Unidad 22: Día 2
Job 17–37
Introducción
Tras sufrir gran aflicción, Job se defendió a sí mismo en contra de sus amigos que afirmaban que sus pruebas eran la consecuencia de sus pecados. También testificó de su Redentor. Eliú, uno de los amigos de Job, cuestionó las afirmaciones de inocencia de Job.
Job 17–22
Job responde las palabras de sus amigos y testifica de su Redentor
Al prepararte para estudiar Job 17–31, lee el siguiente relato:
Cuando el presidente Thomas S. Monson era joven, su amigo de quince años y vecino Arthur Patton se enlistó en la marina de los Estados Unidos para servir en la Segunda Guerra Mundial. El presidente Monson recordó:
“La madre de Arthur estaba muy orgullosa de la estrella azul que adornaba la ventana de la sala de estar, ya que le indicaba a todo el que pasaba frente a la casa que su hijo llevaba el uniforme de su patria y que servía activamente. Cuando yo pasaba por su casa, ella solía abrir la puerta y me invitaba a pasar para leer la carta más reciente de Arthur. Los ojos se le llenaban de lágrimas, tras lo cual me pedía que la leyera en voz alta. Arthur lo era todo para esa madre viuda…
“…Mientras estaba en Saipán, en el Pacífico Sur, el barco fue atacado. Arthur, que estaba a bordo, fue uno de los que se perdieron en el mar.
“La estrella azul que estaba en la ventana del frente de la casa de los Patton se quitó de su lugar sagrado y se reemplazó con una dorada, que indicaba que aquel al que representaba la estrella azul había muerto en la batalla. En la vida de la señora Patton se apagó una luz, dejándola en total oscuridad y profunda desesperación.
“Con una oración en el corazón, me acerqué a la conocida entrada de la familia Patton, preguntándome qué palabras de consuelo podrían salir de los labios de un jovencito” (“Señora Patton: La historia continúa”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 22).
¿Qué dirías para consolar a alguien que está sufriendo por la muerte de un ser querido?
Al igual que la señora Patton, podemos vivir momentos en los que sufriremos por la muerte de un ser querido. Además, cada uno de nosotros en algún momento morirá. Conforme continúes tu estudio del libro de Job, localiza verdades que nos puedan ayudar cuando nosotros o nuestros seres queridos enfrentemos la muerte.
Recordarás que en Job 1–2 aprendimos que todos los hijos de Job murieron y que él sufría de dolorosa sarna en todo el cuerpo (véase Job 1:18–19; 2:7).
Lee Job 17:1 para conocer lo que Job dijo acerca de su condición.
¿Qué crees que quiso decir Job cuando dijo “…me está preparado el sepulcro”?
Lee Job 17:15 en busca de la pregunta que hizo Job.
¿Cómo crees que se pudo haber sentido Job cuando preguntó “¿Dónde, pues, estará ahora mi esperanza?”?
Recuerda que en la lección anterior aprendiste que los amigos de Job afirmaban que las pruebas que él afrontaba debían haber sido resultado de su iniquidad. En Job 18, uno de esos amigos, Bildad, habló acerca del estado de los inicuos que no conocen a Dios, insinuando que Job también era inicuo.
Lee la respuesta de Job en Job 19:1–3, 19–22. En el versículo 22, cuando Job dijo “…mi carne”, se refería al estado de su cuerpo o a su sufrimiento.
En tus propias palabras, ¿qué les estaba diciendo Job a sus amigos?
Lee Job 19:23–27 para conocer lo que Job testificó que sabía. Si lo deseas, marca en tu ejemplar de las Escrituras lo que encontraste.
La frase “…después de deshecha ésta mi piel”, en el versículo 26, se refiere a la muerte y la descomposición subsiguiente del cuerpo físico de Job. Nota la frase “…aún he de ver en mi carne a Dios” en ese mismo versículo.
Considera cómo es posible que Job vea a Dios en su cuerpo físico después de haber muerto y de que su cuerpo físico se descompusiera. Job entendía que a causa de la resurrección de Jesucristo, nosotros también resucitaremos.
A medida que leas las siguientes palabras del élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, averigua por qué nuestro testimonio del Salvador y de la resurrección puede darnos esperanza no sólo al enfrentar la muerte, sino también al afrontar otro tipo de pruebas: “La seguridad de la resurrección nos da fortaleza y perspectiva para soportar los desafíos de la vida mortal que enfrenta cada uno de nosotros y cada uno de nuestros seres queridos, como por ejemplo las deficiencias físicas, mentales o emocionales que traemos al momento de nacer o que adquirimos durante nuestra vida mortal. Gracias a la resurrección, sabemos que esas deficiencias de la vida mortal son solamente temporarias” (“Resurrección”, Liahona, julio de 2000, pág. 18).
¿Cómo puede ayudarnos al afrontar pruebas el saber que Jesucristo ha llevado a cabo la resurrección de todo el género humano? Para responder esa pregunta, completa el siguiente principio: Nuestro testimonio del Salvador puede en medio de nuestras pruebas.
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Escribe en tu diario de estudio de las Escrituras acerca de alguna ocasión en la que hayas sido testigo de cómo la fe y el testimonio que alguien tiene en el Salvador le dio esperanza en medio de una prueba.
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Job no sólo tenía un testimonio del Salvador, sino que también deseaba escribirlo, preservarlo y compartirlo con los demás (véase Job 19:23). Registrar y preservar nuestro testimonio puede ayudarnos durante futuros momentos de prueba a recordar las doctrinas consoladoras y de esperanza que sabemos que son verdaderas. En tu diario de estudio de las Escrituras, escribe tu testimonio de Jesucristo y de la Resurrección.
Al inicio de esta lección, leíste acerca del presidente Monson, cuando era un joven, que fue a consolar a la señora Patton después de que murió Arthur, el hijo de ella. Conforme leas la conclusión del relato del presidente Monson, presta atención a lo que sucedió a causa de que él decidió compartir su testimonio del Salvador.
“La puerta se abrió y la señora Patton me abrazó como si fuese su propio hijo. Aquel hogar se tornó en capilla cuando una angustiada madre y un jovencito inseguro se arrodillaron a orar.
“Al ponernos de pie, la señora Patton me miró a los ojos y dijo: ‘Tommy, no pertenezco a ninguna iglesia, pero tú sí; dime, ¿volverá a vivir Arthur?’ Lo mejor que pude, le testifiqué que Arthur en verdad volvería a vivir” (“Señora Patton: La historia continúa”, pág. 22).
El presidente Monson dijo que después de veinticinco años y tras haber perdido contacto con la señora Patton, dio un discurso en la conferencia general titulado “Señora Patton, Arthur vive” (véase, Conference Report, abril de 1969, págs. 126–129). Él recordó:
“Al concluir mi mensaje de hace tantos años, le expresé a la señora Patton mi testimonio personal como testigo especial, diciéndole que Dios nuestro Padre la tenía presente, que mediante sincera oración ella podía comunicarse con Él; que Él también tenía un Hijo que había muerto, sí, Jesucristo el Señor; que Él es nuestro abogado para con el Padre, el Príncipe de Paz, nuestro Salvador y Divino Redentor, y que un día lo veríamos cara a cara.
“Tenía la esperanza de que mi mensaje dirigido a la señora Patton llegara y conmoviera a otras personas que habían perdido a un ser querido.
“…tenía pocas esperanzas o casi ninguna de que la señora Patton escuchara el discurso; no tenía razón para pensar que ella escucharía la conferencia general, porque, como mencioné, ella no era miembro de la Iglesia. Entonces me enteré que había ocurrido algo semejante a un milagro. Sin tener ninguna idea de quién hablaría en la conferencia, o de los temas de los que hablarían, los vecinos de la señora Terese Patton, en California, a donde ella se había trasladado, que eran miembros de la Iglesia, la invitaron a su casa a escuchar una de las sesiones. Ella aceptó la invitación y de ese modo estaba escuchando la misma sesión donde yo me dirigí personalmente a ella.
“…para mi asombro y alegría, recibí una carta… de la señora Terese Patton. Quisiera compartir con ustedes una porción de esa carta:
“‘Querido Tommy:
“‘Espero que no te importe que te llame Tommy, ya que siempre pienso en ti con ese nombre. No sé cómo darte las gracias por el reconfortante discurso que diste.
“Arthur tenía 15 años cuando se alistó en la Marina. Murió el 5 de julio de 1944, un mes antes de cumplir los 19 años…
“Fue maravilloso que pensaras en nosotros. No sé cómo darte las gracias por tus palabras de consuelo cuando Arthur murió, así como en tu discurso. A través de los años he tenido muchas dudas, y tú las has aclarado. Ahora me siento en paz en cuanto a Arthur… Que Dios te bendiga y te cuide siempre’” (“Señora Patton: La historia continúa”. págs. 23–24).
Ese relato puede ayudarnos a ver por qué es importante que compartamos nuestro testimonio del Salvador con otras personas. En espíritu de oración, busca oportunidades para compartir tu testimonio de Jesucristo.
En Job 20–22 leemos que los amigos de Job insistieron que los inicuos no pueden prosperar. Job reconoció que en algunas ocasiones los inicuos prosperan en cuanto a sus posesiones terrenales, pero que finalmente el Señor administrará justicia en el día del Juicio.
Job 23–31
Job enseña cómo lo han beneficiado sus pruebas
En Job 23 leemos que Job enseñó acerca de cómo el Señor lo había bendecido al permitirle afrontar pruebas.
Lee cada uno de los siguientes versículos en busca de lo que se enseña en ellos acerca de los principios que los acompañan. Usa tus propias palabras para completar el principio que se enseña en Job 23:6.
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Job 23:6. Si venimos al Señor en nuestras aflicciones, entonces Él .
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Job 23:10. Nuestras pruebas pueden refinarnos y purificarnos.
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Job 23:16. Nuestras pruebas pueden ablandar nuestro corazón.
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Completa las siguientes asignaciones en tu diario de estudio de las Escrituras:
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Describe una experiencia en la que fuiste fortalecido en tus aflicciones al acudir al Señor.
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Describe una experiencia en la que tus pruebas fueron útiles para refinarte y purificarte.
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Describe una experiencia en la que tus pruebas te ablandaron el corazón o lo hicieron más sensible.
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A lo largo de Job 24–31, los amigos de Job continuaron desafiándolo, y él respondió a sus acusaciones.
Job 32–37
Eliú habla en contra de Job y de sus amigos
En Job 32–37 aprendemos que Eliú, otro de los amigos de Job, habló en contra de Job y de sus otros amigos ya que creía que ellos no habían sido lo suficientemente firmes con Job y que no habían respondido las preguntas de Job. Eliú también analizó algunos de los desafíos que son comunes para todas las personas. Lee los encabezamientos de los capítulos de Job 32–37 para conocer algunas de las enseñanzas de Eliú.
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Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:
He estudiado Job 17–37 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: