Unidad 6: Día 2
Génesis 20–22
Introducción
Después de la destrucción de Sodoma y Gomorra, Abraham y Sara viajaron a la tierra de Gerar, donde Abimelec, rey de Gerar, tomó a Sara, de Abraham. El Señor preservó a Sara mediante un sueño que se le dio a Abimelec. Después de descubrir que Sara era la esposa de Abraham, Abimelec devolvió a Sara a Abraham y les permitió permanecer en su tierra. En esa tierra, Isaac nació como cumplimiento de la promesa que Dios le hizo a Abraham (véase Génesis 17:19, 21). Agar y su hijo, Ismael, son echados de la casa de Abraham al desierto, pero el Señor no los abandona.
Génesis 20
Abimelec es bendecido por obedecer al Señor y honrar a Abraham y a Sara
Piensa en una ocasión en la que recibiste una advertencia. Puede que haya sido cuando eras un niño pequeño y estabas a punto de hacer algo peligroso o cuando eras mayor y alguien te avisó en cuanto a una decisión que estabas tomando. ¿Has recibido alguna vez una advertencia de Dios cuando estabas a punto de cometer un error? ¿Cómo se te dio esa advertencia, o cómo piensas que vendría una advertencia así?
Después de la destrucción de Sodoma y Gomorra, Abraham y su esposa Sara viajaron a la tierra de Gerar. Lee Génesis 20:1–2, para ver qué les pasó a Abraham y a Sara cuando llegaron a Gerar.
Lee Génesis 20:3–7, y busca la advertencia que el Señor le dio a Abimelec. Observa por qué Abimelec pensaba que era inocente de pecado. De esa experiencia, Abimelec aprendió que Dios le avisaría antes de que cometiera un pecado grave. El Señor fue misericordioso con Abimelec al advertirle. Abimelec prestó atención a la advertencia del Señor y vivió.
Al leer la siguiente declaración del presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles, busca una forma en la que el Señor te puede advertir:
“Ningún miembro de esta Iglesia, y eso incluye a cada uno de ustedes, cometerá un error serio sin que primeramente reciba una advertencia por medio de los susurros del Espíritu Santo.
“A veces, cuando han cometido un error, es posible que hayan dicho: ‘Sabía que no debí haber hecho eso. No me sentía bien al respecto’, o tal vez: ‘¡Sabía que debería haber hecho eso; simplemente no tuve el valor de hacerlo!’. Esas impresiones son el Espíritu Santo que intenta dirigirlos hacia el bien o prevenirlos para evitar que sufran daño” (“Cómo sobrevivir en territorio enemigo”, Liahona, octubre de 2012, págs. 34-37).
Como miembro bautizado de la Iglesia, se te ha dado el don del Espíritu Santo. Medita en cuanto a algunas formas en las que el Señor te pueda advertir antes de que cometas un pecado grave. ¿Cuándo has sentido los susurros y los sentimientos que provienen de las advertencias del Espíritu Santo? También puedes recibir advertencias de los profetas, las Escrituras, padres, maestros, asesores y líderes del sacerdocio.
Lee Génesis 20:8–13 para averiguar lo que hizo Abimelec después de recibir la advertencia del Señor.
¿Qué razones dio Abraham para decir que Sara era su hermana? ¿Recuerdas cuando Abraham y Sara tuvieron una experiencia parecida en Egipto?
En algunas culturas antiguas, si un rey se quería casar con una mujer y ella ya estaba casada, el rey podía mandar matar al marido de ella para que él la pudiese tomar como su propia esposa (véase El Antiguo Testamento, Manual para el alumno: Génesis–2 Samuel, [Manual del Sistema Educativo de la Iglesia, 1983], págs. 45–46). Parece que Abraham temía que eso le sucediera a él. También podría haber estado confiando en las instrucciones que el Señor le había dado cuando Abraham y Sara tuvieron una experiencia parecida con el faraón de Egipto (véanse Génesis 12:11–15; Abraham 2:22–25).
