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CAPITULO 11: ‘EL QUE A VOSOTROS RECIBE, A MI ME RECIBE’


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“EL QUE A VOSOTROS RECIBE, A MI ME RECIBE”

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El Mar Grande

Galilea

Samaria

Mar de Galilea

Capernaum

Betsaida

Monte Hermón

Región de Cesarea de Filipo

Tetrarquía de Filipo

Gergesa

Nisan

Perea

Jerusalén

Jericó

EL MINISTERIO GALILEO

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Galilea

El tercer viaje por Galilea

9:35–38

6:6

Envío de los Doce

10:1, 5–42; 11:1

6:7–13

9:1–6

Macherus, Perea

muerte de Juan

14:6–12

9:7–9

6:14–29

Cerca de Betsaida, Tetrarquía de Filipo,

Los Doce regresan y dan su informe

14:13

6:30–33

9:10

6:1-4

COMENTARIO INTERPRETATIVO

(11-1) Mateo 10:1-5. ¿En qué forma llamó Jesucristo a sus siervos?

“El procedimiento sigue un modelo más bien definido:

“Primero: La necesidad del nuevo dirigente;

“Segundo: El dirigente es elegido mediante el proceso de eliminación a través de profecía y revelación;

“Tercero: El recién elegido es llamado oficialmente por uno que tiene autoridad incuestionable;

“Cuarto: Es presentado ante una asamblea representativa de todo el pueblo, y

“Quinto: Es ordenado o apartado por la imposición de manos, por aquellos que están plenamente autorizados.

“Y esto va acorde con nuestro quinto Artículo de Fe:

“’Creemos que el hombre debe ser llamado de Dios, por profecía y la imposición de manos, por aquellos que tienen autoridad, a fin de poder predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas’.

Es interesante notar que aun en tiempos antiguos se seguía un procedimiento muy semejante. Desgraciadamente, no siempre se describen todos los pasos, pero hay suficiente evidencia de que éstos se siguieron. La ‘unción’ en los días antiguos parece haber sido la misma y está íntimamente asociada con el hecho de apartar hoy en día, con la bendición que la acompañaba.

“Los primeros apóstoles fueron llamados por el Señor: ‘Venid en pos de mí,’ dijo, ‘y os haré pescadores de hombres’. Este fue más que un comentario casual; fue un llamamiento definido.

“’Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron’. (Véase Mateo 4:19-20). ‘Porque les enseñaba como quien tiene autoridad…’ (ibid. 7:29). ‘Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad…’ (ibid. 1:1). Esto incluyó su comisión de predicar y efectuar ordenanzas. Incluía el apartamiento, la comisión y la bendición. La promesa dada a estos líderes fue sumamente espectacular. Cuando el Redentor dijo: ‘El que a vosotros recibe, a mí me recibe’ (Ibid 10:40)…Les fue dada plena autoridad. “Toda potestad me es dada en el cielo y en ia tierra…id…haced discípulos a todas las naciones…que guarden todas las cosas que os he mandado’ (Ibid. 28:18-20)” (Spencer W. Kimball, CR, octubre de 1958, págs. 53-54).

(11-2) Mateo 10:9, 10. ¿Se supone que los misioneros de hoy día viajan sin bolsa ni alforja?

“De acuerdo a la costumbre social de la época, Jesucristo envió sin bolsa ni alforja a sus discípulos. Debían vestir modestamente, no llevar dinero, alimento ni equipaje alguno; sólo podían llevar un bastón y dependían de la hospitalidad de la gente en cuanto a alimento, ropa y alojamiento. Los zapatos (hechos de cuero blando en aquellos días) estaban prohibidos por ser demasiado lujosos; las sandalias (de hechura más tosca) era lo que se aprobaba. La bolsa era una faja en la cual se llevaba dinero; la alforja era una pequeña bolsa usada para llevar provisiones. Posteriormente Jesús revocó el requisito de depender de la hospitalidad de la gente y en cambio mandó: ‘Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja…’ (Lucas 22:35-36).

“Actuando mediante sus representantes debidamente llamados en la tierra, el Señor ahora ha revocado este requisito de que toda obra misional moderna sea hecha por obreros que vayan sin bolsa ni alforja. Los requisitos legales, las diferentes ci rcunstancias sociales, económicas e industriales han hecho que el cambio fuera necesario, hecho que demuestra la necesidad de revelación continua a fin de que los asuntos del Señor en la tierra siempre sean dirigidos de manera que concuerden con las circunstancias existentes. En lugar de depender de aquellos a quienes son enviados en cuanto a alimento, alojamiento y ropa, se espera que ahora los misioneros se sostengan a sí mismos o sean sostenidos por su familia o amigos. Naturalmente, en la verdadera Iglesia del Señor no se paga a los que trabajan en la obra misional” (McConkie, DNTC, 1:325-326).

(11-3) Mateo 10:16. ¿Qué significa ser “prudentes como serpientes”?

Obtenemos mejor comprenslon leyendo la revisión de este versículo efectuada por el Profeta:

“He aquí, yo os envió como a ovejas en medio de lobos; por lo tanto, sed siervos prudentes y tan inofensivos como palomas” (Mateo 10:14, Versión Inspirada, traducción no oficial).

(11-4) Mateo 10:28. ¿Quiénes son los que buscan destruir el alma?

“Aparentemente en la iglesia primitiva había quienes enseñaban como doctrina las filosofías rebuscadas de los hombres. Hoy día hay quienes parecen onorgullecerse en discrepar con las enseñanzas ortodoxas de la Iglesia y quienes presentan su propia opinión la cual difiere de la verdad revelada. Algunos tal vez sean parcialmente inocentes en el asunto; otros están alimentando su propio egoísmo; y algunos parecen hacerlo deliberadamente. Los hombres pueden pensar como quieran, pero no tienen derecho de imponer sobre los demás sus puntos de vista no ortodoxos. Tales individuos deben comprender que su propia alma está en peligro…

“El gran objetivo de toda nuestra obra es fortalecer el carácter y aumentar la fe en la vida de aquellos a quienes servimos. Si uno no puede aceptar y enseñar el programa de la Iglesia en una forma ortodoxa sin reserva alguna, no debe enseñar. Renunciar a su puesto es lo que el honor exigiría ya que no solamente sería deshonesto y engañador, sino que la persona que lo hace está bajo condenación, pues el Salvador dijo que sería mejor que una piedra de molino se le colgase del cuello y que fuese echado a la mar antes que desviar doctrinal mente, traicionar la causa, u ofender destruyendo la fe de uno de ‘estos pequeñitos’ que creen en El. Y recordad que esto significa no solamente los niños pequeñitos, sino que incluye a los adultos que creen y confían en Dios” (Spencer W. Kimball, CR, abril de 1948, págs. 109-10).

(11-5) Mateo 10:28. ¿Qué posición deben asumir los santos hacia aquellos que buscan destruir el alma?

“Hay quienes, actúan como si no creyeran en la eternidad o en la resurrección; se acobardan ante la idea de la guerra nuclear y con tal de salvar su cuerpo son capaces de obtener la paz a cualquier precio. Sin embargo, la mejor seguridad de paz y vida es ser moral y militarmente fuerte; pero ellos quieren la vida al precio del sacrificio de los principios. En lugar de elegir entre la libertad y la muerte, eligen la vida al precio de la esclavitud. Estos ignoran un pasaje importantísimo: ‘no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno’ (Mateo 10:28). El Señor pudo, supongo, haber evitado la guerra en el cielo causada por defender el principio del libre albedno. Todo lo que tenia que hacer era transigir con el diablo, pero si lo hubiera hecho habna dejado de ser Dios.

“Aunque es más difícil vivir la verdad, tal como lo fue tomar parte por el libre albedrío, tal vez en un futuro no muy lejano algunos de nosotros tengamos que morir por la verdad. Pero la mejor preparación para la vida eterna es estar preparados en todo momento a morir; plenamente preparados para una lucha valiente por lo justo” (David O. McKay, CR, abril de 1964, pág. 120; itálicas agregadas).

(11-6) Mateo 10:38, 39. ¿Cómo podéis salvar vuestra vida perdiéndola?

“Decir que sus discípulos deben despreciar todo lo que les es querido es, ciertamente, bastante difícil. Pero descubrimos a través de otras interpretaciones de la doctrina (Mateo 10:37-38) que el significado es que cualquiera que ama a su padre, madre, esposa y todo lo que le es caro, aun su propia vida, más que a Cristo, no es digno de El y no puede ser su discípulo. La idea es muy clara en esta enseñanza: a todos los que buscan la vida eterna se les requiere que vengan a Cristo deseosos de dejar todo lo que poseen si es necesario. Si no vienen así, aun al punto de querer dar su vida por esta causa, entonces no son dignos de su reino. Esto es razonable; nuestro Salvador no hace una demanda injusta pues El vino y dio su vida por nosotros para que podamos tener vida eterna. El sufrió por nosotros; ¿no deberíamos amarlo más que a nuestra propia vida?” (Smith, The Way to Perfection, págs. 272-73).

(11-7) Mateo 14:1, 2. ¿Por qué Herodes temía a Jesucristo?

“El relato bíblico indica que el rey ‘temía’ dar la orden de la muerte de Juan. Probablemente era un temor genuino, pues temía que Juan fuera un profeta y sabía que era muy popular entre la gente. Que Herodes no pudo olvidar el hecho se refleja en su error posterior al confundir a Jesús con Juan y pensar que Juan había resucitado de los muertos. Su conciencia debe haberle molestado y perseguido haciéndolo pensar que Juan había regresado de entre los muertos y que en él ahora se manifestaban señales poderosas. Juan no había efectuado milagros en su ministerio (Juan 10:41), pero como hombre levantado de entre los muertos (como suponía Herodes) posiblemente habría poseído poderes milagrosos. Esta es, probablemente, la razón por la cual se da énfasis a la declaración de Herodes de que ‘por eso actúan en él estos poderes’ (Mateo 14:2). La aprensión de Herodes en este caso es una ilustración del principio de que ‘huye el impío sin que nadie lo persiga; mas el justo está confiado como un león’ (Proverbios 28:1)” (Matthews, A Burning Light: The Life and Ministry of John the Baptist, pág. 96).

PUNTOS A CONSIDERAR

DEBEMOS PRESTAR A TENCION A LOS SIERVOS DEL SEÑOR

Cuando Cristo le dijo a sus apóstoles que ellos lo representaban (Mateo 10:40), estaba expresando un principio que había estado en vigencia y había sido aplicado a los siervos de Dios en toda época. Jesucristo invocó ese principio sobre los Doce en el Meridiano de los Tiempos, así como lo había hecho sobre Moisés siglos antes y como lo haría sobre José Smith siglos más tarde.

Al leer los siguientes versículos, consideren cuidadosamente las preguntas que a continuación se hacen:

Deuteronomio 18:18, 19. ¿Por quién hablaba Moisés?

Juan 13:20 ¿Cómo pudo recibir a Cristo la gente de su época?

Mateo 23:34-37. ¿Quién nos envía profetas?

Hechos 3:22-23. ¿Quién era este profeta?

José Smith 2:40; D. y C. 1:14. ¿En qué forma los hombres serían “desarraigados” si no escuchaban a Cristo?

D. y C. 1:14, 38. ¿Quién representa a Cristo hoy dia ante nosotros?

D. y C. 84:35-38. ¿Quiénes son también los representantes del Señor o sus siervos?

Bien vale la pena recalcar esta declaración ‘el que recibe a mis siervos a mí me recibe’. ¿Quiénes son sus siervos? Son sus representantes en los oficios del Sacerdocio las Autoridades Generales, de estaca de quórum y de barrio. Nos corresponde tener esto en mente cuando nos vemos tentados a no dar importancia a nuestras autoridades presidentes, a nuestros obispos, presidentes de quórumes y estacas, etc., cuando, en la jurisdicción de sus llamamientos, ellos nos dan consejo y asesoramiento” (Marion G. Romney, CR, octubre de 1960, pág. 73; Itálicas agregadas).

Los siervos del Señor son embajadores de El, enviados por El a ustedes y la forma en que los traten, la manera en la que reaccionen ante lo que ellos digan, será la forma en la que ustedes tratarán al Señor.

Mateo 10:41

Lucas 10:16

(11-8) Los siervos del Señor marcan la senda hacia la vida eterna

“Karl G. Maeser conducía a un grupo de misioneros a través de los Alpes. Al llegar a la cima, se detuvo. Señalando hacia el rastro que dejaban con unos palos clavados en la nieve para marcar el camino a través del glaciar, dijo: ‘Hermanos, he ahí el Sacerdocio. Son solamente palos comunes, como el resto de nosotros…pero el puesto que poseen los convierte en aquello que significan para nosotros. Si nos apartamos del sendero que marcan, estamos perdidos’” (Boyd K. Packer, “El Espíritu da testimonio”, DCG, 1970-1972, pág. 148).

(11-9) El hombre que dice que sostendrá al Presidente de la Iglesia, pero no a su obispo, se está engañando a sí mismo.

“Algunos de nosotros suponemos que si fuéramos llamados a un alto oficio en la Iglesia, inmediatamente seríamos leales y mostraríamos la dedicación necesaria. Suponemos que iríamos adelante y valientemente nos comprometeríamos a ese servicio.

“Pero podéis escribir en vuestro librito negro que si no sois leales en las cosas pequeñas, no lo seréis en las mayores. Si no respondéis a las tareas llamadas menores o insignificantes que tienen que ser efectuadas en la Iglesia y en el reino, no habrá oportunidad de servicio en los que llamamos grandes desafíos.

“El hombre que dice que sostendrá al Presidente de la Iglesia o a las Autoridades Generales, pero que no puede sostener a su propio obispo, se está engañando a sí mismo. El hombre que no sostenga al obispo de su barrio ni al presidente de su estaca, no sostendrá al Presidente de la Iglesia.

“He aprendido por experiencia que aquellos que vienen a nosotros en busca de consejo diciendo que no pueden dirigirse a sus obispos, lo hacen porque no tienen el deseo de aceptar el consejo de sus obispos. No tienen el deseo o son incapaces de aceptar el consejo de las Autoridades Generales. En realidad, la inspiración del Señor vendrá a su obispo y él puede aconsejarlos correctamente” (Boyd K. Packer, “Follow the Brethren”, Speeches of the Year, 1965, págs. 4-5; Itálicas agregadas).

El siguiente es un relato verídico. Al leerlo, pregúntense: ¿En qué forma recibo a los siervos del Señor?

Era una noche gris en Hong Kong y llovía torrencialmente. Las aguas de la bahía se agitaban por causa de la tormenta y alrededor de ella se distinguían las luces diseminadas de las casas dando apariencia de velas medio apagadas.

Cientos y cientos de refugiados habían huido del territorio chino desde 1949. El gobierno colonial británico de Hong Kong había hecho un esfuerzo noble y sincero para ubicar en apartamentos cómodos a aquellos que estaban sin hogar y proporcionarles un trabajo estable; sin embargo, miles de ellos todavía vivían en construcciones de apartamentos rústicas.

Algunos de estos apartamentos tenían diez y quínce pisos de altura. La mayoría no tenía ascensores, sino escaleras y cada piso consistía de una cadena de apartamentos de un solo cuarto hecho de cemento, el cual frecuentemente estaba habitado por seis o diez personas que compartían el espacio equivalente a “la sala de estar” típica en el Continente Americano.

Los dos misioneros caminaban en silencio mientras recorrían la escalinata de uno de estos edificios en Kwontong, Hong Kong. Habían sido invitados a cenar en el apartamento de los hermanos Wong, encontraron el apartamento y el hermano Wong los saludó con una amplia sonrisa en su rostro. Al abrirles la puerta de acero para dejarlos entrar, les dijo que había temido que debido a la lluvia torrencial no pudiesen ir. Dos camas de metal tipo cucheta, un armario de madera, un pequeño quemador de queroseno y alguna que otra cosa más constituían el mobiliario total. Pero esta noche habían pedido prestada una mesita que ocupaba el centro de aquel pequeño cuarto, había también cuatro taburetes de’madera bien dispuestos alrededor de la mesa. Todos eran distintos entre si; cada uno había sido prestado por uno de los vecinos para esa ocasión. La mesa estaba servida con una hermosa vajilla y había algunas bandejas con langostinos y otras delicias orientales, todo más allá de los medios de esta humilde familia de refugiados. El hermano Wong pronunció una bendición y comenzó la cena; pero los hermanos Wong disimulando un poco, apenas si se sirvieron y animaban a comer más a los dos misioneros. Los élderes se dieron cuenta de que el gesto era sincero aunque sabían que estaban comiendo algo superior a lo que los Wong normalmente podían pagar pues eran alimentos que probablemente les habían costado el equivalente a un mes de sueldo —los misioneros no quisieron ofenderlos o rechazar la invitación de aquellos hermanos que habían hecho tanto sacrificio.

Fue una cena difícil de comer; queriendo aceptar el presente dado tan obviamente desde el corazón, y comprendiendo sin embargo, que aquello era posible gracias a dificultades y sacrificios de muchos días de hambre. El hermano, la hermana Wong y sus hijos apenas probaron la cena; pero cuando terminaron, expresaron su propia satisfacción y estaban ansiosos de saber si los élderes habían comido suficiente. Cuando todos se pararon para permitir que la hermana Wong retirase los platos, uno de los élderes tomó de la mano al hermano Wong y con profunda emoción dijo: “¿Por qué nos han honrado en esta forma a costa de un gasto tan grande para ustedes?” Con tranquila gentileza que solamente podía surgir por el hecho de haber abandonado su viejo hogar y país y aceptar la verdad en una tierra extraña, el hermano Wong dijo: “Nosotros hacemos esto porque ustedes tienen el sacerdocio y Dios los ha enviado aquí a enseñarnos”. (Una experiencia personal).

Mateo 10:42

Mateo 25:40

¿Qué están dispuestos a sacrificar para recibir a los siervos del Señor? El de ustedes tal vez no sea un sacrificio de alimento, sino más bien, un sacrificio de deseos personales a fin de adquirir una actitud adecuada. ¿Cómo reciben el consejo de los siervos del Señor cuando ellos les hablan con respecto a la música, a la forma de vestir, en cuanto a las normas para salir con jóvenes del sexo opuesto? ¿Se sienten inclinados a sacrificar algunos de sus deseos personales a fin de poder recibir al Señor en su vida mediante sus siervos elegidos?