Voces de los Santos de los Últimos Días
¿Por qué esperamos tantos años para el sellamiento en el templo?
Demoramos una década en sellarnos como familia en el templo. Quizás nuestra vida hubiera sido distinta de haberlo hecho antes; sin embargo, lo logramos y hemos hecho convenios en la Casa del Señor.
Un vecino que siempre había pasado desapercibido, junto a un par de jóvenes con camisas blancas y corbatas, tocó a nuestra puerta. Así empezó esta hermosa historia.
Los élderes nos empezaron a enseñar el Evangelio y nos guiaron al matrimonio civil para el cumplimiento de las leyes terrenales. Unas semanas después, nos bautizamos.
Debemos mencionar que nosotros nos habíamos conocido en 2004, cuando éramos compañeros de trabajo. Cuatro años después, iniciamos nuestra relación y nació nuestro primer hijo, Carlos Emilio, que ahora tiene 11 años. Un año después de bautizarnos, nació nuestra hija, María Irene, quien hoy tiene 10 años.
Teníamos una década de ser miembros, pero no habíamos entrado al templo. Ustedes se preguntarán, ¿por qué esperaron tantos años para el sellamiento?
Estos 10 años han sido una gran escuela de vida. Quizás si hubiéramos hecho convenios en el templo del Señor desde un comienzo, nuestras vidas habrían sido diferentes. Después de muchos desafíos, finalmente tuvimos la bendición de efectuar el sellamiento de nuestra familia por esta vida y por toda la eternidad en julio de 2019, en el Templo de Tegucigalpa, Honduras.
Hicimos convenios con nuestro Padre Celestial como esposos junto a nuestros hijos. Nos sentimos dichosos de haber realizado estos convenios y de saber de las bendiciones que nuestro Padre Celestial tiene preparadas para nosotros en la tierra y también para la eternidad.
Nunca olvidaremos haber estado junto a nuestros hijos en la sala de sellamientos y haber podido sentir que esa unión sería para siempre.
Confiamos en que nuestro Padre Celestial nos guiará por el mejor sendero para el bienestar de nuestra familia, en la medida en que nos esforcemos por cumplir con los convenios que hicimos.
“La familia: Una proclamación para el mundo” nos enseña: “El divino plan de felicidad permite que las relaciones familiares se perpetúen más allá del sepulcro. Las ordenanzas y los convenios sagrados disponibles en los santos templos hacen posible que las personas regresen a la presencia de Dios y que las familias sean unidas eternamente”.
Hemos comprendido que el Evangelio es esencial en la vida. Esa fue la razón por la que nos bautizamos y sellamos en el templo, y en la Iglesia se nos muestra el sendero que estamos dispuestos a seguir como familia.