Unidad 12: Día 2
Levítico 1–11
Introducción
Después de que los hijos de Israel construyeron el tabernáculo, el Señor reveló a Moisés la manera de ofrecer varios tipos de sacrificios a Él. El libro de Levítico contiene ésas y otras instrucciones. Servía como una especie de manual del sacerdocio para los sacerdotes levitas que administraban esos sacrificios. Esos sacrificios orientaban a los israelitas hacia Jesucristo y hacían hincapié en la necesidad que tenían de confiar en Su sacrificio expiatorio para su salvación y redención. Por tanto, los sacrificios que se describen en Levítico eran tipo y sombra de cosas futuras (véase Alma 34:9–10, 13–14).
Levítico 1–7
El Señor instruye a los israelitas en cuanto a la manera de ofrecer diversos sacrificios
Desde los tiempos de Adán y Eva, la ofrenda de sacrificios ha sido una parte importante de la adoración al Señor (véase Moisés 5:4–8). Levítico 1–3 registra las instrucciones del Señor para algunas de las ofrendas (incluso varios tipos de sacrificios de animales) que los israelitas debían efectuar bajo la dirección de los líderes del sacerdocio, tal y como se establecía en la ley de Moisés. Lee los versículos que aparecen en la primera columna del siguiente cuadro y relaciónalos con las frases que describen varios tipos de ofrendas en la segunda columna. Escribe la letra de la frase en la línea junto a la referencia de las Escrituras. (Las respuestas se encuentran al final de esta lección; véase también Bible Dictionary, “Sacrifices”.)
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Cuando los israelitas reconocían que habían pecado, habían de sacrificar un animal como ofrenda por el pecado. Levítico 4 incluye las instrucciones del Señor para realizar una ofrenda por el pecado.
Imagina que eres un israelita y que has cometido un pecado. Figúrate a ti mismo llevando un animal a los sacerdotes del tabernáculo para que pudiese ser sacrificado de la manera correcta. Lee Levítico 4:4, 27–29 para descubrir lo que tendrías que hacer para realizar una ofrenda por el pecado.
¿Qué crees que podría significar poner las manos sobre la cabeza del animal?
Poner las manos sobre la cabeza del animal simbolizaría, en parte, que el animal se había convertido en sustituto o representante, tal y como Jesucristo fue nuestro sustituto o representante cuando expió nuestros pecados.
¿Qué podría enseñarte el hecho de matar un cordero inocente acerca del Salvador y Su misión de tomar sobre Sí tus pecados?
Después de matarlo, el sacerdote ponía un poco de la sangre del animal sobre los cuernos que estaban en el altar (véase Levítico 4:5–7, 30).
Los cuernos sobre el altar simbolizaban poder. Las Escrituras se refieren al Salvador como el “cuerno de salvación” (Lucas 1:69). Poner la sangre, símbolo de la expiación de Jesucristo, sobre los cuernos del altar, simbolizaba Su poder para salvarnos.
Lee Levítico 4:20, 31 y determina cuál era el propósito de la ofrenda por el pecado.
¿Cómo podía ayudar al pecador la ofrenda por el pecado?
El hecho de sacrificar animales era una semejanza del gran sacrificio que Jesucristo llevaría a cabo para la remisión de pecados. El hecho de sacrificar animales no tenía el poder de limpiar al pueblo de sus pecados, pero su propósito era orientar la mente y el corazón de las personas hacia Jesucristo, quien puede perdonarnos y limpiarnos (véase Alma 34:10–15).
La antigua práctica de las ofrendas por el pecado nos enseña que por medio del sacrificio expiatorio de Jesucristo, podemos ser perdonados de nuestros pecados. Si lo deseas, escribe ese principio en el margen de tu ejemplar de las Escrituras, junto al versículo 20 o 31.
El sacrificio expiatorio de Jesucristo cumplió la ley del sacrificio de animales. Después de Su resurrección, Él dijo a Sus seguidores que sus sacrificios y holocaustos “habían cesado” (3 Nefi 9:19). Sus discípulos ahora debían ofrecer “un corazón quebrantado y un espíritu contrito” (3 Nefi 9:20).
