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5 formas en las que puedes ayudar a tu obispo a ayudarte
Él hace su mejor esfuerzo, pero a veces necesita una mano.
Te saluda con un firme apretón de manos, se sienta en su lugar designado en el estrado durante la reunión sacramental y sacrifica gran parte de su tiempo para servirte a ti y al Señor.
Él es tu obispo: un líder del sacerdocio a quien Dios ha llamado para presidir tu barrio. Su lista de tareas por hacer nunca está completamente tachada, da consejos a los miembros en su oficina incluso después de haber tenido un largo día de trabajo y se queda en el centro de reuniones horas después de que han terminado las reuniones de la Iglesia para cumplir con todos sus deberes.
Tu obispo puede dar la impresión de tener energía ilimitada, ¡pero liderar un barrio entero puede ser agotador! Se esfuerza por hacerlo lo mejor posible, pero a veces necesita una mano. Aquí hay cinco formas en las que puedes ayudar a tu obispo a ayudarte:
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Ora por él. El llamamiento de obispo puede poner a prueba los límites de su energía mental, espiritual y física. Necesita la fuerza que solo Dios puede dar pero que puede venir gracias a tu fe y tus oraciones (véase Santiago 5:16).
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Tener fe en el oficio. Lo sostuviste como tu obispo, pero tu fe no está puesta necesariamente en el hombre; está puesta en el oficio o llamamiento de obispo y en el Dios que lo llamó y lo sostiene. ¿Cómo puedes demostrar tu fe? Al estar dispuesto a cumplir llamamientos y asignaciones. Cuando te reúnas con tu obispo, ve preparado: habiendo orado, ayunado si es necesario, y vestido apropiadamente para mostrar tu respeto por el Señor. Considera sus consejos cuidadosamente; él representa al Señor.
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Llega a conocerlo. Haz un esfuerzo por llegar a conocerlo. Pregúntale sobre su vida, sus conocimientos y experiencias. Hazle saber que aprecias su servicio y que tienes fe en su capacidad para cumplir su llamamiento. (Véase 1 Tesalonicenses 5:12–13).
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No lo desgastes. Tu obispo desea ayudarte, pero si tienes un problema que podría ser manejado por tus hermanos ministrantes, alguno de los consejeros del obispo o tu presidenta de la Sociedad de Socorro o presidente del cuórum de élderes, acude primero a ellos. ¡Sus llamamientos existen por una razón! Ellos están allí para ayudarte y también para permitir que tu obispo se concentre en las cosas que solo él puede hacer.
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Permítele ser humano. Si bien podría parecer que tu obispo está hecho para su llamamiento, no es perfecto. Él duda de sí mismo y comete errores, pero realmente te ama y da todo lo que tiene para su llamamiento. Sé sincero con él. Cuanto más sepa sobre ti y tu situación, más podrá ayudarte.