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Seccion 12: El TESTIMONIO DE JUAN DE LA IGLESIA TRIUNFANTE


Seccion 12

EL TESTIMONIO DE JUAN DE LA IGLESIA TRIUNFANTE

(…vi otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria” (Apocalipsis 18:1).

  1. “La revelación de Jesucristo…a su siervo Juan” (Apocalipsis 1-3)

  2. “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor” (Apocalipsis 4-18)

  3. “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo” (Apocalipsis 19-22).

EL OJO PROFETICO

Una nota sobre simbolismo

El libro de Apocalipsis es único. Es muy diferente a cualquiera de los otros libros del Nuevo Testamento. Para muchos, es un libro desconcertante y confuso, que contiene simbolismos e imágenes ajenas a todo lo que a uno le es familiar. Para muchos, su nombre parece ser una contradicción pues el término griego Apocalipsis significa “descubrimiento” o “quitar un velo” de algo, y el lector común y corriente, contrariamente a lo que se esperaría, encuentra que el contenido de este libro es velado y obscuro.

Desde los primeros tiempos, quienes han estudiado y meditado sobre el libro de Apocalipsis, han tomado distintas posiciones en cuanto a cómo develar sus misterios, y cómo interpretar sus simbolismos. ¿Describe el libro acontecimientos futuros o pasados? ¿El simbolismo es literal o alegórico? ¿Vio Juan realmente la historia todavía irreal izada, o simplemente estaba usando un lenguaje vívido y poderoso para comunicar verdades espirituales? Estas y otras preguntas han sido debatidas y sopesadas durante siglos.

Aunque ha habido distintas formas de interpretarlo y algunas teorías en cuanto a cómo debe ser examinado, los métodos sugeridos de interpretación pueden ser divididos en dos categorías generales: la profética y la no profética.

El punto de vista no profético

Muchos eruditos e intérpretes del Apocalipsis han negado que Juan haya tenido alguna intención profética al escribir este libro, y hasta llegan a rechazar la idea de que el contenido tenga conexión alguna con acontecimientos futuros. Un grupo, a menudo llamado los “preteristas” (del latín praeter que significa pasado), cree que el libro de Apocalipsis se relaciona únicamente con el pasado, esto es, los acontecimientos de la época de Juan. Creen que todos los escritos de Juan deben ser interpretados a la luz de los acontecimientos tal como sucedieron entonces; las imágenes y el simbolismo se refieren solamente al choque entre la iglesia y el imperio romano. No hay predicciones futuras, dicen, y aquellos que tratan de encontrarlas cometerán un gran error en la interpretación del significado del libro. Aunque bastante diferentes a los preteristas, otro grupo de intérpretes también clasifican de “no profético” al libro de Apocalipsis. Estos a veces son llamados “idealistas” o “alegoristas” porque sostienen que el único sentido correcto del libro es espiritual. Rechazan los intentos de interpretar el libro literalmente y niegan que los símbolos de Juan hayan significado una correspondencia directa con acontecimientos o situaciones reales. Todo debe ser tomado como un bosquejo gráfico de las verdades espirituales. Las bestias y la gran ramera son meras representaciones del mal en los hombres, el cual debe ser conquistado por los principios cristianos. El gran juicio no es la declaración real de las obras de uno delante de Dios; más bien tiene lugar en cada ocasión en que se decide sobre un punto moral. La Nueva Jerusalén es solamente la descripSECCION ción figurativa de una sociedad que elimina la guerra, el odio y el mal de su medio y comienza a vivir en amor, armonía y paz.

El Punto de vista profético

Los que sostienen el punto de vista profético concuerdan en que Juan estaba profetizando acontecimientos futuros, pero difieren en cuanto a en qué forma exactamente el libro de Apocalipsis debe ser correlacionado con la historia. Un grupo, generalmente llamado el de los “historicistas” mantiene que Apocalipsis bosqueja todo el panorama de la historia de la iglesia de “Cristo”, desde el día de Pentecostés hasta el día del juicio. Los símbolos deben ser como predicciones futuras de los grandes acontecimientos de la historia (eran futuras para Juan, pero la mayoría ahora se han cumplido). Los historicistas intentan así relacionar lo que se conoce del pasado con lo que se encuentra en el Apocalipsis. Un ejemplo de la interpretación de este grupo es la identificación de las langostas que emergen del abismo sin fin para transformarse en un ejército conquistador (Apocalipsis 11) con las invasiones mahometanas de la Edad Media. Los historicistas dicen que mientras algunas de las predicciones de Juan todavía tienen que cumplirse, la mayoría ahora son pasadas.

