Voces de los Santos de los Últimos Días
Viviendo el Progreso Personal, cumpliendo el llamado de ministrar
Al cumplir 16 años Michelle E., una jovencita de El Salvador, decidió experimentar un verdadero cambio en su vida. Michelle deseaba desarrollar hábitos espirituales que la fortalecieran en su futuro, por lo que se comprometió a completar las metas del programa “El Progreso Personal”.
Cuando llegó el momento de elegir el proyecto del valor “Buenas Obras”, Michelle tenía el deseo de prestar servicio, por lo que acudió a la oración para decidir qué hacer. Como respuesta sintió la fuerte impresión de consultar a su presidenta de las Mujeres Jóvenes, quien con mucho amor le instó a ponerse a disposición de la presidenta de la Sociedad de Socorro.
Michelle siguió el consejo de su líder, y busco a la presidenta de la Sociedad de Socorro. Al conversar con ella obtuvo la respuesta que buscaba: “La hermana Gutiérrez a veces no asiste a la capilla, ya que no hay nadie que pueda traerla desde su casa. Vive sola y tiene dificultades para caminar por su avanzada edad. ¿Podrías acompañarla desde su casa a la capilla para que asista a las reuniones del domingo?” le preguntó la presidenta de la Sociedad de Socorro.
El domingo siguiente, Michelle se levantó a las seis de la mañana, se puso su ropa de domingo y se dirigió a la casa de la hermana Gutiérrez. Cuando por fin llegó, Michelle tomó con gentileza el brazo de la frágil hermana y comenzaron la caminata, con mucha calma y a un ritmo lento llegaron a la capilla, justo a tiempo para las reuniones poco antes de las nueve de la mañana.
Pasaron los meses y domingo a domingo continuaba acompañando a la hermana Gutiérrez a las reuniones, aunque ya había cumplido con el tiempo que requería el proyecto. Este pequeño acto de amor tuvo un efecto positivo en sus amigas de las Mujeres Jóvenes, ya que muchas de ellas se sintieron motivadas a prestar servicio de la misma manera.
Michelle se dio cuenta de que el proyecto de buenas obras en el que estaba encaminada tenía que ver todo con el llamado de “ministrar” que el presidente Russell M. Nelson dio en la última conferencia general. Ministrar tiene como fundamento la doctrina del amor, ministrar significa cuidar y servir.
Michelle estaba tan comprometida en ayudar, y en su corazón existía un interés genuino por los demás. Un domingo la hermana Gutierrez enfermó y no pudo ir a la Iglesia, entonces Michelle acudió a los misioneros para que le dieran una bendición y cuidó de la hermana.
Al terminar ella expresa: “disfruté mucho este proyecto porque me sentí bien conmigo misma. Dejé de pensar en mis problemas y comprendí que al prestar servicio a los demás, empezamos a compartir el amor que nuestro Padre Celestial nos tiene a cada uno de nosotros y eso nos hace ver la vida de manera distinta”. El ajuste del presidente Nelson sobre ministrar es exactamente eso: preocuparnos por los demás.
Finalmente, Michelle dice: “estos años en las Mujeres Jóvenes me han enseñado que El Progreso Personal me da valor para enfrentar mis miedos, ha cambiado de una manera increíble mi vida. A veces leo y a recuerdo mis metas ya cumplidas y me doy cuenta de que he desarrollado una fortaleza espiritual y me ha hecho sentir que soy una hija de Dios y que Él manda estos programas inspirados para que recordemos nuestro valor y que Él nos ama”.