2018
Lo que todo obispo quiere que los miembros de su barrio sepan
Octubre de 2018


Lo que todo obispo quiere que los miembros de su barrio sepan

El autor vive en Utah, EE. UU.

A continuación señalo ocho verdades que aprendí durante mi servicio como obispo.

Tuve la maravillosa oportunidad de prestar servicio como obispo. Durante esos años aprendí más lecciones de las que puedo enumerar. Pero si puedo enumerar ocho verdades que aprendí que creo que son universales. Si bien esta lista no lo abarca todo, es mi intención compartir lo que todo obispo espera que los miembros de su barrio sepan.

1. El obispo ama a cada miembro de su barrio de una manera muy real.

family

El amor que un obispo siente por su barrio está conectado con el amor que nuestro Padre Celestial y Jesucristo tienen por cada uno de nosotros. Cuando un obispo mira a los miembros en la reunión sacramental, la compasión y la empatía reposan sobre él de una manera diferente a cualquier cosa que haya experimentado. Cuando un obispo se pone de pie y comparte cuánto ama a los miembros de su barrio, sus sentimientos son sinceros y reales. Sepan que su obispo los ama, se preocupa por ustedes y le importan más de lo que ustedes saben.

2. El obispo es sostenido física, emocional y espiritualmente por la fe y las oraciones de los miembros.

man standing at the pulpit

Un obispo pasa innumerables horas prestando servicio. A menudo pasa muchas horas en la Iglesia los domingos y dedica noches de entre semana adicionales, después del trabajo, a visitar, entrevistar y cuidar a los miembros de su barrio.

El obispo puede hacer esto semana tras semana debido a la fe y las oraciones de los miembros del barrio. Cuando yo recién había sido llamado como obispo, las lágrimas fluían involuntariamente cada vez que oía a un miembro decir en oración: “Bendice al obispo”. Sus oraciones de fe verdaderamente son contestadas y el obispo recibe y siente la influencia sustentadora de esas oraciones. El Señor contesta esas oraciones llenas de fe sobre la cabeza de los obispos de la Iglesia.

3. El obispo a menudo se siente increíblemente poco apto para el llamamiento (incluso después de tres o cuatro años).

man with head in his hands

He conocido muy pocos obispos que sintieron que estaban verdaderamente “preparados” para el llamamiento. Sin embargo, sé que “a quien el Señor llama, el Señor prepara y capacita”1. Si bien un obispo sabe que está siendo preparado y capacitado, también lucha con el sentimiento de que nunca va a cumplir bien el llamamiento. Hará todo lo posible por dar consejos sabios cuando sea necesario, no ofender a las personas y estar en sintonía con el Espíritu, pero a veces se preguntará si está cumpliendo su llamamiento de manera aceptable.

4. El Espíritu de Dios puede obrar a través del obispo cuando asesora a los miembros del barrio.

two men talking

Cuando las personas me preguntan qué es lo que más extraño de servir como obispo, les digo que echo de menos la fuerte influencia del Espíritu que acompaña al manto de un obispo. Ya sea al consolar a aquellos que han perdido a un ser querido, al hablar con quienes están luchando debido a cónyuges infieles o al llamar a las personas al arrepentimiento, el Espíritu que está a disposición de un fiel obispo es el Espíritu de Dios y el espíritu de revelación.

Hace poco, una antigua miembro del barrio me pidió ayuda para resolver algunos problemas personales. Se había mudado a un nuevo barrio y no estaba segura de si quería ir a ver a su nuevo obispo para buscar guía. Compartí con ella lo que he compartido muchas veces desde que me relevaron, que aunque estaba feliz de ayudar, ya no tenía las llaves que un obispo posee, y que esas llaves podían ser cruciales para proporcionar el apoyo que ella necesitaba. Le sugerí que hablara con su obispo. Conversé con ella dos semanas después y me dijo que se había reunido con su obispo y que fue como si él ya supiera cuáles eran sus problemas y cuál era la mejor manera de ayudarla. Si bien el obispo ciertamente es falible, el Señor lo inspira, lo guía y bendice vidas por medio de sus palabras.

5. El obispo es humano; a veces comete errores y, en ocasiones, hace las cosas mal.

man falling

Los obispos, después de todo, son hombres mortales. Tienen imperfecciones, debilidades, preferencias, así como sus propios problemas personales. El Espíritu prepara y capacita al hombre que ocupa el oficio de obispo, pero el obispo sigue siendo un hombre sujeto a los mismos problemas y debilidades a los que todos nos enfrentamos.

