27
“¡HA RESUCITADO!”
LA SEMANA DEL SACRIFICIO EXPIATORIO |
Mateo |
Marcos |
Lucas |
Juan |
---|---|---|---|---|
SEPTIMO DIA | ||||
Se pone guardia ante la tumba |
27:62–66 | |||
EL CRISTO RESUCITADO APARECE A LOS HOMBRES | ||||
EL PRIMER DIA DE LA SEMANA | ||||
La tumba se abre María Magdalena y otras mujeres visitan la tumba |
28:2–4 |
16:1–8 |
24:1–8 |
20:1 |
María notifica a Pedro y Juan |
24:9–11 |
20:2 | ||
Pedro, María y Juan visitan la tumba El Salvador aparece a María María da testimonio a los apóstoles |
16:9 |
24:12 |
20:3–10 | |
Cristo aparece a las mujeres |
28:9, 10 | |||
Los principales sacerdotes se enteran de la resurrección de Cristo |
28:11–15 | |||
Dos discípulos lo ven mientras se dirigen a Emaús |
16:12, 13 |
24:13–32 |
COMENTARIO INTERPRETATIVO
(27-1) Mateo 28:2-4, 11-15. ¿Cuál fue la reacción de los soldados ante los acontecimientos del día de la resurrección?
“El sábado, día de reposo de los judíos, había pasado, y empezaban a desvanecerse las sombras de la noche ante la alborada del domingo más memorable de toda la historia, y mientras tanto la guardia romana vigilaba el sepulcro sellado dentro del cual yacía el cuerpo del Señor Jesús. Estando todavía obscuro, la tierra empezó a temblar; un ángel del Señor descendió en gloria, quitó la inmensa piedra de la entrada del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto brillaba como un relámpago y sus vestidos eran blancos como la nieve. Los soldados, paralizados de temor, cayeron a tierra y se quedaron como muertos. Cuando se hubieron recobrado parcialmente de su espanto, huyeron aterrados del sitio. Ni aun el rigor de la disciplina romana, que decretaba una muerte sumaria a todo soldado que desertaba su puesto, pudo detenerlos. Además, ya no había qué vigilar; el sello de autoridad fue hecho pedazos, y el sepulcro se hallaba abierto y vacío” (Talmage, Jesús el Cristo, pág. 713
(27-2) Mateo 28:1-4. ¿Cuál fue el momento de la Resurrección? ¿Cuándo salió el Salvador de la tumba?
“Nuestro Señor predijo en forma definitiva su resurrección de los muertos al tercer día (Mateo 16:21; 17:23; 20:19; Marcos 9:31; 10:34; Lucas 9:22; 13:32; 18:33); y los ángeles en el sepulcro (Lucas 2:47) así como el propio Señor resucitado (Lucas 24:46) verificaron el cumplimiento de las profecías, y así lo testificaron los apóstoles en años posteriores. (Hechos 10:40; 1 Cor. 15:4). Esta referencia al tercer día no debe entenderse que significa tres días completos. Los judíos empezaban a contar las horas diarias desde la puesta del sol, de modo que la hora antes de la puesta del sol y la que seguía después pertenecían a distintos días, Jesús murió y fue sepultado el viernes en la tarde. Su cuerpo muerto estuvo en la tumba parte del viernes (el primer día), durante el sábado, o como dividimos los días, desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado (el segundo día) y parte del domingo (el tercer día). No sabemos cuál fue la hora, entre la puesta del sol del sábado y la aurora del domingo, cuando se levantó” (Talmage, Jesús el Cristo, pág. 732).
(27-3) Juan 20:1. ¿Cuál es el significado del “primer día de la semana”?
“Como Jesucristo salió de la tumba el primer día de la semana, para conmemorar ese día y tener en memoria la gloriosa realidad de la resurrección, los antiguos apóstoles, según fueron guiados por el Espíritu, cambiaron el día de reposo al domingo. Que este cambio tuvo aprobación divina lo sabemos bien mediante la revelación de los últimos días, en la cual la Deidad habla del “día del Señor” como tal y establece qué es lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer en ese día (véase D. y C. 59:9-17)” (McConkie, DNTC, 1:841).
