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CAPITULO 23: ‘COMO YO OS HE AMADO’


23

“COMO YO OS HE AMADO”

Map Chp. 23

El Mar Grande

Galilea

Mar de Galilea

Samaria

Jerusalén

Judea

LA SEMANA DEL SACRIFICIO EXPIATORIO

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

TERCER DIA

Cristo predice la traición

26:1, 2

Se organiza el plan contra Jesús

26:6–5

14:1, 9

22:1, 2

Acuerdo secreto de Judas

26:14–16

14:10, 11

22:3–6

QUINTO DIA

Arreglos para la cena de Pascua

26:17–19

14:12–16

22:7–13

Contienda en cuanto a la precedencia en la cena de Pascua

Lava los pies de los apóstoles

26:20

14:17

22:14; 24:30

13:1–20

La Santa Cena: Introducción de la Santa Cena

26:26–29

14:22–25

22:15–20

Señala al traidor

Judas se va

Jesús anuncia su muerte

26:21–25

14:18–21

22:21–23

13:21–26

13:27–30

13:31–35

Los apóstoles expresan lealtad

26:31–35

14:27–31

22:31–38

13:36–38

COMENTARIO INTERPRETATIVO

(23-1) Mateo 26:5. ¿Por qué los líderes judíos no detuvieron a Jesucristo durante la fiesta de la Pascua?

“Los oficiales especialmente tenían un tumulto entre los galileos, en quienes se manifestaba un orgullo provincial por la prominencia de Jesús —considerado uno de los suyos— y muchos de los cuales se hallaban presentes en Jerusalén. También se resolvió, por las mismas razones, abrogar, en el caso de Jesús, la costumbre judía de presentar un ejemplo impresionante con los ofensores más notorios, infligiéndoles el castigo públicamente cuando se hallaban reunidas grandes multitudes; por tanto, los conspiradores dijeron: ‘No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo’” (Talmage, Jesús el Cristo, pág. 622).

(23-2) Lucas 22:3. ¿Entró literalmente el diablo en el cuerpo de Judas?

“Tal vez, porque Satanás es un hombre de espíritu, un ser que nació como hijo de Dios en la preexistencia y que fue expulsado del cielo por rebelión. El y los espíritus que lo siguieron tienen poder, en algunos casos, para entrar en los cuerpos de los hombres; a veces también son expulsados de estas moradas a las que han entrado ilegalmente, y lo son mediante el poder del sacerdocio. Véase Marcos 1:21-28.

“Pero si el cuerpo de Judas estaba literalmente poseído por Satanás, aun así este traidor miembro del quórum de los Doce se sometió totalmente a la voluntad del diablo. ‘…antes de vender a Cristo a los judíos, Judas ya se había vendido al diablo; se había convertido en esclavo de Satanás, dispuesto a hacer lo que su amo le mandara’ (Talmage, [Jesús el Cristo], pág. 623)” (McConkie, DNTC, 1:702).

(23-3) Mateo 26:15. ¿Cuál es el significado de las “treinta piezas de plata”?

“Pudieron haber dicho una pieza de plata o mil. Judas no había venido a regatear sino a traicionar. ¿Qué cantidad, entonces, debían fijar? Con astucia diabólica eligieron esa suma que en su leyera el precio fijado para comprar un esclavo. ‘Treinta sidos de plata’ recompensaban al amo por la muerte de ‘un siervo o una sierva’ (Exodo 21:28-32).

“¡Treinta piezas de plata! Eso pagarían por la vida de su Dios; ni más, ni menos. Y al hacerlo todos los hombres sabrían que lo habían estimado como al más bajo de los hombres. Y así, también, sus intentos por rebajarlo e insultarlo cumplirían, literalmente en todo detalle, la profecia mesiánica de Zacarías que había predicho su maligna conspiración. ‘Si os parece bien, dadme mi salario; y si no dejadlo’, dice el Señor en cuanto a la suma por la cual sería vendido. ‘Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata’ (Zac. 11:12)”. (McConkie, DNTC, 1:702-3).

(23-4) Marcos 14:22-25. ¿Qué dijo Jesucristo realmente al instituir la Santa Cena?

Comparen el relato bíblico con el que hizo el profeta José Smith en la Versión Inspirada.

“Y mientras comían, Cristo tomó pan y lo bendijo, y lo partió, y lo dio a ellos, y dijo: Tomad y comed.