Esta comprensión no debe reducir el respeto que le demostramos a su llamamiento o la atención que le prestamos a su consejo. Un obispo es muy consciente de sus debilidades y se esfuerza por superarlas o, al menos, mantenerlas apartadas de su servicio como obispo. A pesar de lo mucho que lo intente, siempre será imperfecto.

6. El obispo siente que nunca puede ver a los miembros del barrio lo suficiente o hacer el bien suficiente.

people talking

Todos los días, un obispo se pregunta a quién más podría o debería haber ayudado ese día. Me hubiera encantado visitar a cada miembro con regularidad, pero tenía un trabajo de tiempo completo, mi familia, el programa de los jóvenes y ciertos miembros del barrio con grandes necesidades. Simplemente, no había tiempo suficiente para ver a todos los miembros de forma regular.

Sin embargo, como obispo, el Espíritu a veces me inspiraba a visitar a cierto miembro que estaba pasando por dificultades. Muchas veces, esas visitas comenzaban con ellos diciendo: “Sabía que vendría”. El Espíritu que sentíamos era a menudo muy poderoso al darnos cuenta ambos de que la visita era una demostración de que Dios contesta las oraciones.

También disfruté siempre del recibimiento que se me brindaba en la puerta de los miembros activos “sin problemas”. Esas buenas personas van a la Iglesia cada semana, sirven fielmente en los llamamientos, no tienen grandes desafíos aparentes y generalmente no reciben visitas de forma regular por parte de los líderes del sacerdocio. Ellos estaban agradecidos de tener un tiempo exclusivo y personal con su obispo. A todos ustedes les digo: “¡Gracias! ¡Sigan adelante! Sepan que su obispo los ama y que los visitaría más si pudiera”.

7. Su obispo real, verdadera y sinceramente necesita que se ministren unos a otros.

man on the phone

Como obispo, cada vez que me decían que un miembro del barrio tenía problemas, siempre preguntaba: “¿Quiénes son los maestros orientadores y las maestras visitantes?”. Esa era una forma de evaluar que las necesidades del miembro serían satisfechas tanto a corto como a largo plazo. El obispo, si actúa sin la ayuda de otros miembros del barrio y de la estaca, tiene recursos limitados. Ciertamente puede visitar a las personas en una crisis, y lo hará. Pero con los recursos disponibles del sacerdocio y la Sociedad de Socorro, su alcance puede extenderse.

Esto es de lo que se trata ministrar. Hay momentos en los que algunos de nosotros olvidamos por qué nos ministramos unos a otros: el Señor nos ha mandado “[amarnos] los unos a los otros” (Juan 13:34). Sepan que su obispo usa la ministración como una forma inspirada de estar “más presente” en la vida de los miembros de su barrio.

8. El obispo desea poder hacerlo todo por su rebaño.

man walking up

En cualquier momento, de día o de noche, ya se trate de una bendición del sacerdocio, de aconsejar a un hijo descarriado o de correr a la escena de un accidente, a él le gustaría hacer cualquier cosa que un miembro necesite. Él no siempre puede hacerlo todo, y puede que no sea la persona adecuada en cada situación, pero no tengan miedo de pedir ayuda cuando la necesiten. Sepan que el obispo está allí para prestar servicio en esos momentos y que ambos son enormemente bendecidos por trabajar juntos.

Me siento honrado por la oportunidad sagrada que tuve de servir en este sagrado llamamiento. En mi servicio, pasé de la creencia al conocimiento. Ya no creo que el Evangelio es verdadero; sé que lo es. Ya no creo que Dios me conoce; sé que Dios es infinitamente consciente de cada uno de nosotros, de nuestra vida diaria y nuestras luchas personales. Además, sé que Él obra a través de Sus siervos, especialmente de aquellos que poseen las llaves del sacerdocio. Sé que no habría podido servir como obispo sin la atención que Dios le pone a esta obra. Es la veracidad del Evangelio y el amor de Dios por Sus hijos lo que permite que cada obispo preste servicio.

Nota

  1. Thomas S. Monson, “Llamados a servir”, Liahona, julio de 1996, pág. 47.