Hermanos para siempre
El autor vive en Iowa, EE. UU.
“Yo quiero heredar el celestial hogar con la mía por la eternidad, por toda la eternidad” (Canciones para los niños, pág. 98).
Seth se balanceaba de un lado al otro en el asiento trasero y cantaba una canción disparatada. Papá dijo: “Seth, por favor tranquilízate; necesito concentrarme mientras conduzco”.
“No puedo tranquilizarme”, dijo Seth. “¡Es simplemente fantástico!”.
Papá sonrió. “Me da gusto que estés tan emocionado por conocer a tu nuevo hermanito”.
Cuando llegaron al hospital, Seth corrió hacia la habitación de su mamá. Él ya sabía cuál era porque su mamá llevaba ahí cinco días. Ella tenía que permanecer en el hospital porque Caleb, el bebé, estaba enfermo, y mamá estaba también un poco enferma. Seth había pedido ver a Caleb un millón de veces, pero mamá siempre le respondía: “todavía no se puede”. Ella dijo que los doctores decidirían el momento en el que Caleb estuviera lo suficientemente fuerte como para recibir visitas.
El doctor les había pedido que fueran hoy. ¡Hoy era el día!
Cuando Seth entró a la habitación de mamá en el hospital, ella ya estaba sosteniendo a Caleb. Seth corrió para ver a su nuevo hermanito. Caleb era pequeñito. Se veía mucho más pequeño que los primos recién nacidos de Seth. Y había algo diferente respecto a su nariz y sus orejas. ¡Se veía como un pequeño duende!
“Hola, cariño” dijo mamá. “Ve a lavarte las manos y después podrás sostener al bebé”.
Seth se lavó las manos con un jabón especial. Subió a la cama del hospital junto a mamá. Ella se inclinó y le dio el bebé. Papá ayudó a Seth a colocar las manos correctamente.
Seth miró a Caleb. Le dijo: “Hola, Caleb. Soy tu hermano, Seth. Vas a dormir en mi habitación, y te puedo mostrar todos mis juguetes, y podemos jugar en el parque”.
Caleb miró fijamente a Seth. Seth pensó que él era el mejor bebé del mundo.
Cuando los brazos de Seth se cansaron, fue el turno de papá para sostener a Caleb. Mamá sostuvo una de las manos de Seth y lo miró a los ojos.
Dijo: “Seth, ¿recuerdas que aprendiste sobre el Plan de Salvación en la Primaria?”.
Seth asintió. Ese había sido un buen día. La hermana López tenía una luna, una estrella y un planeta tierra grande en palos de madera. Seth sostuvo el sol.
“¿Recuerdas que vivíamos en el cielo antes de venir a la tierra y que vamos a regresar al cielo después de morir?”.
Seth asintió nuevamente.
“Caleb sigue muy enfermo. El doctor dice que no vivirá mucho tiempo. Pronto morirá e irá de regreso al cielo”.
Seth miró a mamá. Miró también a Caleb, que estaba en los brazos de papá. Después frunció el ceño. Se le hizo un nudo en la garganta. “Pero, lo amo. Quiero que se quede aquí y compartamos mi habitación y que juegue conmigo. ¿No quiere él quedarse también?”.
La mamá de Seth lo abrazó. “Claro que quiere quedarse con nosotros. Somos su familia, y nos volverá a ver”.
“¿De verdad?”.
Mamá asintió. “Papá y yo nos casamos en el templo. Se nos prometió que nuestra familia podría estar junta para siempre. Tú y Caleb siempre serán nuestros hijos”.
Papá explicó: “Eso significa que Caleb siempre será tú hermano y lo volveras a ver en el cielo”.
Seth estaba triste. También se sentía un poco enojado, pero pensó en que se reuniría con Caleb en el cielo y sonrió un poco. Se estiró y acarició el suave cabello de Caleb. “¿Seremos hermanos en el cielo? Extraordinario”.
Mamá le dio un beso a Seth. “Es extraordinario”.