Capítulo 39 2:38Nefi recibe gran poder Nefi se dirigió a casa, meditando en lo que el Señor le había mostrado y en la iniquidad de los nefitas; se sentía triste por la iniquidad de ellos. Helamán 10:1–3. El Señor le habló a Nefi y lo alabó por su obediencia y por trabajar tan diligentemente para enseñar el Evangelio. Helamán 10:4. A Nefi le fue dado el poder para hacer cualquier cosa. El Señor sabía que él utilizaría ese poder con rectitud. Helamán 10:5. El Señor le dijo a Nefi que declarara a los nefitas que si no se arrepentían, serían destruidos. Nefi fue de inmediato a advertirle a la gente. Helamán 10:11–12. Los nefitas no le creyeron a Nefi; trataron de arrojarlo en la prisión, pero el poder de Dios lo protegió. Helamán 10:15–16. Nefi declaró la palabra de Dios a todos los nefitas. Helamán 10:17. Pero la gente se hizo aún más inicua y empezaron a luchar unos con otros. Helamán 11:1. Nefi oró para que hubiera hambre sobre la tierra, con la esperanza de que la carencia de alimentos hiciera que los nefitas se humillaran y se arrepintieran. Helamán 11:3–4. Llegó el hambre; no hubo lluvia y la tierra se secó y no produjo grano. La gente dejó de luchar. Helamán 11:5–6. Los nefitas tenían hambre y muchos de ellos murieron. Los que quedaron vivos empezaron a recordar al Señor y lo que Nefi les había enseñado. Helamán 11:6–7. El pueblo se arrepintió de sus pecados y le suplicaron a los jueces que le pidieran a Nefi que acabara el hambre. Los jueces acudieron a Nefi. Helamán 11:8–9. Cuando Nefi vio que los del pueblo se habían humillado y arrepentido, le pidió al Señor que terminara el hambre. Helamán 11:9–12. El Señor contestó la oración de Nefi y comenzó a llover; al poco tiempo volvieron a tener cosechas. El pueblo glorificó a Dios y supo que Nefi era un gran profeta. Helamán 11:17–18. La mayoría de los nefitas se unieron a la Iglesia; se hicieron ricos y sus ciudades progresaron; y hubo paz en la tierra. Helamán 11:20–21. Entonces unos nefitas que anteriormente se habían unido a los lamanitas atacaron a los nefitas. Helamán 11:24. Los nefitas trataron de destruir a sus enemigos, que se habían convertido en los ladrones de Gadiantón, pero no pudieron hacerlo, ya que ellos mismos se habían vuelto inicuos otra vez. Helamán 11:26, 28–29. Cuando los nefitas eran justos, el Señor los bendecía; cuando se llenaban de orgullo y se olvidaban del Señor, les mandaba problemas para que se acordaran de Él. Helamán 12:1–3.