Unidad 12: Día 3
Levítico 12–18
Introducción
El Señor dio a los hijos de Israel leyes y ordenanzas que, si seguían, los bendecirían y les permitirían ser limpios de los pecados del mundo. También instruyó a los israelitas con respecto al Día de la Expiación. El Señor volvió a aconsejarles que no siguieran las prácticas inicuas de los egipcios y los cananeos.
Levítico 12–15
El Señor da leyes y ordenanzas concernientes al mandato de llegar a ser limpios
Piensa en alguna ocasión en la que hayas estado sucio físicamente. Reflexiona en esa experiencia a medida que lees el siguiente relato del presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles, quien describió una experiencia en la que fue transportado a través de los Estados Unidos, junto con otros soldados, en los vagones de un tren de carga durante la Segunda Guerra Mundial.
“…en los seis días del viaje no tuvimos mudas de ropa para cambiarnos. El calor era intenso… y el humo y las cenizas de la locomotora hacían el viaje sumamente incómodo. No teníamos dónde bañarnos ni dónde lavar los uniformes. Llegamos a Los Ángeles una mañana —un grupo de soldados sucios y desgreñados— y nos dijeron que al atardecer debíamos volver al tren.
“En lo primero que pensamos fue en la comida; los diez compañeros de nuestro grupo juntamos el dinero de todos y nos encaminamos hacia el mejor restaurante que pudimos hallar.
“Estaba lleno de gente y nos pusimos en una fila para esperar asientos; yo era el primero, y estaba detrás de unas mujeres muy bien vestidas. Sin siquiera darse vuelta, una elegante señora que estaba delante de mí se percató en seguida de nuestra presencia.
“Se volvió y nos miró; al momento, se volvió otra vez y me miró de la cabeza a los pies. Allí estaba yo, con el uniforme arrugado, transpirado, sucio y cubierto de ceniza. Ella exclamó, con un tono de disgusto en la voz: ‘¡Qué barbaridad! ¡Que hombres más sucios!’, y todas las miradas se volvieron a nosotros.
“Sin duda, la señora deseaba que no estuviéramos allí; yo deseaba lo mismo. Me sentí tan sucio como estaba, muy incómodo y avergonzado” (véase “Lavados y purificados”, Liahona, julio de 1997, pág. 9).
¿En qué sentido la forma en que nos sentimos cuando somos espiritualmente impuros es similar a lo que sentimos cuando estamos físicamente sucios?
Al estudiar Levítico 12–18, busca verdades que pueden ayudarte a aprender a llegar a ser limpio de tus pecados.
En las Escrituras, la palabra inmundo se puede referir tanto a la impureza física como a la espiritual. Además, en la ley de Moisés, “la inmundicia se refería a la condición de la persona ceremonial o ritualmente impura” (véase Bible Dictionary, “Clean and unclean”). Por ejemplo, Levítico 12 enseña que las mujeres que dan a luz deben ser declaradas inmundas. Eso no significa que la madre fuera indigna por causa de pecado o maldad, sino que el tiempo de purificación la permitiría recuperarse del alumbramiento. Durante ese tiempo, ella estaba aislada y separada del resto del campamento y una vez que pasaba el tiempo estipulado, llevaba el sacrificio animal apropiado al tabernáculo y después el sacerdote hacía la ofrenda. Después del sacrificio, la madre era declarada limpia y podía volver a entrar en el santuario.
Lee Levítico 13:1–3 para conocer las circunstancias que hacían que una persona fuera inmunda según la ley de Moisés.
En el Antiguo Testamento, el término lepra se refiere a diversos condiciones y enfermedades de la piel. Las instrucciones que se dan en Levítico 13 proporcionaban a los sacerdotes la manera de diagnosticar varios tipos de enfermedades infecciosas de la piel y las pautas para ayudarlos a determinar cuando una persona hubiera dejado de estar infectada y ya no fuera contagiosa.
