Voces de los miembros
De la devastación a la paz por medio de los convenios
Se me partió el corazón cuando mi tío falleció en un trágico accidente. Su pérdida me preocupaba mucho y no podía dejar de pensar en él. Me entristeció que no hubiera tenido la oportunidad de aprender acerca del Evangelio de Jesucristo tal como lo enseña La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Sin embargo, me di cuenta de que aún podía ser bautizado en forma vicaria por medio de las ordenanzas del templo.
Unos meses después de su fallecimiento, comencé a tener sueños sobre él. En mis sueños, él siempre aparecía frente al Templo de Caracas, Venezuela. En uno de los sueños, tuve la impresión de que estaba hablando con él y explicándole que quería que se efectuara la obra del templo por él. En ese momento, lo vi lleno de felicidad y mi corazón se llenó de paz al verlo tan feliz.
Finalmente, pude hacer la obra por mi tío y me pareció un momento significativo en mi vida. Me sentí como si fuera una misionera sirviendo a mi familia al otro lado del velo. Esa experiencia fue profundamente espiritual para mí y sentí la confirmación del Espíritu Santo respecto a lo que yo había sentido.
En D. y C. 138:58–59 aprendemos acerca del poder del bautismo por los muertos:
“Los muertos que se arrepientan serán redimidos, mediante su obediencia a las ordenanzas de la casa de Dios, y después que hayan padecido el castigo por sus transgresiones, y sean lavados y purificados, recibirán una recompensa según sus obras, porque son herederos de salvación”.
Sé que el Padre Celestial escucha nuestras oraciones. Por medio del Espíritu Santo, podemos sentir el poder de la Expiación y el inmenso amor que Dios tiene por nosotros, un amor tan grande que está más allá de nuestro entendimiento. Jesucristo dio Su vida por cada uno de nosotros y sé que esto es verdad.
Esa experiencia puso a prueba mi fe, pero también la fortaleció. Sé que Jesús vive y porque Él vive, todos volveremos a vivir.