Otra teoría sostiene que mientras que los primeros tres capítulos de Apocalipsis (las cartas a las siete iglesias) eran aplicables a la época de Juan, el resto del libro trata de los acontecimientos de los últimos días. Todos los capítulos restantes son proféticos y se refieren a los acontecimientos terribles y magníficos que van a tener lugar justamente antes de la segunda venida de Cristo. Aquellos que interpretan el libro en esta forma, llaman a esos días “la gran tribulación” y consideran que ese período durará de tres años y medio a siete. Dicen que la tribulación irá seguida inmediatamente por el regreso triunfal del Salvador y el establecimiento del Milenio. De maner. que este grupo considera la mayor parte del libro no solamente como futuro para Juan sino todavía futuro pi,ra nosotros (aunque ven que la distancia se va acortando rápidamente, para la mayor parte). Mientras todavía reconocen el simbolismo de las imágenes de Juan, ven el cumplimiento de estas predicciones como muy literal. Por razones obvias, este grupo a menudo es llamado el de los “futuristas”.

Un punto de vista basado en revelaciones de los últimos días

No es de sorprender que el punto de vista de los Santos de los Ultimas Días no encaje o concuerde con ninguno de los cuatro anteriores y ciertamente, ni siquiera sería exacto decir que es una mezcla de los mismos. La interpretación de los Santos de los Ultimas Días es única aunque claramente cae bajo un punto de vista profético. Esto es de esperarse, ya que tenemos una ventaja sobre el resto de los estudiosos cristianos por causa de la revelación en nuestra época. Como señala el élder McConkie:

“De hecho, estamos en una posición mucho mejor para entender las partes de Apocalipsis que se espera que entendamos, que lo que generalmente comprendemos. Gracias sean dadas al material interpretativo que se encuentra en las secciones 29, 77 Y 88 Y otras más de las Doctrinas y Convenios; además, a las revisiones que se han hecho a la Versión Inspirada de la Biblia; a los semones del Profeta; algunas explicaciones aclaratorias que se encuentran en el Libro de Mormón y en otras Escrituras de los últimos días; a nuestro conocimiento general del plan de salvación, gracias a todas estas cosas (sin dejar de mencionar un poco del sentido conservador, de la sabiduría y de la inspiración en su aplicación); el hecho es que tenemos un entendimiento correcto y maravillosamente general de este libro que de otro modo parece escondido” (Bruce R. McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, 3:431).

Esta información revelada provee una importante clave para la interpretación del Apocalipsis. En algunos sentidos, este libro es como una casa con puertas y ventanas cerradas. Uno puede, sin embargo, mirar hacia adentro a través de las ventanas y vislumbrar qué hay dentro, pero solamente en la semioscuridad y con una perspectiva limitada. Pero la clave de la revelación moderna sirve para que uno abra la puerta y entre. Eso no significa que una vez dentro uno vaya a reconocer todo lo que ve, sino que al menos estando dentro de la casa puede explorar y examinar con mucho mayor detenimiento y libertad.

Esa analogía es especialmente verdadera en Doctrinas y Convenios 77. Al estar trabajando con la Versión Inspirada de la Biblia, José Smith hizo varias preguntas en cuanto al libro de Apocalipsis y recibió respuesta a las mismas. Una de estas preguntas se relacionaba al libro sellado con siete sellos que Juan vio en la mano de Dios (Apocalipsis 5:1). De esa respuesta viene la información que da a los Santos de los Ultimas Días su particular interpretación del libro. Se dijo a José Smith que el libro representaba el todo de la historia temporal del mundo y que cada uno de los siete sellos representaba un período de mil años de esa historia (D. y C. 77:6-7). En otras palabras, la apertura del primer sello representa los acontecimientos de los primeros mil años, etc.