(27-4) Mateo 26:6-13. ¿Fue María Magdalena la misma que ungió a Jesucristo en casa de Simón el fariseo (Lucas 7:36-50), o la misma mujer mencionada como María de Betania?
“María Magdalena llegó a ser una de las amigas más apreciadas que Cristo tuvo entre las mujeres; y su devoción hacia El, en calidad de su Sanador y Aquel a quien adoraba como el Cristo, fue invariable; ella se acercó a la cruz mientras las otras mujeres se pararon lejos en los momentos de su agonía mortal; fue una de las primeras en llegar al sepulcro en la mañana de la resurrección, y el primer ser mortal en ver y reconocer a un Ser resucitado, su Señor, a quien amaba con todo el fervor de la adoración espiritual. Decir que esta mujer, escogida de entre las demás para ser merecedora de tan distintivos honores, fue en un tiempo una perdida, su alma cicatrizada por el fuego de una lascivia impía, es contribuir a la perpetuación de un error para el cual no hay excusa. Sin embargo, la falsa tradición que surgió de una suposición antigua e injustificada —de que esta noble mujer, tan distinguida amiga del Señor, es la misma que, con fama de pecadora lavó y ungió los pies del Salvador en la casa de Simón el Fariseo y recibió la gracia del perdón por medio de su contrición— se ha aferrado tan tenazmente al pensamiento popular con el transcurso de los siglos, que el nombre, Magdalena, se ha convertido en designación genérica de la mujer que pierde su virtud y más tarde se arrepiente. No estamos considerando si se podría extender la misericordia de Cristo a la clase de pecadora que falsamente se le imputa a María Magdalena de haber sido; el hombre es incapaz de medir los límites o sondar las profundidades del perdón divino; y si es que María de Magdala y la pecadora arrepentida que hizo este servicio a Jesús mientras se hallaba a la mesa del Fariseo fueron la misma, la pregunta se contestaría afirmativamente porque aquella mujer que había sido pecadora fue perdonada. Lo que estamos tratando es la narración bíblica como historia, y en ella no hay nada que justifique la verdaderamente repugnante pero común imputación de falta de castidad al alma devota de María Magdalena” (Talmage, Jesús el Cristo, págs. 280-281).
(27-5) Marcos 16:9-11; Juan 20:11-18. Jesucristo se aparece a María Magdalena
“Hay mucho relacionado con la muerte, entierro y resurrección de nuestro Señor que ennoblece y glorifica a las mujeres fieles. Ellas lloraron en la cruz, buscaron cuidar del cuerpo maltrecho y sin vida de El y fueron a la tumba a llorar y adorar a su amigo y maestro. De manera que no es extraño que encontremos a una mujer, María de Magdala, elegida y apartada entre todos los discípulos aun incluyendo a los apóstoles, para ser el primer mortal que viera y se inclinase ante la presencia de un ser resucitado. María, que había sido sanada de mucho y que amaba mucho, ivio al Cristo resucitado!” (McConkie, DNTC, 1:843).
(27-6) Juan 20:17. ¡Por qué el Señor prohibió que María lo tocase?
“Uno podrá preguntarse por qué Jesús le prohibió a María Magdalena que lo tocara, y corto tiempo después permitió que otras mujeres le abrazaran los pies al inclinarse reverentemente delante de El. Podemos suponer que el arrebato emocional de María fue causado más bien por un sentimiento de cariño personal pero santo, que por el impulso de una adoración devota que expresaron las otras mujeres. Aunque el Cristo resucitado mostró la misma consideración amigable y estrecha que había manifestado en su estado terrenal hacia aquellos con quienes se había asociado íntimamente, ahora ya no era literalmente uno de ellos. Había en El una dignidad que vedaba la íntima familiaridad personal. A María Magdalena Cristo dijo: ‘No me toques, por porque aún no he subido a mi Padre’. Si la segunda frase fue una explicación de la primera, nos vemos compelidos a deducir que a niguna mano humana le fue permitido tocar el cuerpo resucitado e inmortal del Señor, sino hasta después que se hubo presentado al Padre. Parece razonable y probable que entre la ocasión del impulsivo intento de María de tocar al Señor, y el acto de las otras mu jeres que le abrazaron los pies al inclinarse para adorarlo reverentemente, Cristo ascendió a su Padre; y entonces volvió a la tierra para continuar su ministerio en su estado resucitado” (Talmage, Jesús el Cristo, pág. 717). (27-7) Juan 20:17. ¡
(27-7) Juan 20:17. ¡Cuál es el significado de las palabras de Cristo “Subo a mi Padre, y a vuestro Padre; a mi Dios, y a vuestro Dios”?
“Tan esmerada elección de palabras estaba a tono con su invariable costumbre de mantener una distinción entre El y otros hombres. El era el Hijo de Dios, literalmente; y los demás tenían padres mortales. Por esto El tuvo cuidado en decir ‘Subo a mi Padre, y a vuestro Padre; a mi Dios, y a vuestro Dios’ (Juan 20:17) y no a nuestro Padre y a nuestro Dios“ (McConkie, DNTC, 1:413).
(27-8) Mateo 28:1, 5-7; Marcos 15:47; 16:1. ¡Por qué María Magdalena y otras fieles mujeres fuerlm a visitar la tumba?
“Al manifestarse las primeras señales de la aurora, la devota María Magdalena y las otras fieles mujeres se dirigieron al sepulcro, llevando especias y ungüentos que habían preparado para acabar de embalsamar el cuerpo de Jesús. Algunas de ellas habían presenciado el sepelio y v¡sto la prisa forzosa con que José y Nicodemo habían envuelto el cuerpo momentos antes que empezara el día de reposo; y ahora estas piadosas mujeres llegaron temprano para prestar sus servicios cariñosos mediante una unción y embalsamamiento externo y más completo del cuerpo” (Talmage, Jesús el Cristo, pág. 713).
(27-9) Marcos 16:11, 13; Lucas 24:10, 11. ¡Por qué los apóstoles no creyeron en lo que contaron María Magdalena y las otras mujeres?
“María Magdalena y las otras mujeres relataron a los discípulos la maravillosa narración de lo que había acontecido a cada una de ellas, pero los hermanos no podían creer lo que decían y les ‘parecían locura las palabras de ellas, y no las creían’ (Lucas 24:9-11). Después de todo lo que Cristo les había enseñado concerniente a su resurrección de los muertos al tercer día, los apóstoles no eran capaces de aceptar la realidad de lo ocurrido; en sus pensamientos la resurrección era un acontecimiento misterioso y remoto, no una posibilidad actual. No existía ni precedente ni analogía para las cosas que estas mujeres contaban —de que una persona muerta volviese a vivir con un cuerpo de carne y huesos que pudiera verse y palparse— con excepción de los casos del joven de Naín, la hija de Jairo y el querido Lázaro de Betania; pero en la restauración de éstos a una vida terrenal, y la resurrección rumorada de Jesús, ellos veían diferencias esenciales. Una perplejidad profunda y dudas inquietantes reemplazaron, en este primer día de la semana, la angustia y sensación de pérdida irreparable que caracterizaron sus pensamientos el día de reposo de ayer. Pero mientras los apóstoles vacilaban en creer que Cristo realmente había resucitado, las mujeres, menos escépticas y más confiadas, lo sabían; porque no sólo lo vieron, sino oyeron su voz, y algunas le habían tocado los pies” (Talmage, Jesús el Cristo, págs. 717-718).
(27-10) Mateo 27:62-69; 28:1-4, 11-15. ¡Qué intentos se hicieron para desacreditar la resurrección?
