Hermanas en el Evangelio
La autora vive en el Estado de México, México.
En vista de que reconocía las bendiciones que el Evangelio traía a mi vida, quería compartirlo con mi amiga.
Quiero a mi amiga Lupita como a una hermana. Nos conocimos cuando cursábamos el sexto grado y las dos formábamos parte de la banda de música de la escuela. El siguiente año, nuestra relación se hizo aun más estrecha y realmente comenzamos a depender la una de la otra. Me contó los desafíos que estaba teniendo en casa porque su papá no estaba allí y porque su mamá no podía darle la atención que ella necesitaba. Yo sabía que estaba triste de que sus padres no fueran una parte importante de su vida; se sentía sola, pero siempre me tuvo a mí.
Me siento bendecida de haber nacido en un hogar donde teníamos el evangelio de Jesucristo; ha brindado a mi vida una paz que muchos de mis amigos no tienen. Ya que podía ver las bendiciones que el Evangelio me brindaba, quería compartirlo con Lupita.
Le hablé sobre la Iglesia y la invité a ir conmigo a la Mutual. Ella aceptó y empezó a ir a la Iglesia y a las actividades del barrio conmigo y con mi familia. Le presenté a los misioneros, quienes le enseñaron el Evangelio y la invitaron a bautizarse. Obtuvo un testimonio, y cuando le preguntó a su mamá si se podía bautizar, su mamá le dijo que sí.
El día de su bautismo fue muy especial porque hizo convenios con nuestro Padre Celestial de que lo recordaría y guardaría Sus mandamientos. Ese día le expresé mi testimonio, le dije que ella estaba en el lugar correcto y que seguramente el Padre Celestial estaba orgulloso de ella. Quiero mucho a Lupita y estoy muy contenta de que sea mi amiga y ahora mi hermana en el Evangelio. Sé que su vida será más feliz porque ella y su futura familia disfrutarán de las bendiciones del Evangelio.
Lupita me ha dicho que se siente agradecida porque decidí compartir el Evangelio con ella. Dice que desde que empezó a asistir a la Iglesia, su vida ha mejorado mucho y ha sentido paz. Yo sé que es el Espíritu que le está confirmando la verdad. También dice que algún día se va a casar en el templo. Estoy agradecida a mi Padre Celestial porque encontré a mi amiga y por el gozo que siento cuando comparto lo que es de mayor valor para mí.