“Lección 1 — Material de preparación para la clase: El estudio de la doctrina de la familia eterna”, La familia eterna: Material para el maestro, 2022
“Lección 1 — Material de preparación para la clase”, La familia eterna: Material para el maestro
Lección 1 — Material de preparación para la clase
El estudio de la doctrina de la familia eterna
¡Bienvenido al curso de La familia eterna! Las verdades que aprenderá a lo largo de este curso, en combinación con actuar de acuerdo con las impresiones que sienta, pueden ayudarle a usted y a su familia a acercarse más a Dios, y a recibir todas las bendiciones que Él desea para ustedes. También podrá ayudar mejor a otras personas a hacer lo mismo.
A medida que estudie el siguiente material de preparación para la lección 1, considere las bendiciones y el gozo que el Padre Celestial desea que todos Sus hijos tengan y la forma en que eso se relaciona con la familia.
Nota: El material de preparación le proporcionará una base para su experiencia en la clase. Estudiar el material de preparación antes de la clase le ayudará a que su experiencia de aprendizaje sea más profunda y significativa cuando asista a la clase.
Sección 1
¿Qué diferencia puede marcar en mi vida personal y familiar el confiar en el amor y en la sabiduría perfectos del Padre Celestial y de Jesucristo?
Estamos rodeados de una variedad de opiniones e información en cuanto al tema de la familia. En ocasiones, la perspectiva socialmente aceptada en cuanto a la familia está en oposición directa al plan del Padre Celestial. Entre más conozcamos y entendamos al Padre Celestial y a Jesucristo, así como la naturaleza de Ellos, más podremos confiar en Sus enseñanzas y consejos, incluso en lo concerniente a los asuntos familiares. Conforme lo hagamos, podremos aprender a ver las cosas como Ellos las ven: desde una perspectiva eterna.
Piense en cómo las descripciones del Padre Celestial y de Jesucristo en esos pasajes de las Escrituras pueden influir en la forma en que usted elija ver los asuntos y cuestiones delicados relacionados con la familia. El élder Richard G. Scott, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
Siendo tu Padre, Su propósito es tu felicidad eterna, tu progreso continuo y el aumento de tu capacidad. Su deseo es compartir contigo todo lo que Él tiene (véase “Cómo obtener ayuda del Señor”, Liahona, enero de 1992, pág. 96).
Sección 2
¿De qué manera podemos establecer un entorno seguro para hablar de asuntos delicados?
Piense en la situación, la dinámica y los desafíos de su familia. ¿En qué sentido es diferente su familia de otras familias que conoce? Algunos de los sentimientos más fuertes que tenemos se relacionan con nuestra familia. Cuando hablamos de la doctrina de la familia, debemos recordar que las situaciones y vivencias familiares de otras personas pueden ser diferentes de las nuestras. El tener eso presente nos puede ayudar a ser más amorosos, sensibles y respetuosos en nuestra manera de hablar sobre la doctrina de la familia. Cuando lo hacemos, estamos mejor preparados para que el Espíritu Santo nos enseñe de manera más profunda en cuanto a la familia y los propósitos de nuestro Padre Celestial.
Como discípulos de Jesucristo, nos esforzamos por llegar a ser más como Él en todo lo que decimos y hacemos. Escuchar a los demás, y aprender y compartir la verdad de maneras amorosas, sensibles y respetuosas requiere práctica. Cuando entablamos delicadas conversaciones con caridad sobre temas relacionados con la familia, estamos siendo como el Salvador. Si estamos dispuestos, el Espíritu Santo nos puede ayudar a saber cuál es nuestra parte en cuanto a establecer y mantener un entorno amoroso, respetuoso e inclusivo en el salón de clases, propicio para aprender la verdad.
El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
[R]uego hoy por los cientos de miles de niños, jóvenes y jóvenes adultos que no provienen de estas, a falta de un mejor término, “familias perfectas”. Hablo no solo de los jóvenes que han pasado por la muerte, el divorcio o la decreciente fe de los padres, sino también de las decenas de miles de jóvenes y jovencitas de todo el mundo que aceptan el Evangelio sin una madre o padre que se convierta a la Iglesia con ellos.
Esos jóvenes Santos de los Últimos Días se unen a la Iglesia con gran fe y esperan formar la familia ideal en el futuro. Con el tiempo, llegan a ser una parte importante de nuestra fuerza misional, de nuestros firmes jóvenes adultos y de quienes se arrodillan ante un altar para comenzar su propia familia.
Seguiremos enseñando el modelo del Señor para la familia, pero ahora, con millones de miembros y la diversidad que existe […], debemos ser aún más considerados y sensibles.
Pensemos en ellos, démosles la bienvenida, abracémoslos y hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para fortalecer su amor por el Salvador (“Cualquiera que los reciba, a mí me recibe”, Liahona, mayo de 2016, págs. 49–50, 52).