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Porque Tuve Hambre
Hace unos días, me levanté muy temprano para realizar unos trámites personales y, a las 8:00 de la mañana, tenía mi entrevista de ajuste de diezmos.
Al prepararme para ello, decidí llevarme 2 galletas sodas y una mermelada. Mientras esperaba ser atendida vi que eran las 7:20 am y decidí marcar la espera e ir a mi entrevista. Tenía buen tiempo para llegar puntual, pero mientras caminaba vi dos ancianos, sentados en un escalón, pidiendo dinero. Les di unas monedas y avancé unos pasos, pero percibí una voz en mi mente que decía: “dales tus galletas”. Solo pensé que llegaría un poco tarde a la entrevista, y no tenía más dinero para comprar algo y comer, pero aun así, decidí sentarme con ellos y compartir mis alimentos.
También llevaba un poco de agua que ellos bebieron. Me sentí tan feliz al verlos comer con tanta emoción mientras la abuela me decía: “gracias hija, me hacía falta”. Les dije que solo agradezcan a Dios pues Él siempre se acuerda de nosotros. Les di una sonrisa y al alzar la mirada, vi que varias personas traían jugo, panes y empanadas para los ancianos. Empecé a llorar y a sonreír de la emoción al ver que ellos hacían eso. Una de las personas secó mis lágrimas y me preguntó: ¿por qué lloras? Le expresé del amor del Salvador que yo sentía en este momento, ya que pensaba que por los momentos duros que está pasando el país el corazón de muchos se había enfriado.
Después de mi entrevista, recordé que una noche antes en mis oraciones le pedí a Dios que sea un instrumento en sus manos, y no ser solo un bloque de quejas o desdichas.
Doy testimonio que Él responde nuestras oraciones, que sí se acuerda de nosotros y que no estamos solos. Como dijo el élder Godoy, aquí está ocurriendo milagros. Este fue el mío, y lo atesoro en mi corazón y testifico que Dios vive, y que su Hijo nos enseñó cómo vivir, y a ellos les agradezco su infinito amor.