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado; ve en paz” (véase Lucas 8:43–48; véase también 6:17–19).
Por medio de Su virtud5, Cristo puede sanar, facultar, fortalecer, consolar y animar cuando escogemos buscarlo con valor y con fe.