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CAPITULO 9: ‘TODO AQUEL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE’


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“TODO AQUEL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE”

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Judea

Mar de Galilea

Capernaum

Caná

Betsaida

EL MINISTERIO GALILEO

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Capernaum, Galilea

Es sanado el siervo del centurión

8:5–13

7:1–10

Naín, Galilea

Es levantado el hijo de la viuda

7:11–17

Galilea

Juan envía investigadores

11:2–24, 28–30

7:18–35

Una mujer unge a Jesús en la casa de Simón

7:36–50

Otro recorrido por Galilea

8:1–3

Capernaum, Galilea

Declaración sobre Belzebú

12:22–37

3:22–30

Discurso sobre las señales y testimonio

12:38–45

Su madre y hermanos lo buscan

12:46–50

3:31–35

8:19–21

COMENTARIO INTERPRETATIVO

(9-1) Mateo 11:2, 3. ¿Dudó Juan de que Jesucristo fuese el Mesías?

“A menudo surge la pregunta de por qué Juan envIo a sus discípulos a hacer tal pregunta a Jesucristo. Muchos se han preguntado si era posible que Juan mismo no estuviera seguro de la identidad de Cristo y de su llamamiento divino. Sin embargo, debemos recordar que el último testimonio registrado de Juan, fue dirigido a sus discípulos cuando ellos estaban preocupados por la creciente popularidad de Cristo. Juan les hizo recordar que él no era el Mesías, y que ellos debían dejarlo y seguir al Señor. Eso sucedió varios meses antes de que ocurriera el hecho que ahora se comenta. Parece que una de las dificultades que sufrió Juan era la de persuadir exitosamente a sus discípulos para que lo abandonaran y se convirtieran en discípulos de Jesucristo, de quien él había dado testimonio. Meses después del bautismo de Jesucristo y después de los repetidos esfuerzos de Juan por persuadirlos, éste se dio cuenta de que algunos de sus discípulos rechazaban la idea de apartarse de él para seguir al verdadero Maestro. Parece más razonable pensar que el motivo de Juan al enviar a los dos discípulos a Cristo era un esfuerzo por persuadirlos a ellos y no para asegurarse él mismo. La pregunta que tenían que hacer a Cristo era para edificación de ellos mismos, no para la de él. Juan sabía, como ningún otro, quién era el Salvador y lo sabía desde hacía mucho tiempo. El había tenido revelación por parte del cielo a este respecto: había visto con sus ojos, había oído con sus oídos y tenía el testimonio del Espíritu Santo. También había recibido el ministerio de ángeles mientras estuvo en la prisión. La respuesta más satisfactoria parece ser que Juan envió a sus discípulos para interrogar a Jesucristo acerca de su identidad a fin de que ellos mismos se dieran cuenta finalmente de la verdad que Juan había estado testificando durante muchos meses. Esta manera de ver la situación para coincidir con el conocimiento firme que Juan tenía del Redentor, con su conocido testimonio dado a los discípulos y con el rechazo natural de sus discípulos en abandonarlo.

“Tal vez convenga aclarar aquí que no había antagonismo entre Jesucristo y Juan. Ningún hombre tenía que rechazar y abandonar totalmente a Juan a fin de aceptar a Cristo. Pero El era el Hijo de Dios, y Juan su profeta. No hay comparación entre los dos y Juan no quería que existiera ningún concepto errado entre sus propios asociados acerca de su posición en relación con su Maestro” (Matthews, A Burning Light: The Life and Ministry of John the Baptist, pág. 92).

(9-2) Mateo 11:11. No hay mayor profeta que Juan el Bautista

“¿Por qué fue considerado Juan como uno de los más grandes profetas? Sus milagros no pueden haber constituido su grandeza”.

“Primero: Le fue confiada la divina misión de preparar el camino delante de la faz del Señor. ¿Quién jamás ha recibido cargo semejante, antes o después? Nadie.

“Segundo: Se le confió, y le fue requerido efectuar la importante misión de bautizar al Hijo del Hombre. ¿Quién había tenido el honor de hacer esto? ¿Quién había tenido tan grande privilegio y gloria?…

“Tercero: Teniendo las llaves del poder Juan era, en esa época, el único administrador legal de los asuntos del reino que entonces se hallaba sobre la tierra. Los judíos tenían que obedecer sus instrucciones, o ser condenados por su propia ley; y Cristo mismo cumplió con toda justicia observando la ley que El había dado a Moisés en el monte, y de esta manera la magnificó y la honró en lugar de destruirla. El hijo de Zacarías arrebató las llaves, el reino, el poder y la gloria a los judíos, mediante la santa unción y el decreto de los cielos; y estas tres razones lo establecen como el profeta más grande que ha nacido de mujer” (Smith, Enseñanzas. pág. 337-338).

