Voces de los Miembros
Cosas pequeñas y simples
Adriana y Donald Martina han estado casados por 28 años y han sido miembros de La Iglesia por más de 30 años. Son los padres del primer par de hermanos de Curazao, Raymond y Sabrina, que fueron llamados a servir por tiempo completo en la misma misión.
Adriana recuerda a sus hijos amorosamente, como buenos niños, pero no perfectos. Tenían los típicos conflictos entre hermanos, pero siempre terminaban siendo amigos. Sus características individuales se complementaban entre sí, y en sus salidas familiares, a menudo comentaba la gente que los niños eran muy tranquilos, positivos y educados. Sin embargo, Adriana recuerda que, aunque las noches de hogar amistosas no siempre eran armoniosas, confiaban en que esos momentos desafiantes fortalecerían a su familia.
Donald dice: “Creo que un factor positivo en las vidas de nuestros hijos fueron sus líderes de la Primaria y de Seminario, así como la oportunidad de asistir a conferencias de jóvenes. Los principios que se enseñan en estos programas les permitieron sentir el espíritu y fomentar su confianza para tomar buenas decisiones, como servir en una misión”.
El presidente Howard W. Hunter enseñó que “con frecuencia son las tareas comunes […] que tienen el mayor efecto positivo en la vida de los demás, en comparación con las cosas que el mundo tan a menudo relaciona con la grandeza”1.
“Por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas” (Alma 37:6).
Raymond y Sabrina adquirieron sus testimonios con el tiempo, como resultado de las experiencias de la Iglesia, las rutinas familiares y los esfuerzos personales por buscar el Espíritu. Esos momentos invitaron al Espíritu Santo a testificarles de la veracidad del Evangelio, preparándolos para una vida de servicio y bendiciones.
Cuando Raymond tomó la decisión de ir a una misión, Adriana le preguntó: “¿Estás seguro? Debes tener la convicción de que estas cosas son ciertas”. Al recibir su llamamiento misional, Adriana estaba encantada de descubrir que su hijo serviría en su país natal, la República Dominicana, en la Misión Santo Domingo Oeste (2018–2020).
Dos años después, y en medio de la pandemia, el regreso de Raymond a Curazao, incluyó una cuarentena de 14 días. El proceso de hacer simples letreros de apoyo y exhibirlos fuera de su ventana, elevó el ánimo de todos. Cuando Raymond finalmente completó su cuarentena y la familia se reunió, todos pudieron ver que las pequeñas cosas los elevaban y resultaban en grandes bendiciones.
La decisión de Sabrina de servir una misión le trajo gran alegría a sus padres y también una gran sorpresa cuando leyeron el llamamiento y se enteraron de que serviría en la misma misión que Raymond. En broma, Donald sugirió que Sabrina fue llamada para terminar el trabajo de Raymond, pero Adriana agregó: “Raymond hizo su trabajo, tal vez Sabrina necesita cosechar lo que Raymond sembró”. Lo que implica que nuestros pequeños esfuerzos también pueden provenir de una fuente colectiva y bendecir muchas vidas.
Adriana y Donald reconocen que a pesar de que criaron a sus hijos, a menudo sienten que son enseñados por ellos. Expresan profunda gratitud al Señor por los desafíos y las bendiciones que tanto ellos como sus hijos han experimentado.