Romanos 3
Todos necesitan a Cristo
Pablo advirtió a los santos romanos que los juicios de Dios aguardan a todos los hombres. Por motivo de la iniquidad y de la desobediencia, nadie alcanza la perfección y todos necesitan un Salvador y Redentor. Jesucristo es nuestro Salvador. Él redimió a todo el género humano para que, por medio de la fe en Él y del verdadero arrepentimiento, todos se libraran de la condenación de un Dios justo y amoroso.
La comprensión de las Escrituras
Romanos 3
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Abundó (vers. 7)—Aumentó.
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Calumnia (vers. 8)—Acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño.
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Propiciación (vers. 25)—Sacrificio o pago por nuestros pecados.
Romanos 3:12–20—“Sepulcro abierto es su garganta”
Pablo empleó objetos conocidos para explicar que lo que hablamos pone de manifiesto lo que somos interiormente. Un sepulcro es una tumba y la frase “sepulcro abierto es su garganta” significa que sus palabras ponen de manifiesto la corrupción de sus corazones. Los áspides son víboras, y la frase “veneno de áspides hay debajo de sus labios” significa que lo que dicen es venenoso y hace daño espiritual tanto a ellos mismos como a los demás.
Romanos 3:23—Todos estamos “destituidos de la gloria de Dios”
Todos hemos quebrantado las leyes de Dios, por lo que no se nos puede declarar limpios e inocentes (justificados) por la ley (véase 1 Juan 1:8). La ley sólo puede indicarnos en qué hemos hecho mal. Puesto que estamos “destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), no tenemos esperanza de salvación excepto mediante la gracia y la misericordia de Jesucristo, que expió nuestros pecados (véase Romanos 3:24–25; 2 Nefi 2:8).
El estudio de las Escrituras
Al estudiar Romanos 3, realiza la actividad siguiente.
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Relaciona los pasajes de las Escrituras con el consejo de nuestra época
Lee Romanos 3 y describe por qué los versículos 10–12 y 20–25 corroboran lo que dijo el élder Russell M. Nelson, miembro del Quórum de los Doce Apóstoles: “…es preciso que comprendamos el significado de la Expiación; sin embargo, antes de que podamos entenderlo, debemos comprender la caída de Adán” (“La constancia en medio del cambio”, Liahona, enero de 1994, pág. 39).
Sería útil leer la sección “La comprensión de las Escrituras” que se encuentra anteriormente.