2 Corintios 7
La tristeza que es según Dios
Pablo enseña que “la tristeza que es según Dios” es necesaria a fin de que se produzca el verdadero arrepentimiento (2 Corintios 7:10). Cuando estudies 2 Corintios 7, reflexiona en las siguientes palabras del presidente Ezra Taft Benson: “Es muy común ver en el mundo a hombres y mujeres que tienen remordimientos por los errores cometidos; muchas veces eso se debe a que su conducta les causa pesar e infortunio, tanto a ellos como a sus seres queridos; a veces sufren porque los han descubierto y castigado por sus acciones. Esos sentimientos mundanos no son ‘la tristeza que es según Dios’ [2 Corintios 7:10]… La tristeza según Dios es un don del Espíritu; es un claro reconocimiento de que nuestras acciones han ofendido a nuestro Padre, nuestro Dios; es adquirir una vívida conciencia de que, debido a nuestro comportamiento, el Salvador, que estaba libre de todo pecado, Él, el más grande de todos, padeció la agonía y el sufrimiento, porque fue por nuestros pecados que sangró por cada poro. Es esa aflicción mental y espiritual que sufrimos a lo que las Escrituras se refieren cuando dicen ‘los de corazón quebrantado y de espíritu contrito’ [D. y C. 20:37], y ese estado espiritual es el requisito absolutamente necesario para que tenga lugar el verdadero arrepentimiento” (“Un poderoso cambio en el corazón”, Liahona, marzo de 1990, págs. 4, 5).
La comprensión de las Escrituras
2 Corintios 7
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Agraviado, agravio (vers. 2, 12)—Ofendido.
El estudio de las Escrituras
Al estudiar 2 Corintios 7, realiza la siguiente actividad.
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Da un consejo
Estudia 2 Corintios 7:8–11 y la cita del presidente Ezra Taft Benson, que aparece anteriormente. Imagínate que trabajas para la revista Liahona y que te han solicitado que escribas una columna en la que se da respuesta a preguntas de adolescentes. Escribe el consejo que darías acerca del arrepentimiento si se te enviaran las tres afirmaciones que aparecen a continuación:
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Y bien, me sorprendieron sacando algo de una tienda sin pagar, pero todos lo hacen. No es un hecho tan grave y es fácil arrepentirse de eso, ¿no?
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Hablé con el obispo. Le dije lo que hice y ahora todo está bien.
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No tengo que decírselo al obispo. Tan sólo oraré con respecto a eso y será suficiente para arrepentirme.
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