Voces de los miembros
Objetivos eternos entrelazados
Nuestra fe en Cristo se ha fortalecido, hemos vivido milagros y el mayor de ellos ha sido ver a más hijas e hijos de Dios entrar en la senda de los convenios.
La vida nos da dulces experiencias cuando entrelazamos nuestros deseos con los de Cristo. Él nos preparó la senda para lograr vivir una de las ordenanzas más bellas en esta tierra: nos permite regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial como familias.
Nos sellamos como matrimonio en el Templo de San José, Costa Rica, un 6 de abril y justamente un 6 de abril nos dimos cuenta de que recibiremos a una de las bellas hijas de nuestro Padre Celestial en esta tierra y que ¡tendremos el honor de ser sus padres!
Pese a que aún está en el vientre, desde ya invitamos a nuestra hija Alana Isabella a venir a Cristo. Cada mañana le ponemos el himno “Soy un hijo de Dios”, leemos las Escrituras juntos y le recordamos cuánto la amamos y, especialmente, cuánto la ama nuestro Padre Celestial, Jesucristo y el Espíritu Santo.
Estamos muy emocionados y agradecidos porque Alana Isabella nacerá dentro del convenio del sellamiento, lo que nos brinda una esperanza más perfecta en el Evangelio sempiterno de Jesucristo y sus promesas de ser una familia eterna, que sabemos que se cumplirá, después de hacer nuestra parte.
En el transcurso de estos diez años de matrimonio nuestra fe en Cristo se ha fortalecido, hemos vivido milagros y el mayor de ellos ha sido ver a más hijas e hijos de Dios entrar en la senda de los convenios por medio del bautismo, y luego verlos asistir al templo para hacer ordenanzas por sus antepasados.
Nuestro objetivo como matrimonio es seguir siendo instrumentos en las manos de nuestro Salvador y Redentor, ayudando en el recogimiento de Israel en ambos lados del velo, como obreros seguimos experimentando el mayor gozo que podemos sentir al ver a más familias sellarse en el santo templo y perseverar por la senda que Cristo nos muestra.
Sabemos que, si seguimos adelante con fe en Jesucristo deleitándonos en conocer y obedecer Sus mandamientos, podremos vivir como familia junto a Él y nuestro Padre Celestial de eternidad en eternidad. Saber y experimentar esto cada día, hace que todo esfuerzo valga la pena y nos impulsa a ser más como Cristo.
Amamos a nuestro Salvador Jesucristo y sabemos que la senda de los convenios es el único camino verdadero que nos habilita a seguir entrelazando nuestros deseos con los de nuestro Padre Celestial de regreso a Su presencia.