Lee Levítico 13:45–46 para saber qué se requería cuando una persona tenía lepra.
Aunque las personas diagnosticadas con lepra u otras enfermedades de la piel no necesariamente eran espiritualmente impuras, las leyes en cuanto a la lepra pueden enseñar de manera simbólica sobre el pecado. En el siguiente cuadro, completa la primera frase, que debe decir: La lepra puede ayudarnos a entender cómo es el pecado. (Completarás las otras dos frases a medida que avances en la lección.)
La lepra puede ayudarnos a entender . El sacerdote es como . Las ofrendas son como . |
¿Te has dado cuenta en Levítico 13:46 que a aquellos que tenían una enfermedad en la piel no se les permitía habitar dentro del campamento de Israel? Ese versículo nos ayuda a entender que nuestros pecados nos hacen impuros e incapaces de morar en la presencia de Dios.
Al leer la siguiente declaración del presidente Boyd K. Packer, marca las palabras o frases que te ayuden a comprender mejor la verdad anterior. Él dijo eso después de hablar sobre su experiencia de encontrarse en un buen restaurante vestido con ropa mugrienta:
“…al empezar un serio estudio de las Escrituras, noté que hay referencias a ser espiritualmente limpio; una de éstas dice: ‘…seríais más desdichados, morando en la presencia de un Dios santo y justo, con la conciencia de vuestra impureza ante él, que si vivierais con las almas condenadas en el infierno’ [Mormón 9:4].
“Comprendí eso. Recordé lo que había sentido aquel día en Los Ángeles y saqué en conclusión que ser espiritualmente sucio me traería una vergüenza y una humillación mucho más intensas que las que había sentido entonces. Encontré referencias… que dicen que ninguna cosa impura puede entrar en la presencia de Dios. Aunque me daba cuenta de que esos pasajes no se referían a ropa desaseada ni a manos sucias, decidí que deseaba mantenerme espiritualmente limpio” (“Lavados y purificados”, pág. 9).
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Contesta la siguiente pregunta en tu diario de estudio de las Escrituras: ¿Por qué crees que ninguna cosa impura puede morar en la presencia de Dios? (Puede resultarte útil leer 1 Nefi 15:33 al considerar tu respuesta a esa pregunta.)
Muchas de las condiciones y las enfermedades de la piel que se describen como lepra en Levítico 13 se curaban con el tiempo. No obstante, antes de que a un leproso se le pudiera considerar limpio bajo la ley de Moisés, debía participar en dos rituales que se describen en Levítico 14. Una razón de que se dieran esos rituales era enseñar acerca de la expiación del Salvador y los principios de arrepentimiento.
Lee Levítico 14:1–3 para saber a quién acudió el leproso en busca de ayuda para ser limpio.
¿Cómo podrían los sacerdotes de la época de Moisés ayudarnos a comprender el papel de los líderes del sacerdocio en nuestros días?
En el cuadro anterior, completa la segunda frase de manera que diga: El sacerdote es como el obispo o el presidente de rama.
Levítico 14:4–32 explica que al leproso se le requería llevar al sacerdote dos avecillas, tres corderos, harina y aceite como ofrendas al Señor.
Lee Levítico 14:13–14, 19–20 para descubrir qué se hacía con los corderos que el leproso llevaba al sacerdote.
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En tu diario de estudio de las Escrituras, explica lo que crees que nos enseña el ritual con los corderos acerca del Salvador y lo que hace Su expiación por aquellos que se arrepienten.
En el cuadro anterior, completa la tercera frase de manera que diga: Las ofrendas son como nuestro arrepentimiento.
Un principio que podemos aprender de esos rituales es que, para ser perdonados de nuestros pecados, debemos volvernos al Señor y obedecer las condiciones de arrepentimiento que Él ha dado.
