Voces de los Santos de los Últimos Días
La reunión sacramental bendice nuestras vidas
Puede ser que tu día de reposo haya sido especial, que cada uno de los momentos fueron una delicia. Desde la primera oración inspirada hasta el último himno que fortaleció tu corazón y eso te haya hecho sentir feliz de estar en la reunión sacramental ese domingo. O tal vez no, puede que el domingo tengas que lidiar con tu inquieto hijo, con tu bebé enfermo y con muchas responsabilidades más y estás llegando a la capilla cargada y con muchas aflicciones.
Cualquiera que sea la situación, te vas a sentir agradecida de estar ahí y de haber asistido a la reunión sacramental y por un momento estar tomando el pan
y el agua, emblemas con los que renuevas tu convenio con el Padre Celestial de seguir siempre a su hijo el Señor Jesucristo.
La vida de una persona puede cambiar al asistir a la reunión sacramental, pues es uno de los primeros contactos espirituales que se tiene cuando se decide investigar la Iglesia y seguir asistiendo a lo largo de la vida. Esta será una de las bases en nuestro camino al convertirnos en discípulos de Jesucristo.
Desde niña asisto a la reunión sacramental y he tenido experiencias maravillosas, singulares y únicas, fortalecedoras y agradables como cuando era mujer joven, fantásticas como cuando fui misionera, complicadas y difíciles ahora que soy madre. Pero cada una me acerca y me inspira a estar del lado correcto y acercarme a mi Salvador. El solo saber que estoy donde el Señor quiere, aligera mis cargas y llena de solaz mi corazón.
Sé que este evangelio es verdadero y agradezco a cada poseedor del sacerdocio por repartir y bendecir la Santa Cena para mí todos estos años.