“Lección 25 — Material de preparación para la clase: El arrepentimiento y el perdón en la vida familiar”, La familia eterna: Material para el maestro, 2022
“Lección 25 — Material de preparación para la clase”, La familia eterna: Material para el maestro
Lección 25 — Material de preparación para la clase
El arrepentimiento y el perdón en la vida familiar
“Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios” del evangelio de Jesucristo (“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, LaIglesiadeJesucristo.org). Dos de esos principios son el arrepentimiento y el perdón. ¿Qué función han tenido esos principios en tu vida familiar? A medida que estudies este material, considera cómo Jesucristo puede ayudarte en tus esfuerzos por arrepentirte de los agravios o las ofensas que hayas cometido hacia los miembros de tu familia. También considera cómo el Salvador te puede ayudar a perdonar a los miembros de tu familia que puedan haberte ofendido o lastimado.
Sección 1
¿De qué modo puede bendecir mi arrepentimiento a mi familia?
Mientras servía en la Presidencia General de la Primaria, la hermana Cheryl A. Esplin enseñó:
La familia es el taller del Señor sobre la tierra para ayudarnos a aprender y a vivir el Evangelio (“Llenar nuestros hogares de luz y verdad”, Liahona, mayo de 2015, pág. 8).
A medida que nos esforcemos por aprender y vivir el evangelio del Salvador en nuestros hogares, habrá ocasiones en que cometamos errores. Aunque los desacuerdos y las ofensas ocurren en toda familia, eso no significa que los miembros de la familia estén exentos de ser semejantes a Cristo en la forma en que se tratan unos a otros. Más bien, nuestros errores nos dan oportunidades de poner en práctica los principios del Evangelio sobre el arrepentimiento y el perdón en nuestra familia.
El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó qué significa el arrepentimiento:
El arrepentimiento significa un cambio en la mente y en el corazón; dejar de hacer lo incorrecto y comenzar a hacer lo correcto. Produce una actitud renovada hacia Dios, hacia nosotros mismos y hacia la vida en general (“El punto de retorno seguro”, Liahona, mayo de 2007, pág. 100).
El Salvador contó una parábola acerca de un hijo que debía arrepentirse debido a decisiones que le hacían daño a sí mismo y a su familia. Aquel hijo tomó prematuramente su herencia y la desperdició en una vida imprudente. Empobrecido y hambriento, comenzó a trabajar alimentando cerdos, e incluso estaba tan desesperado como para comer la comida de estos (véase Lucas 15:11–16).
El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó acerca de cómo nuestro arrepentimiento puede bendecirnos a nosotros y a los miembros de nuestra familia:
… el arrepentimiento no solo nos cambia a nosotros, sino que bendice a nuestra familia y a los seres queridos. Gracias a nuestro arrepentimiento sincero, cuando el Señor lo considere oportuno, Sus brazos extendidos no solo nos rodearán a nosotros, sino que también llegarán a la vida de nuestros hijos y de nuestra posteridad. El arrepentimiento siempre implica que hay mayor felicidad por delante (“Arrepen[tíos] […] para que yo os sane”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 42).
Mientras servía como miembro de los Setenta, el élder L. Whitney Clayton enseñó cómo la autoevaluación con regularidad y el arrepentimiento inmediato pueden bendecir a los matrimonios. Considera cómo esas prácticas pueden ayudar en todas tus relaciones familiares:
He aprendido que los matrimonios felices se apoyan en el don del arrepentimiento; es un elemento esencial de toda buena relación matrimonial. Los cónyuges que frecuentemente llevan a cabo un honrado autoanálisis, y rápidamente dan los pasos necesarios para arrepentirse y mejorar, gozan de un bálsamo sanador en su matrimonio (“El matrimonio: observen y aprendan”, Liahona, mayo de 2013, pág. 84).
Sección 2
¿Cómo puedo perdonar a un familiar que me haya agraviado?
En la parábola del Salvador del hijo pródigo, el hijo mayor se negó a unirse a la celebración que se realizó en honor al regreso de su hermano menor (véase Lucas 15:25–32). Al igual que aquel hijo mayor, puede que haya ocasiones en las que necesitemos aplicar el siguiente consejo del élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles:
Dejen que las personas se arrepientan; déjenlas progresar. Crean que la gente puede cambiar y mejorar (“‘Remember Lot’s Wife’: Faith Is for the Future” [devocional pronunciado en la Universidad Brigham Young, 13 de enero de 2009], speeches.byu.edu).
Así como puede que haya ocasiones en las que necesites pedir perdón a algún familiar, a veces, podrías necesitar extender el perdón a un familiar que te haya ofendido o lastimado.
Después de citar parte de este pasaje de las Escrituras, el élder Holland explicó:
… es importante que cualquiera de ustedes que viva con verdadera angustia tenga en cuenta lo que [el Salvador] no dijo. Él no dijo: “No se les permite sentir dolor verdadero ni pesar real por las devastadoras experiencias que hayan tenido por culpa de otra persona”. Ni tampoco dijo: “A fin de perdonar totalmente tienes que volver a una relación tóxica, o volver a circunstancias destructivas y de maltrato”. No obstante, a pesar de las ofensas más terribles que nos puedan sobrevenir, solo podemos elevarnos por encima de nuestro dolor al poner los pies en la senda de la sanación real. Tal senda es la senda del perdón que anduvo Jesús de Nazaret, quien nos invita a cada uno de nosotros: “Ven, sígueme” [Lucas 18:22] (“El ministerio de la reconciliación”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 79).
A veces, puede que te sientas reacio o incapaz de perdonar. O quizás sientas que la distancia entre tú y algún miembro de la familia es demasiado grande para que la relación se reconcilie. Considera cómo el siguiente consejo del presidente James E. Faust, de la Primera Presidencia, puede ayudarte en tus esfuerzos por perdonar:
Debemos reconocer y admitir los sentimientos de enojo, lo cual requiere humildad, pero si nos arrodillamos y pedimos al Padre Celestial sentimientos de perdón, Él nos ayudará.
… no es fácil hacerlo y vaciar nuestro corazón de un resentimiento cada vez mayor. El Salvador nos ha ofrecido a todos una valiosísima paz por medio de Su expiación, pero solo la podemos recibir si estamos dispuestos a despojarnos de sentimientos negativos de ira, de rencor o de venganza (“El poder sanador del perdón”, Liahona, mayo de 2007, pág. 69).
El élder Massimo De Feo, de los Setenta, también hizo hincapié en la importancia de centrarse en el Salvador:
Mis queridos hermanos y hermanas, si les cuesta encontrar la fuerza para perdonar, no piensen en lo que otras personas les han hecho, sino en lo que el Salvador ha hecho por ustedes, y hallarán paz en las bendiciones redentoras de Su expiación (“El amor puro: La verdadera señal de todo verdadero discípulo de Jesucristo”, Liahona, mayo de 2018, pág. 82).
El perdón y la sanación pueden tomar tiempo. Sé paciente contigo mismo al procurar la ayuda del Señor y Su don de sanación.