Sin embargo, su propósito principal no es la historia sino la profecía. Por lo tanto, cada uno de los cuatro primeros períodos de mil años son bosquejados brevemente (en dos versículos cada uno). El quinto —el período mismo en el que Juan y sus lectores vivían— es un poco más extenso. El sexto milenio es el primero que recibe un tratamiento detallado (veintitrés versículos), pero aun así no es el foco de atención. Solamente al llegar a la apertura del séptimo sello es que los detalles se tornan profusos y detallados. Gran parte del resto del libro se enfoca en los sucesos del séptimo sello.

En resumen, entonces, una interpretación de los Santos de los Ultimas Días es que Apocalipsis presenta el gran plan del Padre y del Hijo aplicado en toda la historia, pero especialmente concentrándose en la era del tiempo cuando el mal, en todo su poder e iniquidad serán encadenados de una vez por todas.

No es difícil comprender cuánto consuelo habría llevado tal revelación a aquellos primeros santos que enfrentaron persecusiones di rectas y terribles de parte de su propia fuente inicua de gran poder (Roma). La iglesia estaba enfrentando la destrucción literal en aquella época; los comienzos de la gran apostasía ya se había dado y habían comenzado a apagar la luz del evangelio. En tales circunstancias habría sido natural preguntarse si Dios seguía obrando con su pueblo, o si Satanás no era el que triunfaba. Pero Apocalipsis muestra que aunque haya tenido un tiempo de poder, Satanás nunca vencerá. Está llegando el tiempo en que será derrotado de una vez por todas, finalmente y para siempre.

Tal conocimiento fue indudablemente de gran valor para aquellos primeros santos. Y es de gran valor también para los de la generación actual; para aquellos que una vez más ven reunirse a las fuerzas del mal en gran poder; para aquellos que ven al poder político y a la filosofía más directamente opuestos a Dios que la adoración del emperador, que ven cómo están controlando la vida de más gente que la que Roma controló en toda su gloria; para aquellos que ven la maldad del hombre expandirse rápidamente. ¡De cuánto valor es para esta generación el punto de vista del plan divino y la consoladora seguridad de que Dios aún está sobre todo y que triunfará en las grandes batallas finales entre la justicia y el mal!

Por qué el Señor usa simbolismos para enseñar a sus hijos

Aun la lectura más precipitada de las Escrituras deja ver claramente que el Señor frecuentemente usa lenguaje simbólico e imágenes para enseñar las verdades del evangelio a sus hijos. El trigo y la cizaña, las semillas de mostaza, el candelero, el olivo, trompetas, lagares, el ojo, el oído, el corazón, el bautismo, la cena; la lista de cosas que tienen significado simbólico es casi interminable.

Un poco de reflexión nos ayuda a entender por qué el Señor usa tales símbolos para enseñar verdades eternas. Primero, y posiblemente lo más importante, una imagen simbólica o figurativa puede transmitir la verdad y la realidad con mayor impacto a la mente de lo que lo puede hacer el concepto abstracto o las simples palabras. Consideren, por ejemplo, la idea del trigo y la cizaña. Jesucristo pudo haber dicho a sus discípulos que el reino tendría gente buena y mala; pero la cizaña es una hierba venenosa que en sus primeras etapas crece de forma tal que apenas se puede diferenciar del trigo. Solamente cuando ambas plantas llegan a su plenitud y dan su fruto (otro símbolo común en las Escrituras) es que pueden ser fácilmente identificadas y separadas. Cuando uno recuerda eso, la parábola del trigo y la cizaña toma un significado profundo. Vemos el principio del trigo y la cizaña claramente en la historia de la Iglesia de nuestra propia dispensación y también en la de los primeros apóstoles.