(9-3) Mateo 11:11. ¿Quién era considerado “el más pequeño en el reino de los cielos”?

“¿A quién se refería Jesús cuando dijo el menor? Se juzgaba a Jesús de tener el menor derecho al reino de Dios, y [consiguientemente] el que menos merecía ser aceptado por ellos como profeta. Es como si hubiera dicho: ‘Aquel que de entre vosotros es considerado el más pequeño, es mayor que Juan: es decir, yo’” (Smith, Enseñanzas, pág. 339).

(9-4) Mateo 11:20-24. ¿Hay un lugar llamado infierno?

“La Iglesia enseña que hay un lugar llamado infierno. Naturalmente, no creemos que todos los que no reciban el evangelio irán finalmente al infierno. No creemos que el infierno sea un lugar en el cual los malvados son quemados para siempre. Sin embargo, el Señor ha preparado un lugar para todos los que van a ser castigados eternamente a causa de la violación de sus leyes…

“Un lugar donde aquellos que no pueden ser redimidos y que son llamados hijos de perdición irán a “las tinieblas de afuera”. Ese es el verdadero infierno donde irán los que habiendo conocido la verdad una vez y habiendo tenido el testimonio de ella, se apartaron luego y blasfemaron el nombre de Jesucristo. Estos son los que pecaron contra el Espíritu Santo. Para ellos no hay perdón y el Señor dijo que El había preparado un lugar para ellos. (D. y C. 76:31-37; 88:32-33).

“Todos los que entren en el reino telestial, el cual será un lugar, como lo serán todos los reinos, serán castigados por sus pecados. Durante un tiempo Satanás tendrá poder sobre ellos hasta que hayan pagado el precio de su pecado, antes de que puedan entrar a ese reino telestial.

“Esta tierra llegará a ser un reino celestial cuando sea santificada. Aquellos que entren en el reino terrestre tendrán que ir a alguna otra esfera que será preparada para ellos. Aquellos que entren en el reino telestial, igualmente tendrán que ir a alguna otra tierra preparada para ellos y habrá otro lugar llamado infierno donde el diablo y los que son castigados van con él para morar allí. Naturalmente, los que entren en el reino telestial, y los que entren en el reino terrestre tendrán el castigo eterno que vendrá a ellos sabiendo que podían, si hubieran guardado los mandamientos del Señor, haber regresado a su presencia como hijos e hijas. Esto será un tormento para ellos y en ese sentido será un infierno” (Smith, Answers to Gospel Questions, 2:208,10).

(9-5) Mateo 12:30. “El que no es conmigo, contra mí es”

“A medida que continuó en su ministerio, Jesucristo se topó con distintas reacciones. Hubo algunos que alegremente lo aceptaron, lo siguieron dondequiera que fue y trataron de vivir sus enseñanzas. Hubo otros que se mostraron indiferentes y también hubo quienes abiertamente se opusieron a él. De manera que la gente de aquella época tuvo delante de sí un claro ejemplo de la ley de oposición en todas las cosas. Por un lado estaba Cristo predicando una forma de vida; por el otro estaban los escribas y los fariseos que luchaban contra él en cada paso que daba. Y luego estaban los indiferentes. ¿Podemos decir que estaban a favor del Señor o contra El, o que, como decimos, eran indiferentes? Quiero dirigir vuestra atención al hecho de que los indiferentes no guardaron los mandamientos, y por su indiferencia animaron a otros a ser indiferentes y cuando los otros se volvieron indiferentes también se rehusaron a vivir los mandamientos del Señor su Dios.

“Estos indiferentes levantaron una barrera contra el Cristo y al extender el ejemplo de desobediencia llegaron a ser un obstáculo para El en su obra y por esa razón el Señor dijo:

“’El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama’ (Mateo 12:30)” (Mark E. Petersen, CR, abril de 1945, págs. 41-42).

(9-6) Mateo 12:31. ¿Cuál es la condición para perdonar?

