Mensaje de Área
Si tuvieras fe como un grano de mostaza
Hace varios años, tuve la oportunidad de servir como Directora de Campamento de las Mujeres Jóvenes de mi estaca. En ese campamento, las jóvenes pudieron fortalecer su testimonio de Jesucristo, entablar nuevas amistades y desarrollar habilidades de liderazgo. Una experiencia en particular que con el transcurrir del tiempo nunca he olvidado sucedió en un pequeño rio cerca del campamento. Como parte de las actividades que teníamos, debíamos hacer una caminata con las jóvenes al rio, mojarnos los pies y regresar.
Al emprender nuestro camino y pasar algunos obstáculos, finalmente pudimos llegar a nuestra meta; las jóvenes estaban muy felices y se estaban divirtiendo. Sin embargo, pude notar a una jovencita que estaba mirando hacia el rio con preocupación, como si estuviera tratando de encontrar algo en sus aguas. Al ver su insistencia, decidí acercarme a ella y preguntarle qué le pasaba; ella me contestó que estaba buscando un arete (sarcillo) de plata que se le había extraviado en el rio. Tras su respuesta, le recordé que parte de las normas para asistir al campamento era que no podían tener consigo objetos de valor para evitar situaciones como esta, a lo que respondió que esos aretes eran de valor para ella porque se los había regalado su abuela, y que era importante que lo pudiera encontrar.
Tras meditar en sus palabras y en lo que estaba ocurriendo, solo pensé: “¿Cómo la puedo ayudar a encontrar un arete, en medio de las aguas del rio que fluyen constantemente?”. Luego de hacerme esa pregunta, sentí la impresión de que hiciéramos una oración juntas, pero antes le pregunté a la joven si ella tenía fe en Jesucristo de que Él nos podría ayudar, y ella contestó con un firme sí, y le respondí que yo igual.
Luego de hacer la oración, nos pusimos a mirar en el rio para ver si podíamos encontrar el arete, pero resultaba difícil por el movimiento de las aguas y las piedras que había. En un momento, al estar mirando las aguas, noté que estas se detuvieron por unos segundos y había algo que estaba brillando con el resplandor del sol, en el fondo. Al agacharme y entrar las manos en el agua y remover la tierra, pude encontrar el tan valioso arete de la joven. Cuando se lo entregué, nos abrazamos, lloramos de felicidad y de gratitud por el milagro que el Padre Celestial había efectuado, gracias a nuestra fe.
El Salvador nos enseña en Mateo 17:20 que “si tenemos fe como un grano de mostaza… nada nos será imposible”. Al reflexionar sobre esta experiencia pude aprender que, a pesar de ser difícil, encontrar un pequeño arete en las aguas de un rio, al tener fe en Jesucristo y actuar de conformidad con esa fe, lo que parece imposible para el hombre es posible para Dios.
La fe en Jesucristo es el primer principio del Evangelio, y esta se desarrolla al esforzarnos cada día por ser dignos de la compañía del Espíritu Santo, participar dignamente de la Santa Cena, estudiar las Escrituras, servir a los demás, esforzarnos por ser fieles discípulos de Cristo y perseverar hasta el fin en la senda de los convenios.
La canción del lema de los jóvenes del año 2021 nos enseña que “si tú lo crees podrás mover montañas, cruzarás los mares e irás sobre las aguas”. Al ejercer la fe en el Salvador Jesucristo, podremos mover las montañas de los desafíos que podamos estar enfrentando y permanecer en la senda de los convenios que nos conducirá de regreso a nuestro Padre Celestial.
En las Escrituras, encontramos grandes ejemplos de personas que, al ejercer fe en Jesucristo, fueron bendecidas en su vida. Nefi y la viuda de Sarepta son dos ejemplos que quiero ilustrar.
Cuando Nefi y sus hermanos volvieron, la segunda vez, a la casa de Labán, a buscar los anales que contenían su genealogía, el Señor le dijo a Nefi que lo entregaría en sus manos1; a pesar de que Nefi no sabía cómo esto acontecería, él dijo lo siguiente: “e iba guiado por el Espíritu, sin saber de antemano lo que tendría que hacer, no obstante, seguí adelante”2. Como conocemos la historia, al final Nefi pudo obtener los anales y se los entregó a su padre, lo que les permitió conservar su idioma, conocer su genealogía y, lo más importante, tener la palabra de Dios para instruirse.
De la experiencia de Nefi aprendemos que, a pesar de que tal vez no conozcamos el plan completo, debemos confiar en las impresiones del Espíritu y seguir adelante con fe; que pese a las adversidades que podamos experimentar en el camino, el Padre Celestial nos proporcionará siempre una vía para cumplir con lo que Él nos requiera.
Del ejemplo de la viuda de Sarepta aprendemos que por su obediencia y fe, al entregar lo único que le quedaba de comer al ungido del Señor, Dios la bendijo con alimento hasta que llegara el fin de la sequía3.
En estos ejemplos podemos observar que la fe requiere que actuemos conforme a nuestra creencia en el Salvador y que, a pesar de no tener un conocimiento perfecto de las cosas, podremos lograr grandes cosas. Otra enseñanza que nos deja es que la fe requiere sacrificios, y que los milagros no han cesado y son una demostración del amor del Padre Celestial.
El presidente Nelson, en la Conferencia General de abril de 2022, nos enseñó que “el Señor los bendecirá a ustedes con milagros, si creen en Él, sin dudar nada”. Hagan el esfuerzo espiritual para procurar milagros; oren pidiendo a Dios que los ayude a ejercer ese tipo de fe”4.
Que logremos cada día fortalecer nuestra fe y confianza en el Salvador, y que podamos esperar que sucedan milagros en nuestras vidas a medida que somos fieles a los convenios que hemos hecho con el Padre.