“Ya hemos tratado ampliamente en el texto la falsa aseveración de que Cristo no resucitó, sino que los discípulos hurtaron su cuerpo de la tumba. La mentira es su propia refutación. Los incrédulos de una fecha posterior, enterados del palpable absurdo de este tosco intento de hacer una falsa representación, no han vacilado en sugerir otras hipótesis, cada una de las cuales es conclusivamente insostenible. Por tanto, la teoría basada en la imposible suposición de que Cristo no estaba muerto cuando fue bajado de la cruz, sino en un coma o estado inconsciente, y que más tarde se le revivió, se contuta por sí misma cuando la consideramos en relación con los hechos conocidos. La herida de la lanza del soldado romano habría sido fatal en caso de que el Señor hubiera estado vivo. Además, los miembros del concilio judío, a quienes no podemos juzgar de haber participado en la sepultura de un hombre vivo todavía, bajaron el cuerpo, lo llevaron, envolvieron y sepultaron; y en lo que respecta a una subsiguiente revivificación, Edersheim (tomo 2, pág. 626) terminantemente afirma: ‘Sin mencionar los muchos absurdos relacionados con esta teoría, lo que realmente hacemos —al absolver a los discípulos de complicidad— es acusar de fraude al propio Cristo’. Una persona crucificada, quitada de la cruz antes de morir y subsiguientemente revivida, no podía haber andado con los pies heridos y quebrantados el mismo día de su revivificación, como lo hizo Jesús en el camino a Emaús. Otra teoría, muy popular en su época, fue la de imputar una decepción inconsciente a los que afirmaron haber visto al Cristo resucitado, alegándose que todas estas personas fueron vlctlmas de visiones objetivas pero irreales, conjuradas por su propia condición agitada e imaginativa. La independencia y señalada individualidad de las varias apariciones atestiguadas del Señor desmienten la teoría de la visiones. La clase de ilusiones visuales subjetivas, como las que se fundan en esta hipótesis, presuponen un estado de expectación por parte de aquellos que creen que las ven; pero todos los acontecimientos relacionados con las apariciones de Jesús después de su resurrección se opusieron diamétricamente a las expectaciones de aquellos que llegaron a ser testigos de su estado resucitado. “Citamos los casos anteriores “Citamos los casos anteriores de teorías falsas e insostenibles, concernientes a la resurrección de nuestros Señor, como ejemplos de los numeroso esfuerzos abortivos que se han hecho para desacreditar, por medio de explicaciones, el milagro más grande y el hecho más glorioso de la historia. Da fe de la resurrección de Jesucristo una evidencia más conclusiva que aquella sobre la cual descansa nuestra aceptación de los hechos históricos en general. Sin embargo, el testimonio de la resurrección de nuestro Señor de entre los muertos no se funda en la página escrita. A quien buscare con fe y sinceridad le será dada una convicción individual que le permitirá confesar reverentemente, como exclamó el ilustre apóstol de la antigüedad: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’ Jesús, Dios el Hijo, no está muerto. ‘Yo sé que mi Redentor vive’ (Job 19:25) (Talmage, Jesús el Cristo, págs. 733-734).
(27-11) Marcos 16:12. ¿Por qué el Señor no se dio a conocer cuando apareció a Cleofas y su compañero en el camino a Emaús?
“¿Por qué el Señor resucitado apareció en esta forma a Cleofas y a su compañero (tal vez Lucas, ya que es él quien hace el relato)? ¿Fue para citar e interpretar las profecías ‘comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas’? Tal cosa pudo llevarse a cabo bajo circunstancias más propicias, y cabe destacar que Lucas ni siquiera cita las explicaciones dadas. ¿Por qué Cristo mantuvo en secreto su identidad? ¿Por qué andar y hablar, probablemente durante horas, a lo largo de los polvorientos senderos de Palestina?
“Obviamente fue para mostrar cómo es un ser resucitado. Estaba enseñando el evangelio como solamente El podía hacerlo, enseñando un sermón viviente, un sermón que pronto llegaría a su clímax en el aposento alto en presencia de sus apóstoles. Véase Lucas 24:36-44.