Es importante reconocer que a los leprosos no se les permitía realizar esas ofrendas por sí mismos, sino que era necesario acudir al sacerdote. De modo similar, si comparamos lo que una persona debía hacer para ser declarada limpia de lepra con lo que la persona que ha cometido pecados graves debe hacer para ser perdonada, tal vez algunos pecados requieran que busquemos la ayuda de nuestro obispo. Si una persona ha cometido un pecado grave, como una transgresión sexual o caer en la pornografía, esos pecados se deben confesar al obispo. El obispo posee las llaves de arrepentimiento y puede recibir revelación para ayudar a las personas a través del proceso de arrepentimiento.
En Levítico 14:33–57 aprendemos que el Señor describió los procedimientos para purificar las casas que tuvieran hongos o moho. (En el antiguo Israel, los hongos y el moho simbolizaban también pecado y corrupción.) Levítico 15 contiene leyes, ritos y sacrificios adicionales que se dieron para ayudar a los sacerdotes a saber cómo limpiar otros tipos de impureza.
Levítico 16–18
El Señor da instrucciones a Israel con relación al Día de la Expiación y les manda no seguir las prácticas inicuas de otras naciones
Lee Levítico 16 y busca cuántas veces se menciona la palabra Expiación. Si lo deseas, marca la palabra cada vez que la encuentres.
Levítico 16 describe una ceremonia sagrada que a los israelitas se les mandaba realizar cada año en un día que se llamaba el Día de la Expiación (conocido también por su nombre hebreo Yom Kippur). En ese día, el sumo sacerdote ofrecía sacrificio por todo el pueblo.
Levítico 16:1–6 enseña que a Aarón, quien servía como sumo sacerdote, se le requería cambiar su ropa por sencillos vestidos de lino blanco y ofrecer sacrificio por sí mismo antes de poder entrar en el tabernáculo y efectuar los sacrificios que Dios requería en el Día de la Expiación. (Fíjate en que Aarón servía como sumo sacerdote del Sacerdocio Aarónico. Hoy día, el término “sumo sacerdote” se refiere a un oficio del Sacerdocio de Melquisedec.) Para la siguiente parte de la ceremonia hacían falta dos machos cabríos.
Lee las instrucciones del Señor concernientes a los dos machos cabríos en Levítico 16:15–16, 21–22 y averigua cómo los ritos que incluían a esos dos machos cabríos podían enseñar a los hijos de Israel acerca de la expiación de Jesucristo.
¿Qué nos enseña el rito que se describe en los versículos 15–16 acerca de la expiación de Jesucristo?
¿Qué nos enseña el rito que se describe en los versículos 21-22 acerca de la expiación de Jesucristo?
El segundo macho cabrío de esta ceremonia se conoce también como el macho cabrío de la liberación, ya que era enviado al desierto llevando sobre sí los pecados del pueblo.
Jesucristo representaba simbólicamente los dos machos cabríos que se usaban en el Día de la Expiación. La ceremonia hacía hincapié en la verdad de que la expiación de Jesucristo incluía Su sufrimiento infinito al quitar los pecados del mundo, tomándolos sobre Sí mediante el derramamiento de Su sangre en Getsemaní y sobre la cruz. La Expiación también incluía la resurrección de Jesucristo, la cual permite que todo el género humano resucite y venza la muerte física.
Lee las palabras de la primera estrofa del himno “Asombro me da” y fíjate en cómo se relacionan con lo que has aprendido en esta lección:
Asombro me da el amor que me da Jesús.
Confuso estoy por Su gracia y por Su luz,
y tiemblo al ver que por mí Él Su vida dio;
por mí, tan indigno, Su sangre Él derramó.
Cuán asombroso es que por amarme así
muriera Él por mí.
Cuán asombroso es lo que dio por mí. (Himnos, Nº 118)
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Escribe en tu diario de estudio de las Escrituras tus sentimientos y tu testimonio de Jesucristo y de la Expiación que llevó a cabo por ti.
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Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras, al final de las asignaciones de hoy:
He estudiado Levítico 12–18 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: