Voces de Miembros
Mi misión de Historia Familiar
Trabajar por nuestros antepasados nos hace sentir un gozo inmenso.
A mis 35 años tuve la oportunidad de servir una misión de servicio en el departamento de Historia Familiar. Fue una experiencia extraordinaria donde me acerqué más a mis antepasados y ayudé a otros a hacer lo mismo.
Creía que ya era tarde para mí el ser un misionero, no tuve la oportunidad de servir a los 19 años. No obstante, cuando recibí la invitación de la estaca, no dudé en integrar las filas de misioneros adultos.
Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días creemos fielmente que las familias pueden ser eternas, gracias al poder sellador del sacerdocio. Es por eso que trabajamos en nuestra historia familiar, ya que mediante la investigación genealógica conocemos a nuestros antepasados.
Serví en un centro de contacto dando soporte a las personas. En una oportunidad tuve el privilegio de ayudar a una persona mayor a agregar los nombres de sus antepasados a su árbol familiar. Fue un día de mucha felicidad para ambos. Es algo sencillo para algunos, pero todo un desafío para otros.
El trabajo de historia familiar es una experiencia celestial, se participa en el recogimiento de Israel y se cumple la misión de Elías, donde haría volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres (Malaquías 4:6).
La vida es efímera. Aprovechemos el tiempo para mostrar amor a todos aquellos que nos rodean. Trabajar por nuestros antepasados nos hace sentir un gozo inmenso. Nos permite mantenerlos presentes en nuestros árboles familiares y en nuestros corazones.