Lee Génesis 20:-14–17 y fíjate en cómo respondió Abimelec a la advertencia del Señor. Piensa en cuanto a lo que podemos aprender del relato de Abimelec sobre lo que ocurre cuando prestamos oído a las advertencias del Señor.
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Basándote en el relato de Abimelec, completa el siguiente principio en tu diario de estudio de las Escrituras, y después contesta las siguientes preguntas: Cuando prestamos oído a las advertencias del Señor…
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¿Cuándo has oído y obedecido una advertencia del Señor?
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¿Cómo te bendijo la decisión de obedecer la advertencia?
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Génesis 21
Isaac nace y se manda a Ismael y a Agar que se marchen al desierto
¿Alguna vez te ha prometido alguien algo, pero parecía poco probable que la promesa se cumpliera?
Recuerda que el Señor había prometido a Abraham y a Sara que Sara tendría un hijo. Abraham tenía casi 100 años y Sara tenía casi 90 años cuando el Señor hizo esa promesa (véase Génesis 17:1, 15–19).
Lee Génesis 21:1–7 y busca frases que demuestren que Dios guardó Su promesa a Abraham y a Sara.
De este relato, aprendemos el siguiente principio: Dios siempre guarda Sus promesas a los fieles, de acuerdo con Su tiempo.
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Lee la siguiente situación y completa las siguientes asignaciones en tu diario de estudio de las Escrituras:
Tu tía ha anhelado encontrar un justo poseedor del sacerdocio con quien casarse y tener su propia familia. Tiene más de 40 años y no tiene perspectivas de matrimonio. Se pregunta si el Señor la ha abandonado o se ha olvidado de ella.
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Escribe en cuanto a cómo podrías utilizar la experiencia de Sara y de Abraham para consolar a tu tía en esa situación.
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Escribe una o dos situaciones más donde el conocimiento del principio de que Dios guarda Sus promesas a los fieles podría ayudar a alguien.
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Medita en cómo el saber que Dios cumple Sus promesas a los fieles podría influir en las decisiones que tomas.
En Génesis 21:8–21 dice que Sara vio al hijo de Agar, Ismael, burlándose de Isaac y persiguiéndolo (véase también Gálatas 4:28–29). Sara le dijo a Abraham que echara a Agar y a Ismael al desierto. Aunque eso afligió a Abraham, el Señor le instruyó que hiciera tal como dijo Sara y le dijo que Él crearía una gran nación con la posteridad de Ismael. Con el tiempo, Ismael llegó a ser el antepasado principal de gran parte del mundo árabe como cumplimiento de la promesa que se hizo a Abraham (véase Génesis 21:13,).
En Génesis 21:22–34 aprendemos que Abraham y Abimelec continuaron teniendo tratos positivos el uno con el otro.
Génesis 22
Se manda a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac
Escribe tres cosas que tienes en alta estima. Podrías incluir personas, posesiones, actividades u otras cosas.
¿Cómo te sentirías si se te pidiera que renunciaras a las cosas de tu lista? ¿Por qué?
Lee Génesis 22:1-2 para saber qué le pidió el Señor a Abraham que renunciara. Fíjate en la nota al pie a del versículo 1. Tal como se usa en este versículo, la expresión puso a prueba quiere decir que se le estaba sometiendo a determinada situación para comprobar su comportamiento. Recuerda que el Señor le prometió a Abraham que mediante Isaac él llegaría a ser el padre de muchas naciones y que Él establecería Su convenio con Abraham (véase Génesis 17:15–21). Aunque Abraham tenía otro hijo, Ismael, Isaac era el único hijo nacido a Sara, y el hijo con quien el Señor había prometido hacer Su convenio.