“Jesús descendió por un sendero de Judea, anduvo durante horas y enseñó las verdades del evangelio, exactamente como lo había hecho durante tres años y medio de su ministerio mortal. Tanto se parecía a cualquier otro maestro errante en su porte, en la forma de ir vestido, en la forma de hablar, en su aspecto físico y en su conversación, que ellos no lo reconocieron como al Cristo al cual suponían muerto. ‘Quédate con nosotros’, dijeron, tal como le habrían dicho a Pedro o Juan. ‘Ven y come y duerme; debes estar cansado y con hambre’. Creían que era un mortal. ¿Podría alguien pensar en una forma más perfecta de enseñar cómo era un ser resucitado cuando su gloria está escondida dentro de sí? Los hombres son hombres sean mortales o mmortales y no hay necesidad de robarle espiritualidad a la realidad de la resurrección, no después de este episodio en el camino a Emaús. Véase Marcos 16:9-11” (McConkie, DNTC, 1:850).
(27-12) Lucas 24:13. ¿Qué distancia había entre Emaús y Jerusalén y dónde estaba situado aquel poblado?
Emaús estaba a sesenta estadios de distancia de Jerusalén, unos once Kilómetros. El lugar donde se hallaba aquel poblado aún no ha sido localizado. (Véase en el Diccionario de la Santa Biblia, de W. W. Rand, “Emmaus” [Emaús], pág. 199).
¡HA RESUCITADO!
(27-13) Aunque el sepulcro fue asegurado, nada pudo impedir que el Salvador saliera de él
Después que los principales sacerdotes y los fariseos obtuvieron guardias de Pilato, fueron “y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia” (Mateo 27:66), con la intención de que los discípulos no pudieran venir durante la noche, y robar el cuerpo de Jesucristo para luego decir que El se había levantado de entre los muertos. Los líderes judíos comprendían que tal testimonio de la resurrección sería más poderoso que los testimonios que se dieron mientras el Salvador transitaba en la mortalidad. Sabían que si los discípulos decían a la gente que El se había levantado de entre los muertos, esto sería la piedra que coronaría el ministerio del Salvador y atraería los hombres a El y a su evangelio. Para impedir ese resultado, se solicitó a Pilato una guardia romana para así asegurar el sepulcro. (Véase Mateo 27:62-66.)
Pero los planes de Dios no se iban a frustrar, pues en las primeras horas de la mañana, antes de que hubiera luz, dos ángeles del Señor descendieron del cielo para quitar la piedra que estaba delante de la puerta del sepulcro. (Mateo 28:2, 4, Versión Inspirada). “Y, por temor de él los guardias temblaron y quedaron como muertos” (Mateo 28:3, 4).
(27-14) ¿Qué acontecimientos relacionados con la resurrección de nuestro Señor tienden a ennoblecer y exaltar a María Magdalena y a las otras fieles mujeres?
“Hay mucho relacionado con la muerte, entierro y resurrección de nuestro Señor que ennoblece y glorifica a las mujeres fieles. Ellas lloraron en la cruz, buscaron cuidar su cuerpo maltrecho y sin vida y fueron a la tumba a llorar y adorar a su amigo y maestro. De manera que no es extraño que encontremos a una mujer, María de Magdala, elegida y apartada entre todos los discípulos aun incluyendo a los apóstoles, para ser el primer mortal que viera y se inclinase ante la presencia de un Ser resucitado. María, que había sido sanada por El y quien lo amaba mucho, ivio al Cristo resucitado!
“Jesucristo apareció primero a María Magdalena y luego a las demás mujeres. A María la madre de Jacobo, a Juana, a Salomé la madre de Santiago y de Juan, y a las otras mujeres cuyos nombres no son mencionados, los ángeles anunciaron la resurrección y las enviaron a comunicárselo a Pedro y a los otros discípulos. Cuando iban a cumplir la encomienda, Cristo apareció y las saludó con el conocido ‘Ave’. De manera que una vez más fueron las mujeres las que tuvieron el honor de una visitación de su amigo el Señor resucitado” (McConkie, DNTC, 1:843, 846).
