2015
Compartir el Evangelio como Juan el Bautista
Junio de 2015


Compartir el Evangelio como Juan el Bautista

Tú puedes ayudar a preparar a las personas para la segunda venida del Salvador, tal como lo hizo Juan el Bautista en Su primera venida.

John the Baptist preaching.

Juan el Bautista predica en el desierto, por Robert T. Barrett.

A diferencia de Juan el Bautista, tú no tendrás que servir en una misión en el “desierto de Judea” (Mateo 3:1); tu ropa no será de “pelo de camello” (Mateo 3:4) y no tendrás que comer “langostas y miel silvestre” (Mateo 3:4). Pero tu objetivo al compartir el Evangelio será el mismo que el de Juan el Bautista: prepararás a las personas para la venida de Jesús al declarar: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2).

La misión de Juan el Bautista era clara: “…preceder al Mesías, para preparar la vía del Señor” (1 Nefi 10:7); pero su misión no fue fácil. El último profeta anterior a él había sido Malaquías, más de 400 años antes. “Sin tener un profeta, la gente empezó a dividirse en partidos y grupos, cada uno de ellos adjudicándose el derecho de interpretar las Escrituras y de dirigir al pueblo. Entre esos grupos, disminuyó el verdadero entendimiento de Jehová”1.

A pesar de los desafíos que había en los tiempos de Juan, multitudes salieron al desierto para escucharlo predicar, y bautizó a muchas personas. Dos de los futuros apóstoles, Juan el Amado y Andrés, llegaron a conocer a Jesús por medio de Juan (véase Juan 1:40).

Compartir el Evangelio en la actualidad es igual de desafiante. La vida moderna ofrece muchas distracciones; las filosofías del mundo hacen que las personas se extravíen; cada vez hay más personas que dejan de vivir de acuerdo con altas normas morales y algunas personas ni siquiera consideran que la religión sea necesaria.

Young man  talking to people

En estas circunstancias, ¿cómo puedes tener éxito al compartir el Evangelio, como lo tuvo Juan el Bautista? A continuación encontrarás algunas lecciones de su vida que pueden serte útiles.

Juan sabía cuál era su misión. Él sabía que había sido llamado para ayudar a las personas a venir a Cristo (véase Lucas 1:16). Cuando Juan vio a Jesucristo, él testificó: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). En lugar de alentar a las personas a seguirlo a él, Juan les ayudó a llegar a ser discípulos de Jesucristo. Refiriéndose al Salvador, Juan dijo: “Es necesario que él crezca, y que yo mengüe” (Juan 3:30).

Juan enseñó los principios básicos del evangelio de Jesucristo. Él enseñó a las personas acerca de la justicia, la misericordia, la honestidad, la moralidad, el ayuno, la oración, el arrepentimiento y la confesión de pecados, el bautismo por inmersión, la resurrección y el juicio (véase Mateo 3; Lucas 3). Se podrían describir sus enseñanzas como se describieron las del Salvador: “Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad” (Marcos 1:22).

Juan vivía de manera distinta a la del mundo. Hay un marcado contraste entre Juan y los maestros del mundo: Juan no era “un hombre cubierto de vestiduras delicadas… que llevan vestidura preciosa… en los palacios de los reyes” (Lucas 7:25); él no bebía “vino ni sidra” (Lucas 1:15). Juan era la “voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor” (Marcos 1:3). Como él enseñaba con el poder de Dios, las personas sentían el Espíritu y se convertían.

Juan era dedicado. Un erudito resumió las cualidades de Juan de esta manera: “Resolución, total dedicación a su llamamiento especial y completa lealtad al Hijo de Dios. Estas características, combinadas con la autoridad de su divino sacerdocio, su valiente disposición y su rectitud personal, hicieron de él uno de los grandes personajes de las Escrituras”2.

A medida que estudies la vida de Juan el Bautista, verás que él era más que la persona que tuvo el privilegio singular de bautizar a Jesucristo; verás que su vida y su misión tenían que ver con preparar a las personas para la venida del Salvador, al igual que lo es la tuya.

Notas

  1. S. Kent Brown y Richard Neitzel Holzapfel, “Los 500 años perdidos: Desde Malaquías hasta Juan el Bautista”, Liahona, diciembre de 2014, pág. 30.

  2. Robert J. Matthews, “John the Baptist: A Burning and a Shining Light”, Ensign, septiembre de 1972, pág. 79.