Liahona
Y ellos no tuvieron miedo
Septiembre de 2024


Artículo de los líderes del Área Caribe

Y ellos no tuvieron miedo

En el Libro de Mormón, leemos las detalladas historias de guerra de un profeta y líder militar llamado Helamán. Él era el mismo Helamán que lideró fielmente a los 2000 jóvenes en batalla. Después de ganar la batalla, Helamán explica cómo estos jóvenes salieron victoriosos porque “[eran] jóvenes, y sus mentes [eran] firmes, y po[nían] su confianza en Dios continuamente” (Alma 57:27). Estos jóvenes, junto con los otros hombres en el ejército de Helamán, continuaron luchando bajo su dirección y siguieron con la tarea de obtener del ejército lamanita la ciudad de Manti (véase Alma 58).

Este no era un objetivo pequeño; el ejército lamanita era mucho más grande y también estaba mejor posicionado para la batalla. Además, el ejército de Helamán carecía de provisiones y fuerza, e incluso cuando Helamán envió un mensaje pidiendo ayuda, nadie acudió en su auxilio. Él dice: “Esperamos en estas difíciles circunstancias por el espacio de muchos meses, hasta que estábamos a punto de perecer por falta de alimentos” (Alma 58:7). No sabían por qué la ayuda nunca llegó, pero se afligieron y también se llenaron de temor (véase Alma 58:9).

Sin embargo, algo cambió en la forma en que Helamán decidió seguir adelante en medio de tales circunstancias difíciles. Él dice: “Por lo tanto, derramamos nuestras almas a Dios en oración, pidiéndole que nos fortaleciera y nos librara de las manos de nuestros enemigos, sí, y que también nos diera la fuerza para retener nuestras ciudades, nuestras tierras y nuestras posesiones para el sostén de nuestro pueblo” (Alma 58:10). En medio de su prueba, Helamán decidió arrepentirse y acudir a nuestro Padre Celestial en busca de liberación.

A menudo, pensamos en el arrepentimiento como un paso doloroso o vergonzoso que debemos seguir después de haber cometido un pecado. Pero el arrepentimiento es un don, es la capacidad de cambiar nuestra comprensión y desarrollar una nueva perspectiva sobre Dios, sobre nosotros mismos y sobre el mundo. Sin el arrepentimiento no podemos avanzar. Sin él, no podemos realmente abandonar nuestras formas naturales y así depositar nuestra confianza completa en Aquel que tiene todo el poder para liberarnos (véase Guía para el Estudio de las Escrituras, Arrepentimiento).

Después de este cambio de corazón, Helamán explica el cambio que tuvo lugar en ellos. Leemos: “Por lo tanto, derramamos nuestras almas a Dios en oración, pidiéndole que nos fortaleciera y nos librara de las manos de nuestros enemigos, sí, y que también nos diera la fuerza para retener nuestras ciudades, nuestras tierras y nuestras posesiones para el sostén de nuestro pueblo” (Alma 58:12).

Helamán continúa explicando la estrategia que emplearon para luchar y para conquistar la ciudad de Manti, y lo hicieron sin derramamiento de sangre. Sus circunstancias no cambiaron. El Señor no los sacó de su situación y la ayuda nunca llegó, pero Él les dio la valentía y la esperanza que necesitaban para enfrentar sus pruebas. Helamán explica: “No sabemos el motivo por el cual el gobierno no nos concede más fuerzas […]; no es nuestro deseo murmurar […]. Mas he aquí, no importa. Confiamos en que Dios nos librará, no obstante lo débiles que estén nuestros ejércitos, sí, y nos librará de las manos de nuestros enemigos” (Alma 58:34–35, 37).

Cuando era una joven madre, recuerdo preguntarme por qué el Libro de Mormón tenía tantos relatos de guerras e incluso dudaba al leerlos a mis hijos. No obstante, con el paso de los años he llegado a ver cómo el Libro de Mormón fue escrito para nuestros días y estos capítulos proporcionan mucha perspicacia y orientación para nuestras vidas hoy en día. Estamos constantemente en guerra, luchamos contra los males de este mundo, luchamos contra la inseguridad y la injusticia, luchamos contra el hambre, luchamos contra nuestro propio hombre natural e incluso luchamos contra nuestras propias prisiones mentales. A veces podemos encontrarnos cayendo de rodillas en desesperación cuando la oscuridad del mundo conspira contra nosotros.

Como Helamán y su ejército, puede que luchemos para encontrar nuestro camino y preguntarnos por qué no estamos recibiendo la ayuda que buscamos. Pero nosotros también podemos arrepentirnos y elegir “acordar[nos] del Señor [nuestro] Dios de día en día; sí, esforzar[nos] por obedecer sus estatutos y sus juicios y sus mandamientos continuamente; […] [porque nuestra] fe es fuerte en las profecías concernientes a lo que está por venir” (Alma 58:40).

Continuaremos escuchando a nuestra fe más que a nuestros miedos. Buscaremos sanación, conocimiento y comprensión. Continuaremos orando y enseñando a nuestros hijos a orar. Y cuando fallemos, no nos desanimaremos, sino que utilizaremos el maravilloso don del arrepentimiento para cambiar, aprender y crecer. Continuaremos compartiendo el mensaje del Evangelio, continuaremos marchando hacia los templos y obteniendo las bendiciones que se nos han prometido, continuaremos “llora[ndo] con los que lloran; sí, y […] consola[ndo] a los que necesitan de consuelo, y s[iendo] testigos de Dios en todo tiempo” (Mosíah 18:9). Nuestras mentes son firmes y nuestra confianza está en Dios. No tendremos miedo, sino que permaneceremos con esperanza en días mejores por venir, porque sabemos a quién servimos.

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