“He aquí, esto es para que hagáis en memoria de mi cuerpo; pues cuantas veces lo hagáis recordaréis esta hora en la que estuve con vosotros.

“Y tomó la copa, y cuando hubo dado gracias, la dio a ellos, y ellos bebieron de ella.

“Y les dijo: Esto es en memoria de mi sangre que es derramada por muchos, y el nuevo convenio que os doy; pues de mí, daréis testimonio a todo el mundo.

“Y cuantas veces hagáis esta ordenanza, me recordaréis en esta hora en la que estuve con vosotros, y bebí con vosotros de esta copa, aun la última vez en mi ministerio.

“De cierto os digo, de esto daréis testimonio; pues no beberé del fruto de la vid con vosotros, hasta el día en el que lo beba nuevo en el reino de Dios” (Marcos 14:20-25, Versión Inspirada, traducción no oficial).

(23-5) Juan 13:1-20. Cuando Jesucristo lavó los pies de sus discípulos lo hizo como símbolo de su amor por ellos

El lavamiento de los pies es una ordenanza sagrada del evangelio. Ha sido ordenada por el Señor en la dispensación presente así como en las anteriores.

“…nuestro Señor hizo dos cosas al efectuar esta ordenanza: 1) Dio cumplimiento a la ley de Moisés y 2) instituyó una ordenanza sagrada que debería ser efectuada por administradores legales entre sus verdaderos discípulos de ahí en adelante.

“Como parte de la restauración de todas las cosas, la ordenanza del lavamiento de los pies ha sido restaurada en la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Manteniéndose al tanto de la norma de revelar principios y prácticas línea por línea y precepto por precepto, el Señor reveló su voluntad concerniente al lavamiento de los pies, poco a poco hasta que el conocimiento completo de la investidura y de todas las ordenanzas del templo fue dado” (McConkie, Mormon Doctrine, págs. 829-30).

El presidente David O. McKay veía en la ordenanza un gran ejemplo de servicio. Hablando a la Iglesia en abril de 1951, en la conferencia general en la cual fue sostenido como presidente de la Iglesia, dijo:

“¡Qué ejemplo de servicio para aquellos siervos seguidores del Cristo! El que es mayor entre vosotros, sea el menor. Así nosotros sentimos la obligación de ser de mayor servicio para los miembros de la Iglesia, de dedicar nuestras vidas al adelanto del reino de Dios en la tierra” (CR, abril de 1951, pág. 159).

(23-6) Juan 13:26, 27. ¿Qué quiere decir dar “pan mojado”?

En algunas zonas del mundo donde los utensilios de mesa no tienen uso en las comidas, es una práctica muy común colocar caldo y carne en una fuente en medio de la mesa. Para sacar la carne y el caldo de la fuente que los contiene, se usan trozos delgados de pan, a menudo con la forma adecuada para asemejarlos a una cuchara. El pan que así queda remojado es llamado “pan mojado” o “sopa”. Es señal de gran honor que dos amigos mojen en el mismo plato y mayor marca de respeto que uno moje para un amigo y le presente el pan mojado. Así fue que Judas intentó simular su amor y lealtad hacia Jesús en la comida de Pascua, mojando su pan en el mismo plato que El. (Véase Mateo 26:23). Juan informa que fue Cristo quien mojó el pan para Judas dándoselo con estas palabras: “Lo que vas a hacer, hazlo más pronto” (Juan 13:27). (Véase Harper’s Bible Dictionary, bajo “sop”.)

(23-7) Mateo 26:17. ¿Qué significado tenía la fiesta del pan sin levadura?

Intimamente asociada con la Pascua estaba la fiesta del pan sin levadura. Cuando el antiguo Israel hizo preparativos para salir apresuradamente de Egipto y enfrentar sus dificultades, los de aquel pueblo no tuvieron tiempo suficiente para permitir que su pan leudara como era la costumbre. En cambio, hornearon con prisa y dejaron sus casas tan rápidamente como les fue posible. El festival de los panes sin levadura era realizado para conmemorar este hecho. Aunque originalmente la Pascua se celebraba en un día, la fiesta de los panes sin levadura duraba siete. Con el correr del tiempo, ambos festivales se combinaron en uno, haciendo que todo el período de la Pascua durase ocho días.

(23-8) ¿Cuál es la relación entre la Santa Cena y la Expiación?