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En tu diario de estudio de las Escrituras, enumera palabras y frases de Génesis 22:2 que te ayuden a entender lo difícil que debió haber sido ese mandamiento para Abraham. Después, contesta la siguiente pregunta: ¿Cómo imaginas que se habría sentido Abraham en cuanto a ese mandamiento?
Lee Génesis 22:3 para ver cómo reaccionó Abraham al mandamiento del Señor. ¿Qué es lo que más te llama la atención de la forma en que Abraham reaccionó?
Lee Génesis 22:4–8 para saber lo que Isaac le preguntó a su padre. Observa cómo le contestó Abraham a su hijo. Si lo deseas, marca la respuesta de Abraham.
Lee Génesis 22:9–10 para averiguar lo que hizo Abraham cuando llegaron a la tierra de Moriah.
¿Por qué piensas que Abraham estaba dispuesto a obedecer el mandamiento del Señor de sacrificar a su hijo Isaac?
Lee Génesis 22:11–12 para ver lo que ocurrió después.
¿Cómo te imaginas que se han de haber sentido Abraham e Isaac después de recibir ese mensaje del ángel del Señor? Mediante su disposición a sacrificar a Isaac, ¿qué había demostrado Abraham en cuanto a sus sentimientos hacia Dios?
Fíjate en la palabra temes en el versículo 12 El élder D. Todd Christofferson, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que aunque “la palabra temor generalmente se interpreta como ‘respeto’, ‘reverencia’ o ‘amor’, es decir, temer a Dios equivale a amarle o respetarlo a Él y Su ley”, también deberíamos “amarle y reverenciarle hasta el punto de temer hacer algo que sea malo ante Su vista” (véase “La percepción de lo sagrado”, [Charla fogonera para jóvenes adultos del Sistema Educativo de la Iglesia, 7 de noviembre de 2004]speeches.byu.edu). Si lo deseas, escribe esta explicación en tu ejemplar de las Escrituras.
Utiliza lo que has aprendido de la experiencia de Abraham e Isaac para completar el siguiente principio: Cuando estamos dispuestos a hacer lo que el Señor nos manda, mostramos por Él.
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Dibuja un altar en tu diario de estudio de las Escrituras y deja espacio para escribir encima de éste. Piensa en los mandamientos del Señor. Escribe algunos de esos mandamientos encima del dibujo del altar. Después contesta la siguiente pregunta: ¿En qué forma nuestra disposición a obedecer los mandamientos del Señor le demuestra que lo amamos ?
El élder Neal A. Maxwell, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó por qué es importante que obedezcamos a Dios de buena voluntad: “La sumisión de nuestra voluntad es la única cosa exclusivamente personal que tenemos para colocar sobre el altar de Dios; todo lo demás que le ‘damos’ es, hermanos y hermanas, en realidad, lo que Él nos ha dado o prestado a nosotros. Pero cuando nos sometemos dejando que nuestra voluntad sea absorbida en la voluntad de Dios, entonces, verdaderamente le estamos dando algo. ¡Es la sola posesión exclusivamente nuestra que podemos dar!” (“…Absorbida en la voluntad del Padre”, Liahona, enero de 1996, pág. 25).
Mira la lista de mandamientos que escribiste en tu diario, y medita en cuanto a qué mandamientos obedeces de buena voluntad. Después, piensa en qué mandamientos podrías comenzar a obedecer, o a obedecer de mejor grado para demostrar tu amor por el Señor. Si lo deseas, establece una meta específica de cómo obedecerás al Señor de mejor grado. Si oras para pedir ayuda, Dios te bendecirá en tus esfuerzos.
En Génesis 22:15–24, leemos que el Señor le aseguró a Abraham las bendiciones prometidas en el convenio de Abraham. Más adelante, Abraham aprendió acerca de los hijos nacidos en la casa de su hermano Nacor, incluso una nieta llamada Rebeca, que desempeñarían una importante función en el cumplimiento de las promesas que Dios le hizo a Abraham.
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Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:
He estudiado Génesis 20–22 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: