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CAPITULO 39: ‘EL HOMBRE ES JUSTIFICADO POR LA FE’


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“EL HOMBRE ES JUSTIFICADO POR LA FE”

Map Chp. 39

Tesalónica

Atenas

Corinto

Filipo

Samotracia

Asón

Creta

Mar Mediterraneo

Roma

Sicilia

Malta

Carta de Pablo a la Iglesia en Roma escrita desde Corinto (?) durante el tercer viaje misional de Pablo, aprox. en el invierno del año 57-58 D. C. (Romanos 1-5).

Romanos

El poder de Dios para salvación

1:1–17

La ira de Dios contra los depravados impenitentes

1:18–32

Todos los hombres son juzgados por las normas del evangelio

2:1–11

El hombre no es justificado por la ley de Moisés

2:12–29; 3:1–20

El hombre es justificado por la fe

3:21–31

Abraham fue justificado por la fe, las obras y la gracia

4:1–25

El hombre es justificado mediante la sangre de Cristo

5:1–11

Adán cayó, Cristo expió, el hombre es salvo

5:12–21

COMENTARIO INTERPRETATIVO

ROMANOS

(39-1) ¿Cuál es el tema de Romanos?

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16). En esta declaración breve pero poderosa Pablo establece el tema de su carta. El resto de la epístola se usa para desarrollar este tema y mostrar que la justificación por la fe acarrea salvación eterna. Pablo explica este tema, mostrando que la fe requiere rectitud personal y obediencia a los principios del evangelio, una verdad a menudo subestimada por quienes recalcan el principio de la salvación mediante la fe solamente.

(39-2) ¿Dónde fue escrita esta epístola?

Aunque siempre es difícil declarar con absoluta certeza el lugar y la fecha en que se escribió determinada epístola en el caso de la carta a los romanos. Pablo da varios indicios dentro de la misma que concuerdan con la historia que se encuentra en el libro de Hechos. Por ejemplo, menciona que aunque no ha estado todavía en Roma, intenta ir allí tan pronto como haga un viaje a Jerusalén para entregar el dinero recogido para los santos más pobres de Judea (Romanos 1:10; 15:19-27). Además, la naturaleza más formal y bien estructurada de esta epístola, sugiere la existencia de un período de relativa paz y estabilidad usado para su composición. En Hechos 20:2, 3, Lucas nos dice que durante el tercer viaje misional, el apóstol Pablo pasó tres meses en Corinto. Probablemente estaba esperando la aparición de condiciones favorables para hacerse a la mar antes de partir para Jerusalén. Basándonos en estos indicios se puede decir con cierta seguridad que la carta a Roma fue escrita desde Corinto casi al finalizar el tercer viaje, y más probablemente durante los meses de invierno entre los años 57 y 58 de nuestra era.

(39-3) ¿Cuáles son algunas de las contribuciones significativas de Romanos?

La epístola a los romanos define al evangelio y resume las leyes por cuya obediencia se obtiene la salvación. Habla claramente de la caída de Adán, la cual acarreó la muerte, y del sacrificio expiatorio de Cristo, el cual trajo la vida. Explica cómo opera la ley de la justificación, cómo son justificados los hombres mediante la fe, las obras y mediante la sangre de Cristo. En ella se encuentran algunas de las enseñanzas más explícitas de la Biblia en cuanto a la elección de la gracia, al estado de la raza escogida, sobre por qué la salvación no puede venir por la ley de Moisés solamente, por qué la circuncisión dejó de ser en Cristo y cómo y por qué la salvación fue llevada a los gentiles. Y es una de las fuentes principales de la doctrina gloriosa de ser coherederos con Cristo; ese maravilloso principio bajo el cual los hombres, a través del casamiento celestial y la continuación de la unidad familiar en la eternidad, pueden alcanzar exaltación en el grado más alto de gloria celestial…

“En su misma naturaleza, Romanos es una epístola capaz de diferenciar interpretaciones. Aquellos sin conocimiento pleno y previo de los principios en cuestión, encuentran sumamente difícil relacionar los comentarios de Pablo con respecto a esos principios en su verdadera perspectiva. Por ejemplo, es a partir de un malentendido de la declaración del apóstol en cuanto a la justificación mediante la fe solamente, que todo el mundo sectario es llevado a creer que no se requieren obras de parte de los hombres para que logren su salvación; y fue este mismo pasaje lo que permitió a Martín Lutero justificar en su propia mente su separación del catolicismo, un acontecimiento de suma importancia para el adelanto de la obra del Señor en la tierra” (McConkie, DNTC, 2:212-13).

(39-4) Romanos 1:7, 8. Pablo escribe a los santos en Roma

¿Para quién fue escrita la epístola llamada Romanos? ¿Para los gentiles en Roma? ¿Al mundo en general? ¿A los cristianos sectarios de la actualidad? De ningún modo. Si hay alguna verdad que el mundo pueda obtener de esta epístola, está bien que lo haga. Pero Pablo escribió a los santos, a los miembros de la Iglesia, a aquellos que ya tenían el don del Espíritu Santo, a los que habían nacido de nuevo, a aquellos que tenían el sacerdocio y gozaban de los dones del Espíritu. De ahí que haya sido escrita a la gente que ya conocía los principios de salvación, y sus enseñanzas solamente las pueden entender las personas que tienen el mismo conocimiento y la misma experiencia que tenían los receptores originales del mensaje. La epístola a los Romanos es un libro sellado para el mundo sectario, es un volumen abierto de inspiración y verdad para los santos de Dios” (McConkie, DNTC, 2:216).

(39-5) Romanos 1:26, 27. ¿Cuán grave es el pecado de la homosexualidad?

“De los efectos sociales adversos de la homosexualidad, ninguno es de mayor trascendencia que el efecto que surte en el matrimonio y en el hogar. Las relaciones sexuales normales, dispuestas por Dios, constituyen el acto procreador entre el hombre y la mujer en matrimonio honorable…

“…¿Qué posición ocupa, en este contexto, la perversión de la homosexualidad? Claramente se opone al propósito de Dios, ya que deroga su primer gran mandamiento de ‘multiplicarse y llenar la tierra’. Si la abominable práctica llegara a ser universal, se despoblaría la tierra en una sola generación. Abrogaría el gran programa que Dios tiene para sus hijos espirituales, en vista de que privaría a incontables espíritus incorpóreos en el mundo celestial de las oportunidades del estado terrenal, y negaría, a todos los que se entregan a esta práctica, la vida eterna que Dios pone al alcance de todos nosotros.

“Por motivo de su gravedad, este pecado impone un fuerte castigo sobre el que no se arrepiente. El ofensor podrá comprender que la suspensión de derechos o la excomunión es el castigo prescrito para las caricias impúdicas, el adulterio, la fornicación y pecados comparables, si no hay un arrepentimiento adecuado; sin embargo, con frecuencia supone que en vista de que sus actos no se han cometido con una persona del sexo opuesto, él no está en pecado. Por consiguiente, hágase saber con toda claridad que la gravedad del pecado de homosexualidad es igualo mayor que el de fornicación o adulterio, y que la Iglesia del Señor con igual presteza procederá a suspender o excomulgar al homosexual impenitente, como lo hará con el fornicador o adúltero que no se arrepienta

“Después de haber considerado los aspectos abominables, la repugnancia y propagación del pecado de la homosexualidad, la cosa gloriosa que hay que recordar es que puede curarse y perdonarse. El Señor ha prometido que todos los pecados pueden ser perdonados, salvo algunos que se han designado, y esta transgresión no figura entre estos últimos. De manera que es perdonable, si se abandona por completo, y si el arrepentimiento es sincero y absoluto. Ciertamente se puede vencer, porque son numerosas las personas felices que en un tiempo se encontraban en su poder, pero que desde entonces han transformado sus vidas por completo. Por tanto, a los que dicen que esta práctica o cualquiera otra maldad es incurable, yo respondo: ‘¿Cómo puede usted decir que la puerta no se puede abrir sino hasta que brote la sangre de sus nudillos, hasta que esté herida su cabeza, hasta que esté adolorida toda su musculatura? Se puede lograr’.

“…A muchos se les ha informado erróneamente que nada pueden hacer en cuanto al asunto, que no son responsables de esa tendencia y que ‘Dios así los hizo’. Esto es tan falso como cualquiera de las otras mentiras diabólicas que Satanás ha inventado. Es una blasfemia. El hombre ha sido creado a imagen de Dios. ¿Acaso piensa el pervertido que Dios es ‘así’?…

“A veces se culpa no a los padres celestiales, sino a los terrenales. Aun cuando se diera por sentado que ciertas condiciones facilitan el que uno llegue a convertirse en un pervertido, el segundo Artículo de Fe enseña que el hombre será castigado por sus propios pecados. Tiene capacidad, si es normal, para sobreponerse a las frustraciones de la niñez y sostenerse sobre sus propios pies…

“El hombre puede valerse de pretextos y exculparse a sí mismo hasta que la zanja llega a ser tan profunda, que no puede salir sino con mucha dificultad. Sin embargo, las tentaciones vienen a toda persona. La diferencia entre la persona vil y la persona digna generalmente consiste en que uno asintió y el otro resistió; y si la persona que conciente sigue cediendo el paso, finalmente puede llegar al punto de no poder volver’. El Espíritu ‘no contenderá siempre con el hombre’ (D. y C. 1:33)” (Kimball, El Milagro del Perdón, págs. 78-84).

(39-6) Romanos 2:6-13. La importancia de las obras

Aquellas iglesias que se aferran mucho a las doctrinas de Pablo en cuanto a la justificación mediante la fe y la salvación por la gracia, pasan por alto o apenas consideran la gran enseñanza que da Pablo en estos versículos. El claramente enseña que las buenas obras son recompensadas y que las malas obras son castigadas, finalizando con estas potentes palabras: “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados”.

(39-7) Romanos 3:1-31. El hombre debe ser justificado mediante la gracia

Siendo, como dice Pablo, que todos los hombres pecan, entonces ningún hombre puede ser justificado (o restaurado a la relación adecuada con Dios) solamente mediante las obras. Debe existir algún poder que intervenga para establecer un puente sobre la sima. Jesucristo lo proporcionó; El vivió la ley perfectamente, no tuvo pecado y, por lo tanto, nunca fue un extraño para con Dios. Además, se sacrificó a sí mismo a fin de poder pagar la deuda del pecado con su propia santidad, en bien de todos los hombres que vinieran a El. Su gracia viene a ser la fuente de la justificación de ellos para con Dios.

El presidente Joseph Fielding Smith indicó claramente el papel de la gracia y de las obras en nuestra salvación.

“Hay una diferencia entre el Señor Jesucristo y el resto de los hombres. Nosotros no tenemos vida en nosotros mismos, pues no nos ha sido otorgado el poder de poner nuestra vida y volverla a tomar. Eso está más allá de nuestro poder, de manera que, estando sujetos a la muerte y siendo pecadores —pues somos todos transgresores de la ley hasta cierto punto, no importa cuán buenos hayamos tratado de ser— somos incapaces de recibir redención de nuestros pecados mediante cualquier acto personal.

“Esta es la gracia que Pablo estaba enseñando. Por lo tanto, es mediante la gracia de Jesucristo que somos salvos. Y si El no hubiera venido al mundo, y dado su vida para volverla a tomar, o como El dijo en otro lugar, a darnos la vida para que nosotros podamos tenerla más abundantemente, todavía estaríamos sujetos a la muerte y en nuestros pecados…

“De manera que es fácil entender porqué debemos aceptar la misión de Jesucristo. Debemos creer que es mediante su gracia que somos salvos, que El efectuó por nosotros aquella obra que nosotros éramos incapaces de realizar por nosotros mismos, e hizo por nosotros lo que era esencial para nuestra salvación, lo cual estaba más allá de nuestro poder; y también que estamos bajo el mandamiento y la necesidad de efectuar las obras que nos son requeridas tal como están expresadas en los mandamientos conocidos como el evangelio de Jesucristo“ (Smith, Doctrines of Salvation, 2:309-11).

Pregunta:Si una persona está haciendo todo lo posible para vencer al mundo, ¿alcanzan sus obras para que “gane” la compañía del Espíritu, o meramente merece esa compañía?

Respuesta:Mosíah 2:20, 21.

Pregunta:¿Valen, entonces, las bendiciones de Dios mucho más que lo que el hombre puede alcanzar mediante sus obras buenas? ¿Significa eso que yo soy justificado mediante la gracia después de hacer todo lo que me es posible?

Respuesta:Sí Lea 2 Nefi 25:23; Moroni 10:32, 33.

(39-8) Romanos 4:4. La vida eterna: ¿un don o una recompensa?

La sugerencia de Pablo aquí es que si un hombre fuera justificado mediante las obras de la ley, entonces tendría razón para gloriarse, pues entonces la recompensa recibida del Padre sería una deuda saldada por los servicios rendidos y no un don de gracia. Pero, naturalmente, este no es el caso. Ningún hombre puede ganar la salvación por sí mismo. Esto destrozó el concepto judío de que de alguna manera uno podía ganar la aprobación de Dios y la gloria eterna mediante la obediencia a la ley. En este sentido, es interesante notar que aun la misma terminología que el Señor usa aclara que nada de lo que el hombre puede hacer le bastaría para ganar el reino celestial. Siempre que el Señor habla de que su gloria y reino serán transmitidos al hombre, el verbo que se usa es heredar y el sustantivo es don. Mientras que no hay sugerencia de que el don se dé incondicionalmente, es claro igualmente que se trata de un don. Las Doctrinas y Convenios ilustran perfectamente ese equilibrio. “Si haces lo bueno sí y te conservas fiel hasta el fin, serás salvo en el reino de Dios, que es el máximo de todos los dones de Dios; porque no hay don más grande que el de la salvación” (D. y C. 6:13).

“¿Cuál es el precio que los hombres deben pagar por este precioso don? No es la conformidad con la ley de Moisés, ni el cumplimiento con las ordenanzas y ritos de una ley muerta, sino el precio de la fe; fe en el Señor Jesucristo, fe que incluye en sí misma obras perdurables de rectitud, la cual no puede existir a menos y hasta que los hombres sujeten sus vidas a las normas del evangelio.

“¿Entonces la salvación viene mediante las obras? No, no mediante las obras de la ley de Moisés, y en ese sentido, ni aun mediante las obras más perfectas del evangelio mismo. La salvación viene mediante la expiación de Cristo, mediante el rescate que El pagó, por la propiciación que efectuó; sin esto no hay obra, por buena que sea, por parte de los hombres que pueda redimirlos de la muerte temporal (con lo cual redención es resurrección) o redimirlos de la muerte espiritual (con lo cual redención es vida eterna)” (McConkie, DNTC, 2:231).

(39-9) Romanos 4:16. ¿En qué forma son justificados los hombres?

“Por lo tanto sois justificados de fe y obras, mediante la gracia, a fin de que la promesa sea asegurada a toda la descendencia; no solamente a los que son de la ley, sino también a ellos que son de la fe de Abraham, el cual es el padre de todos nosotros” (Romanos 4:16, Versión Inspirada).

(39-10) Romanos 5:20. ¿Qué significa “la ley se introdujo para que el pecado abundase”?

La palabra griega que Pablo usa aquí se ha traducido como introdujo. Literalmente la palabra usada quería decir “venir y entrar por el costado”. En el griego clásico a menudo se aplicaba en relación a los actores que en el teatro representaban papeles secundarios y que se presentaban en el escenario saliendo de entre las bambalinas laterales, decían su parte y volvían a desaparecer. Esa palabra usada para describir la ley de Moisés señala lo mismo que sugirió Pablo en Gálatas cuando a la ley le llama “ayo” (Véase la nota en cuanto a Gálatas 3:24).

PUNTOS A CONSIDERAR

El HOMBRE ES JUSTIFICADO POR LA FE MEDIANTE LA GRACIA DE DIOS

Como han leído, Pablo estaba fortaleciendo a los santos de Roma contra los judaizantes, los que reclamaban obediencia a la ley de Moisés como medio de salvación. Esto explica su firme énfasis en cuanto a la gracia de Cristo. Si Pablo hubiera tenido la oportunidad de escribir a los santos modernos que se están enfrentando a las enseñanzas de que la salvación viene solamente mediante la gracia, es muy probable que él hubiera recalcado firmemente la necesidad de la rectitud personal.

Examinemos más a fondo el concepto de la justificación mediante la fe, a fin de encontrar el equilibrio adecuado entre la gracia y las obras en el proceso de salvación en el reino de Dios.

Estudiemos el diálogo siguiente:

Justificación mediante la fe

Pregunta:

Pablo dijo que el hombre es justificado mediante la fe. ¿Qué quiere decir con eso de justificación?

Maestro:

Bien, antiguamente el término tenía el significado de ser reivindicado o hecho justo, tal como en la actualidad. Además, sin embargo, estaba íntimamente asociado con la idea de relación. Ser justificado significaba ser puesto otra vez en la relación adecuada con una persona a la cual uno había ofendido mediante una mala obra.

Pregunta:

¿De manera que si soy justificado, soy puesto en la relación adecuada con Dios?

Maestro:

Sí. Cuando pecamos nos hacemos extraños para con Dios, rompemos la relación que teníamos con El. Esto es así porque El es un ser santo perfectamente justo. Ninguna cosa impura puede morar en su presencia. Al pecar venimos a ser lo que las Escrituras llaman “el hombre natural”. El hombre natural es enemigo de Dios (Véase Mosíah 3:19). Al ser hechos justos, o en otras palabras, al ser justificados, podemos entonces volver a su presencia, ser reconciliados con El y de este modo restablecer nuestra relación original con El.

Pregunta:

¿Pero cómo puede uno ser hecho justo y restablecer la relación con Dios sin ser realmente justo?

Maestro:

No se puede. Como lo dice el élder McConkie, la ley de la justificación significa que “…Todos los convenios, contratos, vínculos, compromisos, juramentos, votos, efectuaciones, uniones, asociaciones o aspiraciones (D. y C. 132:7) en los que los hombres se cobijan para ser salvos y glorificados, deben recibirse y ser realizados en rectitud de manera que el Espíritu Santo pueda justificar al candidato para la salvación en lo que ha sido hecho (1 Nefi 16:2; Jac. 2:13-14; Alma 41:15; D. y C. 98, 132:1, 62). Un acto que es así justificado por el Espíritu es aquel que es sellado por el Santo Espíritu de la Promesa, o en otras palabras, ratificado y aprobado por el Espíritu Santo. Esta ley de justificación es la provisión que el Señor ha puesto en el evangelio para asegurar que ninguna efectuación injusta tenga validez en la tierra ni en el cielo, y que nadie añada a su posición o gloria en el más allá recibiendo una bendición inmerecida” (DNTC, 2:230).

Pregunta:

¿No dice eso que el hombre es justificado por sus obras? Debe ser justo para ser justificado.

Maestro:

Sí, debe ser justo, pero no es su propio esfuerzo personal el que lo justifica. La única manera en la que un hombre puede ser justificado mediante sus obras solamente, sería guardando todas las leyes de Dios perfectamente. Una sola violación de la ley ya lo haría extraño a Dios, aunque, naturalmente nadie peca solamente una vez. Todos los hombres están inclinados al pecado, violando las leyes muchas veces. Esto es lo que Pablo estaba enseñando cuando dijo: upar cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Pregunta:

De eso me puedo dar cuenta, pero ciertamente la rectitud personal ayuda a salvarnos.

Maestro:

¡Naturalmente! El hombre no puede ser salvo sin rectitud personal. Pero no debe pensar que de alguna manera puede salvarse a sí mismo mediante su sola obediencia. Solamente una persona fue justificada por sus obras, y ella fue Cristo. El resto de nosotros debe ser justificado, o hecho recto, o vuelto a la relación adecuada con Dios, mediante la fe en Jesucristo.

Pregunta:

¿Es Cristo, entonces, la llave de la justificación?

Maestro:

Pues, una comparación mejor sería decir que Cristo provee la puerta hacia la salvación y la fe en El es la llave de esa puerta.

Pregunta:

¿En qué forma la fe justifica a una persona?

Maestro:

Antes de contestar eso, debemos definir qué es la fe. Aquí tenemos cómo definió José Smith la fe:

“Por esto entendemos que el principio de poder que existió en el seno de Dios mediante el cual fueron hechos los mundos, fue la fe; y que es en razón de este principio de poder existente en la Trinidad, que todas las cosas creadas existieron; de manera que todas las cosas en el cielo, en la tierra o debajo de la tierra, existieron en razón de la fe tal como ella existía en El.

“Si no hubiera sido por el principio de la fe los mundos nunca habrían sido formados ni se habría creado al hombre del polvo. Es el principio mediante el cual obra Jehová, y mediante el cual ejerce poder sobre todas las cosas temporales así como eternas. Quitad este principio o atributo (pues es un atributo) de la Divinidad, y El dejaría de existir” (Lectures on Faith, primer sermón, vers. 15, 16, págs. 8-9).

De manera que, dicho sencillamente, la fe es el poder de Dios y solamente este poder de Dios puede justificar a una persona. ¿No les hace eso recordar algo que Pablo escribió a los romanos?

Alumno:

Sí, él dijo que no se avergonzaba del evangelio de Jesucristo, porque era el poder de Dios para la salvación. (Véase Romanos 1:16).

Maestro:

Eso da una nueva perspectiva a ese versículo, ¿verdad? Solamente en el evangelio de Jesucristo uno puede encontrar el poder de Dios, o desarrollar verdadera fe.

Alumno:

Es obvio que esta clase de fe, la verdadera fe, como usted la llama, es algo más que una creencia intelectual.

Maestro:

Oh, sí. Y es aquí donde la necesidad del hombre, la necesidad de rectitud personal, entra en juego. José Smith dijo que había tres cosas necesarias para el desarrollo de la fe: primero, una idea de la existencia de Dios; segundo, una idea correcta de sus atributos; y tercero, el conocimiento de que la vida de uno está de acuerdo con la voluntad de Dios. (Ver Lectures on Faith, tercer sermón, vers. 2-5).

Alumno:

De manera que la un/ca forma de saber que la vida de uno es agradable a Dios, es vivir de acuerdo a su voluntad.

Maestro:

Exactamente. Aquí tenemos lo que el profeta José Smith siguió diciendo en cuanto al desarrollo de la tercera condición.

“Observemos aquí que una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas no tiene poder suficiente para producir la fe necesaria para alcanzar la vida y salvación; pues, desde la primera existencia del hombre, la fe, necesaria para el gozo de la vida y salvación, nunca pudo ser obtenida sin el sacrificio de todas las cosas terrenas. Fue mediante este sacrificio, y solamente mediante éste, que Dios ha ordenado que los hombres gocen de vida eterna; y es a través del sacrificio de todas las cosas terrenales que los hombres realmente saben que están haciendo las cosas que son aceptables a la vista de Dios. Cuando un hombre ha ofrecido en sacrificio todo lo que tiene por la verdad, sin siquiera reservándose su vida, creyendo ante Dios que ha sido llamado para hacer este sacrificio porque busca hacer su voluntad, sabe, con toda certeza, que Dios aceptará y acepta su sacrificio y ofrenda y que no ha buscado, ni buscará en vano el rostro de El. Bajo estas circunstancias, entonces, puede obtener la fe necesaria para asirse a la vida eterna” (Lectures on Faith, sermón sexto, vers. 7). De manera que la rectitud personal es absolutamente esencial y puede ser desarrollada mediante nuestra voluntad de sacrificar para el Señor todo lo que El requiere. Esto ayuda a formular la expresión de fe mediante la cual podemos ser justificados. Una vez que tenemos verdadera fe, ¿cuál será el resultado en nuestra vida?

Alumno:

No estoy seguro de lo que usted quiere decir.

Maestro:

La fe es el primer principio del evangelio. ¿Cuál es el segundo?

Alumno:

El arrepentimiento.

Maestro:

Sí. La verdadera fe en Jesucristo siempre llevará al hombre a arrepentirse de sus pecados. Y siendo que la fe es poder, el arrepentimiento será eficaz y sincero. ¿Luego qué viene?

Alumno:

Ser bautizados.

Maestro:

¿Por qué?

Alumno:

Para obtener la remisión de nuestros pecados.

Maestro:

¿Qué significa exactamente eso?

Alumno:

Que mediante la sangre de Cristo somos santificados, o limpiados, de esos pecados.

Maestro:

Y si los pecados que hemos cometido son quitados mediante el poder expiatorio del sacrificio de Cristo, ¿qué efecto tiene eso sobre el hombre?

Alumno:

Queda sin pecados, es justo.

Maestro:

¿Qué acontecerá finalmente con aquel que queda sin pecados?

Alumno:

Puede volver a la presencia de Dios. Pero nadie vive perfectamente después del bautismo.

Maestro:

Eso es cierto, pero volveremos a ese punto dentro de un momento. Primero, ¿cómo llamamos al procedimiento que hace que el hombre se vuelva justo y que lo devuelve a una buena relación con Dios?

Alumno:

Lo llamamos justificación.

Maestro:

¿Y ese poder que justifica al hombre radica únicamente en la ordenanza del bautismo?

Alumno:

No, en realidad no. El bautistmo es una representación simbólica de lo que debe acontecer espiritualmente hablando. Pero si no sucede en nuestro interior, entonces el bautismo no nos limpia de nuestros pecados.

Maestro:

Tienes razón en parte. La ordenanza exterior la requiere Dios, naturalmente, pero el poder para efectuar esos cambios internos, espirituales, viene por medio de la fe. De manera que somos justificados por la fe. Ahora volvamos a la pregunta que usted hizo. Después de bautizarnos, ¿qué?

Alumno:

Recibimos el don del Espíritu Santo.

Maestro:

¿Por qué no podemos obtener ese don antes de ser bautizados?

Alumno:

No estoy muy seguro al respecto. Podemos tener la influencia y el poder de El, pero no el don.

Maestro:

Hay una razón muy importante y muy lógica. El Espíritu Santo es un miembro de la Trinidad o, en otras palabras, es un Dios. ¿Cuál es la regla eterna en cuanto a morar con los Dioses?

Alumno:

Nada impuro puede morar en su presencia. Ya veo. De manera que debemos llegar a ser santos, o limpios del pecado, antes de que El pueda morar en nosotros.

Maestro:

Y la purificación viene porque nos arrepentimos, lo cual resulta de nuestra fe. Bien, obviamente que aun después del bautismo continuaremos cometiendo errores. Pero cuanto más cerca del Espíritu Santo nos alleguemos, tanto más seremos influidos para vivr rectamente. Nadie es capaz de vivir perfectamente por sí mismo, pero con la ayuda de Dios (del Espíritu Santo) se puede progresar al punto en que uno triunfa sobre todos los pecados.

Alumno:

¿Y qué se puede decir de aquellos pecados que uno comete entre el tiempo del bautismo y el tiempo cuando se es perfeccionado?

Maestro:

Si uno continúa ejerciendo la fe, siendo verdaderamente penitente y renovando los convenios que ha hecho en el bautismo, semanalmente al participar de la Santa Cena, ¿qué sucede?

Alumno:

Aquellos pecados serán quitados de él mediante el mismo procedimiento. Y la clave de todo esto es la fe.

Maestro:

¡La clave es fe en Jesucristo! Sin El todo sería en vano. Nuestra rectitud personal es esencial en cada paso de nuestro progreso, pero siempre sería insuficiente sin su gracia y poder. Esto es lo que Nefi quiso decir al expresar: “…pues sabemos que es por la gracia que nos salvamos, después de hacer todo lo que podemos” (2 Nefi 25:23).

Alumno:

Sí, Y ahora podemos ver la sublime sabiduría de Pablo al decir, “Por lo tanto sois justificados de fe y obras mediante la gracia…” (Romanos 4:16; Versión Inspirada).