A medida que lees la siguiente declaración del élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, fíjate en lo que dice sobre una ordenanza que el Señor ha proporcionado en nuestros días que puede orientar nuestra mente y nuestro corazón hacia el Salvador:
“Después del sacrificio supremo del Salvador, se hicieron dos ajustes en [la ley de sacrificio]. El primero es que la ordenanza de la Santa Cena reemplazó a la del sacrificio; y el segundo es que ese cambio se centrara, no en el animal de una persona, sino en la persona misma. En un sentido, el sacrificio cambió de la ofrenda al oferente. “…Tras
Su ministerio terrenal, Cristo elevó la ley de sacrificio a una nueva altura… En vez de que el Señor requiera nuestros animales y granos, ahora desea que nos despojemos de toda impiedad. El vivir esta excelsa ley de sacrificio llega hasta el alma misma de la persona. El élder Neal A. Maxwell, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: ‘El verdadero sacrificio personal no ha consistido nunca en poner un animal sobre el altar, sino en la disposición de poner en el altar el animal que está dentro de nosotros y dejar que se consuma’. (‘Absteneos de toda impiedad’, Liahona, julio de 1995, pág. 78).
“…Cuando vencemos nuestros deseos egoístas y ponemos a Dios en primer lugar de nuestra vida, y hacemos convenio de servirle a toda costa, entonces estamos viviendo la ley de sacrificio” (“La ley de sacrificio”, Liahona, marzo de 2002, pág. 17).
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Contesta la siguiente pregunta en tu diario de estudio de las Escrituras: ¿De qué maneras podemos “despojarnos de toda impiedad” u ofrecer al Señor “el animal que está dentro de nosotros”?
Levítico 5–7 ofrece instrucciones adicionales sobre diversos sacrificios. Piensa en cómo puedes hacer tú una ofrenda al Señor al volverte a Jesucristo, arrepentirte de tus pecados y prepararte para participar de la Santa Cena.
Levítico 8–10
Aarón y sus hijos son consagrados delante del pueblo y luego ofrecen sacrificios
Después de que los israelitas hubieron construido el tabernáculo y recibido instrucciones del Señor concernientes a los sacrificios, Él mandó a Moisés que cumpliera Sus instrucciones de consagrar a Aarón y a sus hijos para su servicio como sacerdotes en el tabernáculo (véase Éxodo 29). Levítico 8 describe cómo Moisés obedeció esa instrucción.
Levítico 9 registra que Moisés mandó a Aarón reunir al pueblo y ofrecer sacrificios por sí mismo y por todo Israel. Lee Levítico 9:6 para ver lo que el Señor prometió que sucedería si Aarón y su posteridad efectuaban esas ordenanzas en rectitud por Israel.
Levítico 9:8–22 nos enseña que Aarón ofreció los sacrificios por sí mismo y por el pueblo, tal y como el Señor había mandado.
A medida que lees Levítico 9:23–24 busca qué sucedió después de que el pueblo y sus líderes del sacerdocio habían sido obedientes al Señor al construir el tabernáculo y efectuar las ordenanzas de la manera correcta.
Un principio que podemos aprender del versículo 23 es que cuando los poseedores del sacerdocio cumplen correctamente sus responsabilidades, ayudan a las personas a acercarse al Señor.
En contraste con los poseedores del sacerdocio que cumplieron correctamente con sus responsabilidades, dos de los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, efectuaron sacrificios no autorizados. Como resultado de sus actos, fueron consumidos por fuego del cielo. (Véase Levítico 10:1–2.)
Lee Levítico 10:8–11 para determinar cómo la dignidad personal podía influir en la manera en que los sacerdotes desempeñaban sus deberes. (Fíjate que en el versículo 10, nota a al pie de página, se explica que la frase “discernir entre lo santo y lo profano” significa “distinguir entre lo santo y lo profano [inicuo], y entre lo impuro y lo puro”.)