Una segunda razón por la que los símbolos son tan eficaces como medio de enseñanza es que tienen la capacidad de comunicar diferentes niveles de verdad espiritual así como distintos niveles de madurez espiritual. La ordenanza del bautismo es uno de los mejores ejemplos. En ella está contenido el simbolismo obvio de purificación, de lavamiento del pecado. Pero al considerar su significado aún más allá, su sentido espiritual más profundo se torna evidente. El concepto de la muerte y sepultura del hombre de pecado es sugerido. La pila bautismal viene a ser la tumba del hombre natural. Pero aun eso no da fin a sus profundidades espirituales. La fuente también significa el vientre, el seno en el que el nuevo hombre espiritual vuelve a nacer en una forma muy similar a la del nacimiento físico. (Véase Moisés 6:59.) Del mismo modo el bautismo es más que una ordenanza sencilla y hermosa; en su simbolismo se encuentran algunas de las verdades más elementales e importantes del evangelio.

Ciertamente hay otras razones para el uso de símbolos en el evangelio: su sencillez y belleza, por ejemplo, o el atractivo universal que los símbolos poseen. Ellos también estimulan al individuo a buscar y considerar sus significados. Ahora volvamos a un examen del libro de Apocalipsis, sin duda uno de los Libros más simbólicos y matafóricos de todas las Escrituras.

El simbolismo del libro de Apocalipsis

Algunas de las preguntas más comunes y difíciles de contestar en cuanto al Apocalipsis, tienen que ver con su simbolismo. ¿Cuántas de las imágenes y figuras vistas por Juan son simbólicas? ¿Deben ser consideradas literal o metafóricamente? Si algunas son literales y otras simbólicas, ¿cómo puede uno saber la diferencia? ¿Por qué algunas de las imágenes —por ejemplo, una bestia con siete cabezas y diez cuernos (Apoc. 13:1)— son tan extrañas y fuera de lo común?

Mientras que estas preguntas no pueden ser contestadas con seguridad total, hay algunas cosas importantes que uno puede tener presentes al comenzar el estudio de este libro.

  1. Es casi seguro que Juan no intentó escribir cosas que fueran obscuras e incomprensibles para sus lectores. Escribió en su lenguaje, el cual era parte del mismo ambiente cultural y de la misma herencia que ellos, y probablemente estaban familiarizados con términos especiales o frases que él usó para expresarse. Parte de nuestra dificultad en comprender este libro se debe al hecho de que estamos demasiado apartados de su época, de su situación y de su idioma. Pero cuando Juan escribió, esperaba que sus lectores entenderían claramente lo que les escribió.

  2. Por revelación Nefi fue informado que cuando los escritos de Juan fueron originalmente escritos, “las cosas que estaban escritas eran claras y puras, y las más preciosas y fáciles para el entendimiento de todos los hombres” (1 Nefi 14:23.) Podemos suponer que el libro de Apocalipsis también sufrió con el resto de los libros que componen la Biblia “después de haber pasado…por las manos de esa grande y abominable iglesia”, y que “han desaparecido muchas cosas claras y preciosas del libro” (1 Nefi 13:28). Esto, naturalmente, complica el problema de llegar a una interpretación adecuada. La Versión Inspirada tal vez haya restaurado algunas de estas cosas, pero es posible que existan otras pérdidas importantes.

  3. Gran parte de las imágenes usadas por Juan son simbólicas. De hecho, si fueran tomadas literalmente, presentarían un cuadro grotesco. Un buen ejemplo de esto es la descripción que Juan hace de las bestias que rodean el trono de Dios. Las describe como poseedoras de seis alas y “estaban llenos de ojos” (Apoc. 4:8.) A José Smith se le dijo que las alas simbolizaban su habilidad de moverse y actuar y que sus ojos representaban la luz y el conocimiento (D. y C. 77:4.) En un mundo antiguo, en el cual los vehículos- trenes, los aviones de propulsión a chorro y los cohetes eran desconocidos, ¿qué podría resultar más simbólico de la movilidad y rapidez que el vuelo de las aves? y es por medio del ojo que nosotros percibimos la luz y también recibimos el mayor porcentaje de lo que sabemos. El ojo es un símbolo apropiado de la luz y del conocimiento. La revelación es profundamente simbólica. Tratar de interpretar todo literalmente resultaría en algunos graves errores.