La Pascua final en realidad fueron dos acontecimientos y no uno: fue una celebración formal de la cena anual de Pascua y la primera vez que se efectuó la Santa Cena en conmemoración del acto expiatorio de Jesucristo. Hablando de la segunda de las dos cenas, el élder Talmage ha escrito:”

“Estando Jesús sentado todavía en la mesa con los Doce, tomó una pieza de pan y, habiendo reverentemente dado gracias, la santificó con una bendición y dio una porción a cada uno de los apóstoles, diciendo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo”; o como leemos en S. Lucas: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí”. Entonces, tomando una copa de vino, dio gracias, lo bendijo y dio a ellos con este mandamiento: “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de ese fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba de nuevo con vosotros en el reino de mi Padre”. En esta manera, sencilla pero impresionante, se instituyó la ordenanza que desde entonces se conoce como el Sacramento de la Cena del Señor. El pan y el vino, debidamente consagrados mediante la oración, llegan a ser los emblemas del cuerpo y la sangre del Señor, los cuales se han de comer y beber reverentemente, y en memoria de El” (Talmage, Jesús el Cristo, págs. 627-28).

(23-9) Mateo 26:22. “¿Soy yo, Señor?”

“En el capítulo veintiséis de Mateo aprendemos una lección. Fue en ocasión de la Ultima Cena.

“’Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar’.

“Os hago presente que aquellos hombres eran apóstoles. Eran de estatura apostólica. Siempre me ha resultado interesante que en aquella ocasión no se dieron codazos ni dijeron: Apuesto que es Judas. De verdad que ha estado actuando en forma extraña últimamente’. El que no lo hayan hecho refleja parte de su estatura espiritual. En cambio el relato dice:

“’Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?’ (Mateo 26:22).

“¿Querríais vosotros, os ruego, vencer la tendencia de desatender el consejo y alcanzar por un momento esa estatura apostólica en actitud al menos, y haceros estas preguntas: ¿Tengo necesidad de mejorar? ¿Debo tomar en serio este consejo y actuar de acuerdo a él? Si hay alguien débil o vacilante, desganado en seguir a las Autoridades ¿soy yo, Señor?” (Boyd K. Packer, “Follow the Brethren”, Speeches of the Year, pág. 3, 1965).

(23-10) Mateo 26:1, 2. Jesucristo profetiza acerca de su muerte y resurrección

A medida que el tiempo de la muerte de Cristo se aproximaba, el Salvador habló directamente de ella y de los métodos que serían usados para producirla. Pero esta no fue la primera vez que el Señor había profetizado concerniente a su muerte y posterior resurrección.

El cuadro siguiente muestra algunas de las ocasiones en las que Cristo había enseñado a sus apóstoles y a otros, que El debía morir. Ellos no comprendieron el verdadero significado de sus palabras, sino hasta después que la resurrección llegó a ser un hecho consumado.

Referencia

Período de tiempo en el ministerio del Señor

Juan 2:18-22

Comienzo de la Primera Pascua

Lucas 9:21, 22

Dos años después, durante el ministerio en Galilea

Marcos 9:30-32

Más tarde en el ministerio en Galilea

Marcos 10:32-34

Al año siguiente, poco antes de la última Pascua

PUNTOS A CONSIDERAR

JESUCRISTO ES NUESTRO GRAN EJEMPLO DE LO QUE SIGNIFICA AMARSE LOS UNOS A LOS OTROS

El Salvador es el don del Padre para todos los hombres. Al ofrecer a su Hijo en la forma en que lo hizo, nuestro Padre Celestial nos ha mostrado el más fiel ejemplo de amor puro. De su amor divino surgió el deseo de soportar el sacrificio de su Hijo; el inigualado sufrimiento en Getsemaní, la burla de los romanos y judíos, el simulacro del juicio, el dolor y horror de una crucifixión. ¿Y por qué? Porque nuestro Padre Celestial nos ama y sabía que podíamos volver a El solamente mediante la expiación de Jesucristo.

Noten el pasaje que se encuentra en 1 Juan 4:7-10. ¿Es Dios amor? ¿De qué nos está hablando Juan en este pasaje?

Pero el Salvador no tenía que morir, porque la muerte le estaba sujeta. El suyo fue un sacrificio voluntario, un acto supremo de amor. Vivió una vida de completa obediencia a la voluntad del Padre. Al dar su vida voluntariamente, tal como lo hizo, nuestro Salvador puso el sello del amor divino en su vida y misión y demostró la senda que todos los hombres deben tratar de imitar.

Noten el pasaje de Juan 13:34-35. ¿Cuál debería ser el gran rasgo distintivo de un verdadero discípulo de Cristo?

(23-11) Juan 13:31-35. ¿Qué enseñó Jesucristo en cuanto al principio del amor?

Se ha observado con toda propiedad que aunque muchos de los grandes líderes religiosos del mundo enseñaron el principio del amor, Jesucristo es el único que pudo decir verdaderamente “Venid en pos de mí”, pues no solamente enseñó el principio sino que lo demostró. Y nosotros debemos amarnos unos a otros tal como El nos ha amado. “En esto”, dice, “conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).

Lean Juan 15:8-13.

Posiblemente la mejor forma en la que podemos comprender lo que el Salvador enseñó en cuanto al principio del amor es considerando el amor que El nos ofrece. Consideren el nivel divino del cual Cristo descendió para venir a la tierra a rescatarnos y a proveer para nosotros la redención y el perdón de los pecados. Consideren también la agonía que sufrió en Getsemaní y en la cruz.

“Asombro me da el amor que me da Jesús,

Confuso estoy por su gracia y por su luz;

Y tiemblo al ver que por mí él su vida dio,

Por mí tan indigno, su sangre se derramó.

“Sorpresa me da que quisiera Jesús bajar

Del trono divino mi alma a rescatar;

Que él extendiera perdón a tal pecador;

Y justificara mi vida por su amor.

“Contemplo que él en la cruz se dejó clavar,

Pagó mi rescate, no puédolo olvidar;

No, no, sino que a su trono yo oraré,

Mi vida y cuanto yo tengo a él daré”.

Cuán asombroso es que él amárame

Y rescatárame

Oh sí, asombro es,

Siempre para mí

(”Asombro me da”, Himnos de Sión, núm. 46).

Muy a menudo los alumnos desean saber cómo pueden mostrar realmente el amor. ¿Han pensado ustedes en ello? Si es así, los siguientes pasajes de las Escrituras servirán para proveer mayor comprensión y ayuda.

Resuman brevemente en qué forma podemos demostrar nuestro amor tal cual se describe en los pasajes siguientes:

Juan 15:9, 10. ¿En qué forma demostramos mejor nuestro amor a Dios?

1 Juan 2:15-17. ¿En qué forma muchos aman al mundo en lugar de amar a Dios?

1 Juan 3:17, 18. ¿Cuán importante es servir a fin de demostrar amor?

(23-12) Hechos son amores; no buenas razones

Nosotros amamos a nuestro Padre y a nuestro Salvador porque ¡ellos primero nos amaron a nosotros! Y demostramos nuestro amor a ellos en la forma en que nos tratamos unos a otros. La mayoría de nosotros tal vez nunca seamos puestos a la prueba suprema de tener que dar la vida por alguien a quien amamos. Nuestras pruebas de amor y devoción tal vez vengan en otra forma, más tranquila, pero sin embargo también reales. Y a medida que vengan, no demostremos que amamos sólo con palabras sino con hechos y realidades.

La aplicación de estas normas divinas pueden ser ilustradas en el relato siguiente:

“Hace algún tiempo un amigo mío relató una experiencia que me gustaría comunicaros. El dijo:

“’Mi padre y su primo vivían en el mismo pueblo y estaban haciéndose la competencia en el negocio de la construcción. A través de los años fue creciendo una rivalidad viva y amarga entre ellos. Todo se inició cuando hubo licitación de contratos de construcción y posteriormente cuando surgieron asuntos políticos en nuestra ciudad donde estaban en partidos opositores en elecciones muy agitadas.

“’Las respectivas familias heredaron esta situación a la muerte de nuestros padres, pues nosotros, los hijos, parece que comenzamos allí donde ellos dejaron las cosas. En los miembros de la familia del primo de mi padre y en la nuestra aquello resultaba muy molesto aun al intentar ser corteses unos con otros, y en nuestros llamamientos en la Iglesia donde él servía como obispo de un barrio y yo de otro y más adelante cuando ambos fuimos integrantes del sumo consejo de la estaca. Cuando estábamos juntos parecía que Satanás tomaba el mando, y estoy seguro que lo hacía porque ¿no se nos ha dicho que donde hay contención no está el Espíritu del Señor?

“’Esta situación continuó agravándose. De pronto me encontré con un llamamiento que requería que dejase de lado todas las cosas del mundo y fuese a presidir sobre una misión. Esta fue una experiencia emocionante con una perspectiva diferente y sin embargo, subconscientemente yo tenía un sentimiento de suma intranquilidad al respecto. Me preguntaba: “¿Eres realmente digno de aceptar un llamamiento tan importante?” Yo vivía la Palabra de Sabiduría, y pagaba un diezmo completo, era fiel en todas las actividades de la Iglesia y era moralmente limpio, y sin embargo este sentimiento de inquietud persistía.

“’Inmediatamente me dispuse a poner en orden mis asuntos personales y mi negocio a fin de que otros los manejasen mientras yo me ausentaba. Una tarde mientras regresaba a casa, sucedió algo. No oí la voz, pero tan claramente como si una voz me hablara percibí estas palabras: “Debes dirigirte al hijo del primo de tu padre y arreglar las cosas. No puedes ir a esta misión y enseñar el evangelio de amor siendo que existe entre ambos este terrible sentimiento”.

“’Me dirigí a su casa y con gran temor y vacilación toqué el timbre. No hubo respuesta. Después de esperar algunos minutos fui hacia mi automóvil y en silencio dije: “Señor, lo intenté. Estoy seguro de que esto será aceptable”. Pero no lo era. Este sentimiento de intranquilidad persistía aún. Oré mucho al respecto.

“’Al día siguiente estando presente en un servicio funeral, mi primo entró y se sentó al otro lado del pasillo frente a mí. El Espíritu me indujo a preguntarle si podía ir a su casa después del servicio. Estuvo de acuerdo. Esta vez fui con calma y tranquilidad en mi alma porque yo le había pedido al Señor que preparase el camino para mí.

“’Cuando hice sonar el timbre, él me invitó a pasar a la sala y me felicitó por mi llamamiento al campo misional. Hablamos durante algunos minutos de varias cosas y entonces sucedió. Lo miré con un verdadero sentimiento de amor, el cual remplazó aquella vieja amargura y dije: “He venido a pedir perdón por cualquier cosa que yo haya dicho o hecho y que haya servido para separarnos a nosotros y a nuestras familias”.

“’En ese momento las lágrimas inundaron nuestros ojos y durante unos minutos ninguno de los dos pudo decir palabra alguna. Esta vez fue una ocasión en la que el silencio fue más poderoso que las palabras. Al poco rato, él dijo: “Me hubiera gustado acercarme a ti primero”. Le respondí: “Lo importante es que está hecho, no quién lo haya iniciado”.

“’A esta altura tuvimos una experiencia espiritual de incalculable valor, la cual nos hizo limpiar nuestras vidas y nuestras almas de aquellas cosas que nos habían separado, lo cual ha resultado en que ahora tengamos relaciones familiares apropiadas.

“’Ahora yo podía ir a la misión y enseñar el verdadero significado del amor, porque por primera vez en mi vida había sentido su más profunda dimensión y ahora honestamente pude decir que no había persona en el mundo que yo no amara y apreciara. Desde ese día mi vida nunca ha vuelto a ser la misma, porque fue entonces que aprendí en la forma más positiva, como nunca lo había entendido antes, la declaración del maestro a sus discípulos cuando dijo: ‘Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros’ (Juan 13:34)” (N. Eldon Tanner, CR, abril de 1967, págs. 105-6).

¿Qué debo hacer para demostrar mi amor a los que están cerca de mí? ¿Quiénes son realmente mi prójimo? Es significativo que el Señor no mandó meramente que nos amemos unos a otros; El nos mostró la forma de hacerlo. Todos los que deseen alcanzar santidad, deben seguirlo. ¿Qué tiene que ver el amor con la diferencia entre el testimonio y fa conversión? ¿Puede uno tener un testimonio y no amar? ¿Puede uno estar verdaderamente convertido y no demostrar amor a Dios y a sus semejantes? La respuesta es que no.

Ahora dediquen un momento para evaluar su propia posición. ¿Poseen un testimonio? ¿Los ha llevado a la conversión? Si la respuesta a la última pregunta es sí, ¿qué evidencia podrían citar, tomada de su vida, para respaldar la respuesta? Si la respuesta fue negativa, ¿qué cosas deben hacer para lograr su conversión?