“Por tanto os digo: toda clase de pecado y blasfemia será perdonada a los hombres que me reciban y se arrepientan; pero la blasfemia contra el Espíritu Santo, no le será perdonada a los hombres” (Mateo 12:31, Versión Inspirada, traducción no oficial).

(9-7) Mateo 12:31. ¿Cuál es el pecado contra el Espíritu Santo?

Para pecar contra el Espíritu Santo, el individuo debe rechazar el conocimiento que ha recibido del Espíritu Santo. Como escribió el profeta José Smith: “Tiene que decir que el sol no brilla, cuando lo está mirando…” (Smith, Enseñanzas, pág. 444). El élder joseph Fielding Smith escribió lo siguiente en cuanto a la certeza del conocimiento revelado por el Espíritu y la gravedad de negarlo:

“El testimonio del Espíritu es tan grande, y las impresiones y revelaciones de la verdad divina son reveladas con tanta fuerza que el receptor se hace poseedor de una convicción de la verdad la cual jamás puede olvidar. Por lo tanto, cuando una persona es iluminada una vez por el Espíritu al punto de que recibe conocimiento de que Jesucristo es el Unigénito de Dios en la carne, y se vuelve y lucha contra el Señor y su obra, lo hace contra la luz y testimonio que ha recibido mediante el poder de Dios. Por lo tanto, ha renunciado a la verdad y va a sabiendas en pos del mal. Es por esto que Cristo dijo que no hay perdón para tal individuo.

“El testimonio del Espíritu Santo es el testimonio más fuerte que el hombre puede recibir” (Answers to Gospel Questions, 4:92).

(9-8) Mateo 12:32. ¿Cuál es la diferencia entre rechazar a Jesucristo y negar al Espíritu Santo?

“El hombre que no ha recibido el don del Espíritu Santo y por lo tanto nunca ha ‘saboreado del don celestial’, tal vez sea culpable de blasfemia contra Jesucristo y sea perdonado si se arrepiente, pero tan grande es el testimonio mediante el Espíritu Santo que si se volviese contra el Señor y contra su obra, no hay perdón. El derramamiento de sangre inocente no se limita a quitar la vida de los inocentes, sino también incluye el intento de destruir la palabra de Dios y de poner a Cristo en pleno vituperio. Los que han conocido la verdad y luego luchan contra los siervos autorizados de Jesucristo también luchan contra El, pues los que luchan contra sus siervos lo hacen contra El y así son culpables de su sangre” (Smith, Answers to Gospel Questions, 1:63-64).

PUNTOS A CONSIDERAR

SATANAS LLEGA A SER EL PADRE DE LOS QUE RECHAZAN A JESUCRISTO

Ahora bien, han leído el relato de la blasfema acusación de los fariseos acerca de que Jesucristo echaba espíritus inmundos mediante el poder de Satanás. (Véase Mateo 12:24); Cristo usó esa ocasión para dar testimonio de que ciertamente El era el Hijo de Dios y para indicar que los fariseos no podían ver su misión porque preferían servir a Satanás. En su denuncia de esa blasfema acusación, Jesucristo usó tres argumentos para testificar de su condición de Mesías.

Primero: Repasen Mateo 12:25, 26. ¿Cuál es el primer argumento?

Segundo: Repasen Mateo 12:27-29. ¿A quién se refería el Señor cuando preguntó: “¿por quién los echan vuestros hijos?” Comparen esto con su respuesta tal cual aparece en la Versión Inspirada. (Noten que el versículo 27 de la Biblia es el versículo 23 de la Versión Inspirada).

“Pero si yo echo demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros. Pues ellos también echan demonios por el Espíritu de Dios, pues les es dado poder sobre los demonios para que puedan echarlos” (Traducción no oficial).

“Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre”

Si has caminado por Nazaret

Detrás del Hijo Mayor,

¿Podrías testificar de El,

El enviado del Señor?

O, te atreverías a decir:

No tengo necesidad de ti;

¡Las puertas del cielo puedo cruzar!

Pues, soy de familia real.

Tu madre la mía es,

Nuestros hermanos, ¡vélos, son tres!

Ahora pues, ¿qué divinidad habrá en ti,

Que no haya dentro de mí?

¡Cabeza altiva, inclínate! El es el Señor,

Y sin pecado es, pues ha alcanzado la perfección.

El hombre que en María te engendró

Padre de ese Ser no es.

No por ser su hermano puedes pedir

En los cielos su gloria compartir;

Sino que como todos debes obedecer,

Para que no tengas por tus pecados que padecer.

El agua, la sangre y el Espíritu Santo

Pueden purificar y tu corazón cambiar;

Es entonces que no sólo un hermano serás,

Sino un hijo de El, que reinará.

(Usado con permiso.)

Comentando acerca de ésto, el élder Bruce R. McConkie ha dicho:

“Los comentaristas sectarios, casi universalmente, han supuesto que los falsos religiosos del tiempo de Cristo podían echar demonios mediante el exorcismo, la magia, los encantamientos de alguna clase, etc. Con nada más que la Biblia común ante ellos debería ser evidente que esta conclusión es absurda e ilógica, pues el tenor de este pasaje es que Satanás no puede expulsar a Satanás. Pero en la Versión Inspirada aprendemos que aquellos otros judíos que estaban echando fuera demonios eran personas que habían obtenido el Espíritu de Dios, es decir que habían sido bautizadas, eran miembros de la Iglesia, eran poseedores del sacerdocio y andaban recta y fielmente delante del Padre. Los ministros falsos no tienen ese poder, no han expulsado demonios; ni lo han hecho, ni lo hacen, ni lo harán” (DNTC, 1:269).

Tercero: Repasen Mateo 12:33-35. ¿Qué es lo que El está pidiendo a los fariseos?

“’Sean coherentes, fariseos; decidan si el árbol es bueno o malo; si es bueno echará fuera demonios, como yo los hecho y entonces mi obra es buena, pues el árbol es conocido por sus frutos; pero si yo soy malo, como ustedes dicen, entonces debe ser cosa mala esa de sanar a los poseídos por espíritus malos, pues un árbol corrupto trae frutos malos’” (McConkie, DNTC, 1:275).

Cuando el Salvador instruía a los fariseos en cuanto a su divinidad, estaba dirigiendo una denuncia contra ellos. Más tarde les dijo que rechazándolo como el verdadero Mesías estaban haciendo realmente aquello de lo que lo acusaban a El: elegir al diablo como padre de ellos. (Véase Juan 8:44).

MEDIANTE LA OBEDIENCIA A LOS MANDAMIENTOS ELEGIMOS A CRISTO COMO NUESTRO PADRE

Lean de nuevo en Mateo 12:49, 50 y luego lean lo siguiente, incluyendo los pasajes citados:

En lo que concierne al evangelio, los hombres tienen muchos padres; algunos de estos padres y la relación que tenemos con ellos, son los siguientes:

El padre del cuerpo espiritual

Romanos 8:16

El padre del cuerpo físico

Hebreos 12:9

Padres en el sacerdocio

Los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec que son fieles, no importa cuál sea su linaje natural, vienen a ser por adopción los hijos de Moisés y de Aarón. (Véase D. y C. 84:6, 31-34). (McConkie, Mormon Doctrine, págs. 145-46).

El Padre que nos salva

Santiago 1:17, 18; Mosiah 5:7

Todas estas relaciones de padre-hijo son vitales, pues si cualquiera de ellas fuese omitida, el progreso hacia la perfección se vería detenido.

Cada una de estas relaciones requiere condiciones básicas. Por ejemplo, la vida física requiere oxígeno; y si no hubiera oxígeno, no habría vida física.

En la misma forma, llegar a ser miembro de la familia de Cristo (lo cual es la relación suprema y más gloriosa de todas las relaciones de la vida) involucra ciertas condiciones, y si éstas no son satisfechas entonces el candidato no puede ser miembro de la familia de Jesucristo.

¿Qué posición ocupa María y sus otros hijos, y qué deben hacer ustedes, para llegar a ser miembros de la familia de Jesucristo? (Véase Mateo 12:49, 50.)

(9-9) Podemos llegar a ser miembros de la familia de Jesucristo

Esto, (la idea de que podemos llegar a ser miembros de la familia de Jesucristo) nos otorga una relación familiar especial reservada para los fieles. Está por encima y agregada al hecho de que todos los hombres son hijos espirituales del Padre Eterno…Esta es una doctrina gloriosa y maravillosa. Nosotros somos los hijos e hijas del Dios viviente, los hijos del gran Jehová, el fruto adoptivo del Señor Jesucristo. Llevamos sobre nosotros el nombre de Cristo. Somos miembros de su familia. El es nuestro Padre” (McConkie, “The Ten Commandments of a Peculiar People” Speeches of the Year 1975, pág. 30)…

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