  4. Sin embargo, aunque el libro es sumamente simbólico, los símbolos representan cosas, personas y acontecimientos reales. En otras palabras, aunque es simbólico, no lo es el sentido que reclaman los idealistas; esto es, no tiene significado solamente en conceptos indefinidos y abstractos. Por ejemplo, el mar de vidrio es un concepto simbólico, pero representa algo definido y concreto: a la tierra en su estado celestial izado (D. y C. 77:1). El libro sellado con los siete sellos es simbólico, pero tiene una aplicación literal y clara: los siete períodos de la historia temporal de la tierra (D. y C. 77:6). Algunos de los símbolos son claros y a través de la revelación moderna conocemos lo que significan. Muchos no lo son y debemos esperar más revelación antes de poder decir con seguridad qué es lo que representan. Pero lo más importante que se debe tener en cuenta es que mientras el libro de Apocalipsis está lleno de simbolismos, cada símbolo tiene significado específico y correspondencia con alguna cosa real.

  5. El significado del libro y de sus símbolos puede ser interpretado de una manera correcta solamente mediante el don de la inspiración. La razón sin inspiraClon, no importa cuán brillante sea, no puede aclarar sus misterios. Es llamado un libro de revelación y la revelación es esencial para poder comprenderlo. Esto, posiblemente, es por lo que José Smith pudo decir: “El libro del Apocalipsis es uno de los libros más claros que Dios jamás ha hecho escribir” (Smith, Enseñanzas, pág. 352). La revelación de nuestra dispensación puede ser inmensamente útil para develar los misterios del Apocalipsis y las más importantes de esas revelaciones de esta dispensación serán las que uno reciba mediante el Espíritu a medida que el que estudia este libro lo haga con oración humilde y honesta.

BIOGRAFIA

Juan, hermano de Santiago e hijo de Zebedeo, fue uno de los doce llamados por Jesucristo. Llegó a ser conocido como Juan el Amado por causa del cariño especial que Cristo sentía hacia él (Juan 13:23). Integraba la presidencia de la Iglesia con Pedro y Santiago y estuvo firme y sin temor al lado de Pedro durante las primeras persecusiones que siguieron a la muerte del Salvador (Hechos 3, 4). Es el autor del Evangelio según San Juan, de las tres epístolas y del libro del Apocalipsis. Tuvo el privilegio especial de que se le permitiese vivir en la tierra como un ser trasladado hasta la segunda venida del Salvador (Véase Juan 21:21-23; D. y C. 7.) Se sabe poco de su vida excepto por la breve mención que aparece en Apocalipsis en cuanto a su estadía en la isla de Patmos (Apocalipsis 9), a la cual probablemente se retiró durante la ola de persecusión cristiana bajo el mandato del emperador Domiciano. En 1831 el profeta José Smith indicó que Juan estaba trabajando entre las ‘diez tribus perdidas’ (Véase Historia de la Iglesia 1:176 [no está traducido].)

Introducción a Apocalipsis

  1. Juan da testimonio de la veracidad de la revelación. (1:1-8.)

  2. Cristo da instrucciones especiales a Juan. (1:9-20.)

  3. Cristo amonesta y aconseja a los santos. (2:1-29; 3:1-22.)

Structure of Book of Revelation Chp. 53

La estructura del Libro de Apocalipsis

  1. Visión celestial

    Juan ve al Padre y al Hijo en el reino celestiál.

  2. Visión del destino triunfante del reino de Dios.

    1. El libro con siete sellos

    2. El reino de Dios contra el de Satanás

    3. La destrucción del reino de Satanás

    4. Escenas finales de la historia del mundo

  3. Visión celestial

    Juan ve el nuevo cielo y la nueva tierra, lo cual significa el mundo en su estado celestializado.

  1. “…el que estaba sentado en en trono,” dio testimonio de la veracidad de la revelación (21:6-7)

  2. Cristo da instrucciones especiales a Juan (21:8-15)

  3. El Señor da a los santos consejo y una amonestación final (21:16-21)