PUNTOS A CONSIDERAR
TAL COMO ACONTECIO CON LOS DOS DISCIPULOS QUE RECORRIERAN EL CAMINO HACIA EMAUS, ¿HAN SENTIDO QUE EL CORAZON LES HA “ARDIDO”:
(27 -15)…al escuchar música inspiradora y testimonios sublimes?
“Cierto día, dos hombres iban caminando hacia Emaús, un pueblo que no estaba muy lejos de Jerusalén, y de pronto un hombre se puso a su lado. Ellos no lo reconocieron. Después que se apartó de ellos, dijeron ‘¿No ardía nuestro corazón en nosotros…?’ (Lucas 24:32). Lucas nos cuenta de ese incidente después de haber indagado entre mucha gente que había conocido de cerca a Jesucristo.
“Creo que hay muchos en esta congregación, y espero que muchos de los que escuchan a través de la radio y de la televisión, que han sentido arder su corazón, al escuchar no sólo los cantos inspirativos sino los sublimes testimonios; deseo que al sentir arder su corazón hayan comprendido el mensaje que entró a él. Espero que tengan una noción, al menos, de la verdad divina de que son hijos de Dios, y de que ese ardor interno fue solamente un toque de armonía entre ellos y el infinito, el Espíritu de Dios que ilumina nuestra mente, aviva nuestro entendimiento y trae a la memoria todas las cosas” (David O. MacKay en Conference Report, abril de 1960, págs. 121-22 Itálicas agregadas).
(27-16)…Cuando un maestro del evangelio les explicó las Escrituras?
“Su enseñanza nunca fue más dinámica ni su impacto tan perdurable como un domingo por la mañana cuando nos anunció tristemente el fallecimiento de la madre de un condiscípulo. Esa mañana habíamos echado de menos a Billy, pero no sabíamos la razón de su ausencia. El tema de la lección era: ‘Más bienaventurado es dar que recibir’ (Hechos 20:35). Al finalizar la clase, nuestra maestra cerró el manual y abrió nuestros ojos, oídos y corazones hacia la gloria de Dios al hacernos la pregunta: ‘¿Cuánto dinero tenemos en nuestro fondo de la clase?’
“Considerando que eran los días de la depresión, respondimos orgullosamente: ‘cuatro dólares y setenta y cinco centavos’.
“Entonces sugirió tiernamente: ‘La familia de Billy está escasa de recursos y les ha sucedido una desgracia. ¿Qué les parecería la posibilidad de visitar a los miembros de la familia esta mañana y obsequiarles el fondo que tenemos?’
“Siempre recordaré la pequeña comitiva caminando esas tres cuadras, entrando a la casa de Billy, saludándolos a él, sus hermanos, hermanas y su padre. Claramente se notaba la ausencia de la madre. Por siempre atesoraré las lágrimas que resplandecían en los ojos de todos, cuando el sobre blanco que contenía nuestro preciado fondo para diversiones, pasó de la delicada mano de nuestra maestra a la mano necesitada de un padre afligido. Con reverencia volvimos de nuevo a la capilla. Nuestros corazones se regocijaban como nunca lo habían estado; nuestro gozo era más completo; nuestro entendimiento más profundo. Una maestra inspirada de Dios les había enseñado a los niños y niñas a su cargo una lección eterna de verdad divina. ‘Más bienaventurado es dar que recibir’.
“Bien podríamos haber repetido las palabras de los discípulos que estaban en camino a Emaús: ‘¿No ardía nuestro corazón en nosotros…cuando (ella] nos abría las Escrituras?‘ (Lucas 24:32) “ (Thomas S. Monson, “Sólo un maestro”, Liahona, noviembre de 1970, pág. 25).
(27-17)…al recibir la luz y andar en ella?
“Digo, nuestra misión no consiste solamente en proclamar, sino en vivir como testigos que han recibido la verdad y la aman. Y si vivimos la verdad, mis hermanos, ningún hombre puede entrar en el círculo de nuestra influencia sin recibir la impresión de ese hecho —algo parecido al mismo espíritu que sintieron los discípulos cuando el Maestro se les unió en el camino a Emaús y cuando caminaron junto a El. La Escritura dice: “sus ojos estaba velados”, y cuando El partió el pan fue que ellos vieron y les fue revelado positivamente quién era. Luego, compartiendo sus pensamientos, dijeron: ‘¿No ardía nuestro corazón en nosotros?’ Y así será con vosotros y conmigo, y así será con todo hombre que, habiendo recibido la luz, ande en ella“ (Alonso A. Hinckley, en Conference Report, abril de 1917, págs. 93-94; Itálicas agregadas).
(27-18)…Al contemplar su vida y misión cuando recibieron el testimonio humilde y solemne de que El vive?
“En nuestro corazón sentimos muy a semejanza de los que anduvieron con el Cristo resucitado, sin saberlo, Cleofas y el otro, quienes, mientras iban hacia Emaús el día de la resurrección hablaban de Jesús en su viaje. El Maestro se puso a su lado y abrió las Escrituras para el entendimiento de ellos. Impresionados le pidieron que se quedara con ellos cuando se detuvieron a descansar.
“Posteriormente sus ojos fueron abiertos y lo conocieron, pero El había desaparecido. Dijeron ellos: ‘No ardla nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino…?’ (Lucas 24:25, 32).
“Al contemplar su vida y misión, nuestro corazón arde dentro de nosotros, pues sabemos que El vive“ (Alvin R. Dyer, en Conference Report, abril de 1966, pág. 125; Itálicas agregadas).
(27-19) Jesús el Cristo, nuestro Salvador y Redentor, j ha resucitado!
“Os testifico que Jesús es el Cristo, el Salvador y Redentor del mundo, el mismo Hijo de Dios.
“Nació y fue el niño de Belén.
“Vivió y ejerció su ministerio entre los hombres.
“Fue crucificado en el Calvario.
“Sus amigos lo abandonaron.
“Sus allegados más íntimos no comprendieron cabalmente su misión y dudaron. Uno de los que gozaban de su mayor confianza negó conocerlo.
“Un gobernante pagano, luchando con su propia conciencia después de consentir en la muerte de Jesús, hizo que sobre la cruz se colocase una inscripción proclamándolo ‘JESUS NAZARENO, REY DE LOS JUDIOS’ (Juan 19:19).
“Pidió perdón para los que lo atormentaban y luego voluntariamente entregó la vida.
“Su cuerpo fue puesto en una tumba prestada.
“En la abertura de la misma se colocó una piedra inmensa.
“En la mente de sus estupefactos discípulos hacían eco sus últimas palabras: ‘…confiad, yo he vencido al mundo’ (lbid. 16:33).
“En el tercer día se produjo un gran terremoto. La piedra salió de la abertura de la tumba. Algunas de las mujeres, entre los más devotos de sus discípulos, fueron al lugar llevando especias aromáticas, y ‘no hallaron el cuerpo del Señor Jesús’ (Lucas 24:3).
“Aparecieron ángeles y sencillamente dijeron: ‘¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
“’No está aquí, sino que ha resucitado’ (lbid, 24:5-6).
“Nada hay en la historia que iguale a este dramático anuncio. ‘No está aquí, sino que ha resucitado’” (Ezra Taft Benson, en Conference Report, abril de 1964, pág. 119).
La resurrección de Jesucristo ha sido proclamada como uno de los acontecimientos mejor confirmados en toda la historia.
De lo que aquí han aprendido, identifiquen cinco razones que justifiquen esto. ¿En qué forma fundamental es mayor su confirmación que la de cualquier acontecimiento secular?
La tumba vacía de nuestro Salvador es lo más significativo de todos los tiempos, pues fue la muerte quien había sucumbido, no Jesucristo. El Príncipe de Paz, habiendo cumplido todas las cosas, es el Príncipe de la vida para toda la humanidad y la vida eterna para quienes quieran seguirlo.