Hasta la próxima
Él hará que nuestras cargas sean ligeras
De “Testigos especiales de Cristo”, Liahona, abril de 2001, págs. 12–13. Para ver el mensaje del élder Hales “Jesucristo es el ejemplo perfecto de obediencia” visite prophets.lds.org y seleccione “Testigos especiales de Cristo”.
El poder redentor del Salvador transformará la existencia humana si se lo permitimos.
Siento un gran amor por las Escrituras. Me encanta leer acerca de la vida terrenal de Jesucristo. Hay tanto en la vida de Él que puede elevarnos, inspirarnos y fortalecernos en tiempos de necesidad. Para mí, uno de los capítulos más sagrados de todas las Escrituras es el capítulo 17 de Juan. El capítulo entero es una oración intercesora que Jesucristo ofreció a Su Padre. Él dice, en efecto: “Si el mundo tan solo te conociera como yo te conozco”. Él le dice a Su Padre que ha hecho todo lo que se le ha pedido hacer.
A veces olvidamos cuán extraordinariamente obediente fue el Salvador. Todo lo que hizo, todo lo que dijo fue porque era obediente a Su Padre. El buscar a los pobres y cuidarlos, el llamar a Sus discípulos, Sus enseñanzas, tanto en la tierra de Palestina como en las Américas, todas esas cosas las hizo porque Su Padre le había mandado hacerlas. Él no tenía motivos personales. Él dijo: “Nada hago por mí mismo, sino que, como el Padre me enseñó” (Juan 8:28). ¡Qué ejemplo perfecto de obediencia!
En las decisiones que tomemos en la vida, es necesario que conozcamos al Salvador. Su sencilla admonición: “ven, sígueme” (Mateo 19:21) podría transformar la existencia humana si solo se lo permitiéramos. Él tiene el poder de hacer que nuestras cargas sean ligeras si nos volvemos a Él.
Como Apóstol del Señor Jesucristo, tengo la oportunidad de dar testimonio como un sagrado testigo del Salvador. Mi deseo más grande es que mi testimonio penetre el corazón de los que lo oigan.
Sé que Jesucristo vive. Sé que Él guía y dirige Su Iglesia por revelación a través de Su profeta en este preciso día y época. Si tenemos fe en nuestro Salvador, Él nos ayudará en nuestras pruebas y tribulaciones, y podremos perseverar hasta el fin y volver a Su presencia después de esta probación terrenal. Él vive y conoce y ama a cada uno de nosotros. Él desea bendecirnos tan solo si venimos a Él.