Artículo de los líderes del Área Caribe
La Restauración y el establecimiento del Reino de Dios
Entre los grandes y poderosos que se hallaban reunidos en la numerosa congregación de justos que vio en visión el presidente Joseph F. Smith (véase D. y C. 138), se encontraba “Daniel, que previó y predijo el establecimiento del reino de Dios en los postreros días, para nunca jamás ser derribado ni dado a otro pueblo” (D. y C. 138:44). El profeta Daniel, al interpretar el sueño del rey Nabucodonosor, (como se describe en Daniel 2), predijo lo que les sucedería a las grandes potencias y gobiernos con el tiempo, lo que conduciría a los extraordinarios acontecimientos de la Restauración de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días.
La profecía explicada por Daniel indicaba que el reino que el Señor levantaría nunca sería destruido ni sería dejado a otros, sino que permanecería para siempre.
Aproximadamente en esa misma época, Nefi explicó las palabras de su padre, Lehi, a sus hermanos rebeldes, Lamán y Lemuel, y dijo: “En los postreros días […] la plenitud del evangelio del Mesías vendrá a los gentiles; y de los gentiles vendrá al resto de nuestra posteridad” (1 Nefi 15:13). Y luego agregó: “Por tanto, llegarán al conocimiento de su Redentor y de los principios exactos de su doctrina, para que sepan cómo venir a él y ser salvos” (1 Nefi 15:14).
Estas profecías están siendo cumplidas de manera gloriosa en esta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos. La restauración del sacerdocio, de las doctrinas y de las ordenanzas de salvación y exaltación son partes fundamentales del cumplimiento de ellas.
El 5 de abril de 2020, al conmemorarse el bicentenario de la Primera Visión, el presidente Russell M. Nelson leyó la proclamación “La Restauración de la plenitud del Evangelio de Jesucristo”. En ella, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles testifican de la divinidad de nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo, de Su visita al joven José Smith, de las manifestaciones de mensajeros celestiales que le siguieron y del origen divino del Libro de Mormón, para luego expresar lo siguiente:
“Declaramos que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, organizada el 6 de abril de 1830, es la Iglesia restaurada de Cristo, de la época del Nuevo Testamento”.
Más de 200 años han transcurrido desde que se diera inicio a la Restauración. El Señor invita a todas las personas a venir a Él. Aquellas personas justas que responden de manera positiva y entusiasta a esa invitación llegan a ser parte de la Restauración, que es preparar al mundo para la Segunda Venida del Salvador, por medio del establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra.
En una revelación dirigida a James Covill, el Señor le dijo: “Eres llamado para obrar en mi viña y edificar mi iglesia y establecer Sion, a fin de que se regocije sobre los collados y florezca” (D. y C. 39:13). Cada miembro fiel de la Iglesia de Jesucristo recibe similar mandato, el de obrar en Su viña y edificar Su Iglesia para así contribuir en el establecimiento y fortalecimiento de Sion.
¿Y cómo se establece Sion? Al construir un edificio, se requieren planos técnicos y especificaciones, y el personal calificado trabaja con dedicación para seguir las instrucciones de sus líderes. De la misma manera, Sion está edificada según el modelo revelado por el Padre y Su Hijo, Jesucristo. Todos los invitados a participar en esta gran obra dan su mejor esfuerzo, trabajando juntos con entusiasmo y unidad.
El establecimiento de la Iglesia se edifica a medida que cada miembro fortalece su fe en Jesucristo y su testimonio al estudiar las Escrituras a diario, centrándose en el Libro de Mormón. Ocurre cuando cada uno comparte el Evangelio, cuando recibe cariñosa y cálidamente a los investigadores y a los nuevos conversos. Ocurre al llenar el templo con participantes dignos haciendo la obra por sus antepasados. Ocurre cuando miles de jóvenes salen a predicar el Evangelio de Jesucristo, poniendo todos sus demás intereses en un segundo plano. Ocurre cuando todo miembro de la Iglesia se esfuerza por vivir al nivel que el Evangelio de Jesucristo enseña, es decir, a un nivel celestial.
El presidente Spencer W. Kimball declaró que el Reino de Dios que buscamos establecer “solo puede ser hecho por medio del esfuerzo diario constante y concertado de parte de cada miembro de la Iglesia”. Se requiere esfuerzo genuino de cada uno, no tan solo de los que han sido llamados a ejercer posiciones de liderazgo en la Iglesia. Cada uno tiene mucho que aportar en el establecimiento del reino de Dios en la tierra con la entrega de sus talentos, de sus habilidades, de su tiempo para bendecir las vidas de otros hijos de Dios, de sus deseos para ser parte de esta magnífica obra, la obra de llevar a cabo el plan divinamente preparado por el Padre de nuestros espíritus. Hay mucho por hacer y no hay tiempo que perder. Ahora es el tiempo para ser parte decidida, entusiasta y responsable en el establecimiento de la Iglesia de Jesucristo.
Por medio de una visión, el Señor dijo a Nefi: “Bienaventurados aquellos que procuren establecer a mi Sion en aquel día, porque tendrán el don y el poder del Espíritu Santo; y si perseveran hasta el fin, serán enaltecidos en el último día y se salvarán en el reino eterno del Cordero; y los que publiquen la paz, sí, nuevas de gran gozo, ¡cuán bellos serán sobre las montañas!” (1 Nefi 13:37).
Al comenzar un nuevo año, hagamos ajustes para participar activamente en el establecimiento de Sion y así ser parte de la restauración de la Iglesia de Jesucristo. A medida que presentemos lo mejor de nosotros mismos y lo unamos con la perseverancia requerida por las leyes celestiales, podremos acceder nada menos que a los mayores dones que nuestro Padre tiene dispuestos para Sus hijos que le son obedientes, es decir, el don y el poder del Espíritu Santo en nuestra vida en la tierra y la vida eterna en la siguiente etapa de nuestra existencia junto a nuestro Padre Eterno y a nuestras familias.