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Explica en tu diario de estudio de las Escrituras por qué piensas que es importante que los poseedores del sacerdocio procuren ser santos en su vida privada así como cuando desempeñan sus deberes del sacerdocio.
Levítico 10:12–20 incluye instrucciones adicionales que Moisés dio a Aarón y a los dos hijos que le quedaban a éste acerca de cómo desempeñar sus deberes de la manera correcta.
Levítico 11
El Señor revela Sus leyes relacionadas con la alimentación para los israelitas
La ley de Moisés incluía mandamientos relacionados con animales que se consideraban limpios y aptos para el consumo de los hijos de Israel, y aquellos que eran inmundos y no aptos para comerse. En nuestros días, las personas se refieren a estas leyes como leyes kósher (de una palabra hebrea que significa “adecuado” o “apropiado” [véase Bible Dictionary, “Kosher”]). Imagínate que vivías en los tiempos de Moisés y planeabas comer en un restaurante. Utilizando Levítico 11:1–43 como guía, encierra en un círculo los animales que se consideraban “kósher” bajo la ley de Moisés. (Al final de la lección hay una lista de animales cuyo consumo estaba permitido.)
Menú | |||
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Aperitivos |
Platos principales | ||
Cuervo |
Cigüeña |
Lagartija |
Hurón |
Langosta |
Cerdo, beicon |
Camello |
Ratón |
Conejo |
Pulpo |
Águila |
Escarabajos |
Tortuga |
Atún |
Carne de res, filete |
Caracoles |
Los israelitas observaban esas leyes porque el Señor les había mandado que lo hicieran. Aunque el Señor no explicó con detalle las razones por las que dio esas leyes, los israelitas fieles mostraron su confianza y obediencia al Señor al seguirlas aun sin conocer todos los motivos para hacerlo. Hoy en día, algunos grupos de judíos se siguen rigiendo por las leyes kósher en su alimentación.
En la actualidad, nosotros también mostramos fe y obediencia al Señor al obedecer todas las leyes de Dios, incluso las leyes relacionadas con la alimentación. El Señor nos ha dado la Palabra de Sabiduría (véase Doctrina y Convenios 89). Esa ley nos brinda dirección en cuanto a los alimentos que necesitamos comer y las substancias que no debemos dar a nuestros cuerpos.
Lee la siguiente enseñanza del élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, para determinar lo que el Señor nos ha dado que es semejante a las leyes alimentarias que dio a los israelitas: “El Señor dio una instrucción dietética al antiguo Israel, y mucho tiempo después, debido a ‘las maldades y designios’ de los ‘últimos días’ (D. y C. 89:4), nos ha dado una Palabra de Sabiduría adaptada a las circunstancias de nuestra época y acompañada de la promesa de bendiciones propias para nuestra era” (“Timing”, Devocional en la Universidad Brigham Young, 29 de enero de 2002, pág. 3; speeches.byu.edu. Véase también ‘Todo tiene su tiempo’, Liahona, octubre de 2003, págs. 12–13).
De acuerdo con el élder Oaks, ¿cuáles son algunas de las razones por las que el Señor nos ha dado leyes relacionadas con la alimentación hoy en día?
¿Cuáles son algunas de las maldades y los designios de nuestros días que se evitan al obedecer la Palabra de Sabiduría?
Lee Levítico 11:44–45 para descubrir la razón por la que el Señor mandó a los israelitas que no comieran ciertos animales. Ésa es la razón de todos los mandamientos que Dios nos ha dado: Él es santo, por lo que nosotros debemos ser santos.
Si lo deseas, escribe el siguiente principio junto a esos versículos: El seguir los mandamientos de salud que nos da el Señor nos ayuda a llegar a ser santos. Ser santo significa ser reservado para un propósito sagrado y llegar a ser más como el Padre Celestial (véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Santo (adjetivo)”; scriptures.lds.org).
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Contesta la siguiente pregunta en tu diario de estudio de las Escrituras: ¿Cómo te ha ayudado el vivir la Palabra de Sabiduría a llegar a ser más santo?
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Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras, al final de las asignaciones de hoy:
He estudiado Levítico 1–11 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: