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“PROCURAD, PUES, LOS DONES MEJORES”
Primera carta de Pablo a los santos de Corinto, escrita durante su tercer viaje misional desde Efeso, aprox. en la primavera del año 57 D.C. (1 Corintios 12-16) | |
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1 Corintios | |
El Espíritu Santo da testimonio de Cristo |
12:1–3 |
Dones espirituales de la Iglesia |
12:4–11 |
La importancia de cada miembro |
12:12–31 |
Caridad: el amor puro de Cristo |
13:1–13 |
Comparación entre el don de profecía y el de lenguas |
14:1–28 |
Profecía: el don más grande |
14:29–40 |
Realidad de la resurrección |
15:1–22 |
El orden de la resurrección |
15:23–28 |
Bautismo en bien de los difuntos |
15:29 |
Una resurrección mejor |
15:30–34 |
Resurrección en reinos de gloria |
15:35–53 |
Cristo triunfó sobre la muerte |
15:54–58 |
“Estad firmes en la fe” |
16:1–24 |
COMENTARIO INTERPRETATIVO
(36-1) 1 Corintios 12:3. “…Y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo”
Los hombres pueden decir cosas sin la ayuda del Espíritu Santo, pero no pueden tener la seguridad de las verdades eternas sin la influencia de ese miembro de la Trinidad. El profeta José Smith dijo que 1 Corintios 12:3 debería ser traducido así: “Nadie puede saber que Jesús es el Señor, sino por el Espíritu Santo” (Enseñanzas, pág. 272).
(36-2) 1 Corintios 13:1-13. Enseñanzas de Pablo en cuanto a la caridad
Caridad, como se puede observar, se usa aquí en el sentido del amor puro de Cristo (Moroni 7:47) y no en el sentido de dar dinero o servicios a quienes lo necesitan.
(36-3) 1 Corintios 14:1-22. ¿Son observables al igual que el don de lenguas todos los dones del Espíritu?
“En estos pasajes se mencionan varios dones, sin embargo, ¿cuál de todos reconocería el observador al imponerse las manos?
“La Palabra de Sabiduría y la palabra de ciencia son dones como cualquier otro, mas si una persona tuviese ambos dones o los recibiese por la imposición de manos, ¿quién lo sabría? Otro podría recibir el don de fe, y ¿quién lo sabría? O supongamos que un hombre recibiese el don de sanar o el don de obrar milagros, ¿acaso se sabría en el acto? Se precisaría el tiempo y la circunstancia particular para la operación de estos dones. Vamos a suponer que un hombre tuviese el don de discernir espíritus ¿lo sabría persona alguna? O si tuviese el don de interpretar lenguas, a menos que otro hablare en una lengua desconocido, tendría que guardar silencio. Solamente hay dos dones que pueden manifestarse visiblemente: el don de lenguas y el don de profecía…
“El observador nada sabría acerca de los dones más grandes, mejores y más útiles. Ciertamente, un hombre podrá profetizar, que es un don mayor, uno que S. Pablo recomendó a la gente, es decir, a la Iglesia, que procurase más que el de hablar en lenguas; pero ¿qué sabe el mundo acerca de la profecía? El apóstol Pablo dice que la profecía es por señal “no a los infieles, sino a los fieles”. Pero ¿no dicen las Escrituras que hablaron en lenguas y profetizaron? Sí, pero ¿quiénes escribieron estas Escrituras? No fueron los hombres del mundo, ni los simples observadores, sino los apóstoles, hombres que podían distinguir entre un don y el otro, y por supuesto, estaban capacitados para escribir acerca de estas cosas” (Enseñanzas, págs. 299-300).
(36-4) 1 Corintios 14:26-40. ¿Qué cosas deberíamos saber en relación a hablar en lenguas?
El profeta José Smith tuvo mucho que decir en cuanto al tema de las lenguas. Las citas siguientes nos ayudan a resumir su consejo en relación a este tema:
El Diablo también habla en lenguas
“No habléis en el don de lenguas sin entender o sin interpretación. El diablo puede hablar en lenguas; el adversario vendrá con su obra; él puede tentar a todos; puede hablar holandés o inglés. Nadie hable en lenguas sin la interpretación, sino por consentimiento del que es llamado a presidir; entonces éste o algún otro podrá discernir o interpretar” (Enseñanzas, pág. 189).
El don de lenguas tiene un propósito definido
“…El don de lenguas por el poder del Espíritu Santo, en la Iglesia, es para el beneficio de los siervos de Dios a fin de predicar a los que no creen, como en el Día de Pentecostés. Cuando se reunieren las personas devotas de todas las naciones para oír las cosas de Dios, los élderes deben predicarles en su propia lengua, sea alemán, francés, español, irlandés o cualquier otra, y aquellos que entienden el idioma en que se está hablando han de interpretar; y a esos se estaba refiriendo el apóstol en I Corintios 14:27” (Enseñanzas, pág. 195).
Hay advertencias definidas en cuanto al don de lenguas
“No tengáis tanta curiosidad respecto del don de lenguas. No habléis en lenguas a menos que esté presente alguien que interprete. El objeto principal del don de lenguas es hablar a los extranjeros, y si una persona está sumamente deseosa de lucir su inteligencia, converse con ellos en su propio idioma. Todos los dones de Dios son útiles en su lugar, pero cuando se aplican a lo que Dios no ha dispuesto, resultan ser un perjuicio, un tropezadero y maldición en lugar de bendición” (Enseñanzas, pág. 301).
“Si tenéis un asunto que revelar, hágase en vuestra propia lengua; no os entreguéis demasiado al ejercicio del don de lenguas, o el diablo se aprovechará del inocente y del incauto. Podéis hablar en lenguas para vuestro propio consuelo, pero os doy esto por ley, que si se enseña algo por medio del don de lenguas, no se debe recibir como doctrina” (Enseñanzas, pág. 280).
(36-5) 1 Corintios 14:34,35. ¿Deben las mujeres permanecer en silencio en la Iglesia?
En estos dos versículos José Smith cambió en la Versión Inspirada la palabra hablar por mandar. El élder Bruce R. McConkie escribió:
“¿Pueden las mujeres hablar en la Iglesia? Sí, en el sentido de enseñar, aconsejar, testificar, exhortar, etc. No en el sentido de tomar el mando sobre la Iglesia como tal ni en intentar dar instrucción en cuanto a cómo deben ser gobernados los asuntos de Dios sobre la tierra: ‘Una mujer ningún derecho tiene de fundar u organizar una iglesia. Dios jamás les ha mandado hacerlo’ (Enseñanzas, pág. 257). Aquí Pablo está diciendo a las hermanas que ellas están sujetas al sacerdocio, que no es derecho de ellas el mandar y reinar, que la esposa del obispo no es el obispo” (DNTC, 2:387-88).
(36-6) 1 Corintios 15-29. “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan?”
“Todo aquel que se ha bautizado y pertenece al reino, tiene el derecho de bautizarse por aquellos que ya han muerto; y luego que sus amigos, obrando como agentes de ellos, obedezcan la ley del evangelio aquí, el Señor tiene allá administradores que los pondrán en libertad. El hombre puede obrar como agente de sus propios parientes; de esta manera cumplen ellos con las ordenanzas del evangelio que fueron establecidas antes de la fundación del mundo, y nosotros podemos bautizarnos por aquellos hacia quienes tenemos tanta simpatía; pero primeramente debe ser revelado al hombre de Dios, no sea que corramos demasiado lejos” (Enseñanzas, págs. 455-56).
(36-7) 1 Corintios 15:33. “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”
El vocablo conversaciones tal como se usa aquí no significa lenguaje corrupto o degradante, se refiere más bien a aquellos con’ quienes uno se asocia o con quien confraterniza. La palabra griega que aquí aparece traducida por conversaciones, se refiere a la extensión de la correspondencia social, de la cual el lenguaje limpio y edificante no es sino una pequeña parte. Aquí hay en juego mucho más que los buenos modales; entra en juego el conjunto de normas básicas de carácter del individuo o las elecciones éticas. Pablo estaba diciendo simplemente que las normas del individuo a menudo son determinadas por las amistades que uno tiene.
(36-8) 1 Corintios 15:44-49. “…resucitará cuerpo espiritual”
“Y el espíritu y el cuerpo son alma del hombre.
“Y la resurrección de los muertos es la redención del alma” (D. y C. 88:15-16).
“Hay una separación del espíritu y del cuerpo en el momento de la muerte. La resurrección nuevamente unirá al espíritu con el cuerpo, y el cuerpo viene a ser un cuerpo espiritual, uno de carne y huesos pero vivificado por el espíritu en lugar de la sangre. De este modo, nuestros cuerpos, después de la resurrección, vivificados por el espíritu, se tornarán inmortales y nunca morirán. Este es el sentido de las palabras de Pablo de que ‘hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual’ y que ‘carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios’. El cuerpo natural es carne y sangre, pero vivificado por el espíritu en lugar de la sangre, puede y entrará en el reino” (Howard W. Hunter en CR, abril de 1969, pág. 138).
(36-9) 1 Corintios 15:45 “…el postrer Adán, espíritu vivificante”
“El alma inmortal o persona, consiste en un cuerpo resucitado que reviste a un espíritu eterno para siempre. Es Cristo, como espíritu vivificante, que ‘vivifica todas las cosas’ y de este modo lleva a cabo ‘la redención del alma’ (D. y C. 88:17)” (McConkie, DNTC, 2:402).
(36-10) 1 Corintios 15:50. “…la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”
El profeta José Smith enseñó lo siguiente con respecto a los cuerpos resucitados:
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“El Dios Omnipotente habita en fuego eterno; y allí no puede ir lo que es de carne y sangre, porque el fuego consume toda corrupción. Cuando nuestra carne sea vivificada por el Espíritu, no habrá sangre en este cuerpo” (Enseñanzas, pág. 456).
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“Un cuerpo de carne y sangre no puede ir allá (esto es, a la presencia de Dios); pero el cuerpo de carne y huesos, vivificados por el espíritu de Dios, sí puede” (Enseñanzas, pág. 402).
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“En cuanto a la resurrección…todos resucitarán por el poder de Dios, y habrá espíritu en sus cuerpos y no sangre” (Enseñanzas, pág. 241).
(36-11) 1 Corintios 16:22. ¿Cuál es el significado de la palabra “Anatema” y “Maranatha”, cuando aparecen éstas en el texto bíblico de la traducción inglesa del rey Jacobo?
Esta extraña inclusión de dos vocablos arameos, juntos en la versión inglesa de la Biblia, según los traductores del rey Jacobo, en las palabras finales de la epístola, ha hecho surgir muchas interrogantes. El significado de ambos vocablos es conocido, pero la extraña combinación es lo que más sorprende a la mayoría de los estudiosos. Anatema significa literalmente “algo separado o consagrado” y llegó a transmitir la idea de “maldito” o “detestable”. Esta es la palabra que Pablo usa en Gálatas 1:8 cuando dice que cualquiera que predique otro evangelio que no sea el verdadero, sea anatema. Maranatha ha sido traducido en formas diferentes como “viene el Señor”, “el Señor vendrá”, “el Señor está a las puertas”, etc. Parece haber sido un saludo común entre los cristianos o un santo y seña.
En cuanto a la combinación de los dos vocablos, hay dos interpretaciones básicas. Algunas versiones sostienen que entre los dos debería haber un punto. De ese modo se leería: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. Señor nuestro, iven!”*. La mayoría de los estudiosos prefieren esta separación. Pero uno ha sugerido que Pablo los combina deliberadamente, usando una antigua exclamación siria: “sea detestable (o maldito) porque el Señor está a las puertas, sugiriendo que en la venida del Señor se repartirá el castigo. (Véase Fallows, The Popular and Critical Bible Encyclopedia and Scriptural Dictionary 1:104).
PUNTOS A CONSIDERAR
UNA DIVERSIDAD DE DONES ESTA AL ALCANCE DE CADA SANTO QUE LOS DESEE EN HUMILDAD Y RECTITUD
Ustedes han leído anteriormente el sermón de Pablo en cuanto a los dones espirituales. Con toda probabilidad se han preguntado: “¿Cómo puedo identificar y desarrollar mis propios dones?” Sería útil preparar una lista de los distintos dones del Espíritu de manera que ustedes puedan apreciar su diversidad y posiblemente puedan llegar a reconocer algunos de los que ustedes poseen.
Se sugiere que usen una hoja de papel, un lápiz y una regla. Luego preparen un cartel de tres columnas. En la primera, anoten los diez dones de los que Pablo habla en 1 Corintios 12:4-11. Luego, lean el relato de Moroni en Moroni 10:8-18 y en la segunda columna de su papel escriban los nuevos dones que él menciona. Finalmente, consulten la revelación moderna dada a José Smith en 1831 (D. Y C. 46:8-33) y anoten los catorce dones dados allí.
Habiendo meditado y considerado estos dones, por medio de oración, tal vez ahora puedan preguntarse: “¿Por qué estos dones están a mi disposición?” Pablo explicó que los dones espirituales son dados “a cada uno…para provecho” (1 Corintios 12:7). Aprovechar significa cosechar una ventaja. Hay muchos tipos de provecho que los hombres buscan en la vida y que les darán ventajas. Desafortunadamente, el egoísmo a menudo es la motivación para buscarlos; sus placeres asociados son de corta duración y son de poco valor eterno.
Por vía de contraste, podemos aprender una lección de gran valor en una experiencia visionaria del profeta Lehi. Un ser celestial le indicó que emprendiese un viaje arduo y largo a través de un desierto oscuro y tenebroso. Buscando socorro de parte del Señor a través de la fe y de la oración, Lehi descubrió un árbol frutal de belleza y valor sin igual. Después de participar de su fruto, encontró que representaba al amor que Cristo extiende hacia todos los que lo buscan. Lehi inmediatamente quiso compartir el fruto con su familia, esperando fortalecerla y edificarla. (Véase 1 Nefi 8, 11).
Después de haber andado errante a través de un yermo espiritual creado por él mismo, Pablo también participó del fruto y entonces, motivado por el amor de Cristo, comenzó sus labores en bien de la humanidad. Pablo, como Lehi, aprendió que sus dones, dados por Dios, eran de provecho solamente cuando eran compartidos con otros en el contexto del amor semejante al de Cristo. De este modo fue que Pablo dio importante consejo a los santos de Corinto en cuanto a los dones espirituales activados por la caridad.
Después de enseñar a los santos de Corinto en cuanto a la diversidad de los dones espirituales y cómo es que ellos deben obrar en unidad, Pablo les habla de “un camino aun más excelente” (1 Corintios 12:31). Ese camino es el de la caridad, o del amor puro de Cristo. (Véase Moroni 7:47).
Cuando no tenemos el amor que Cristo tuvo, esto es, un amor puro y perfecto, entonces, dice Pablo, los dones espirituales no tienen sentido. ¿De qué sirve la profecía o la sanidad, o las lenguas, o aun el sacrifificio de la vida misma, sin los motivos puros de amor semejante al de Cristo? ¿De qué aprovecha la fe que mueve montañas, la palabra de los ángeles o el conocimiento pleno, si no hay amor?
Luego Pablo define a este amor del cual habla; no lo define filosóficamente sino desde el punto de vista de la conducta. En otras palabras, no nos dice qué es o qué no es el amor; nos dice lo que el amor hace o no hace. Noten la medida sencilla y profunda que él provee para evaluarlo.
1 Corintios 13
El amor puro de Cristo:
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tiene paciencia (es benigno) (vers. 4)
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se goza de la verdad (vers. 6)
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todo lo sufre (vers. 7)
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todo lo cree (vers. 7)
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todo lo espera (vers. 7)
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todo lo soporta (vers. 7)
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nunca deja de ser (vers. 8)
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tiene preminencia sobre las cualidades espirituales. (vers. 13)
El amor puro de Cristo no:
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envidia (vers. 4)
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es jactancioso (vers. 4)
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se envanece ni hace alarde con ideas propias (vers. 4)
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es indecoroso (vers. 5)
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busca lo suyo (vers. 5)
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se irrita (vers. 5)
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guarda rencor (vers. 5)
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se goza en la injusticia. (vers. 6)
(36-12) Todos los poderes espirituales son activados por el amor puro de Cristo
Bajo el poder del amor puro de Cristo que todo lo cubre, todos los poderes espirituales se ven activados. Sin él la conducta religiosa se vuelve estéril e infructífera. Este punto no necesita ser tocado. Seguramente han identificado la aplicación de la vara de medir de Pablo en sus propias vidas. ¿Inspira la vida espiritual de ustedes? ¿Ejercen los dones espirituales que han recibido bajo su influencia? ¿O, como los santos de Corinto, se encuentran a veces buscando poder espiritual sin buscar el amor que hace que esos poderes operen?
(36-13) Motivados por el amor puro de Cristo estamos preparados para recibir y ejercer nuestros dones espirituales
Muchas personas darán testimonio de que así como ellas han recibido llamamientos para servir en la Iglesia, las bendiciones que han venido han incluido la obtención de dones espirituales que les han permitido ser más eficientes en el desempeño de sus labores. Los misioneros rápidamente aprenden idiomas difíciles y son bendecidos con palabras para defender la verdad; los padres dan bendiciones inspiradas a sus hijos; mediante la fe las madres ayudan a sus esposos a sanar a los miembros de la familia que están enfermos; los maestros reciben ideas especiales mientras preparan y presentan las lecciones de manera que los alumnos sean edificados. Los testimonios crecen, las personas son sanadas, se imparten instrucciones; el conocimiento y la sabiduría vienen a los sedientos y faltos de luz, todo basado en el amor que transforma al dador en un siervo semejante a Cristo que bendice, anima y fortalece a los demás en amor.
(36-14) LA IGLESIA TIENE NECESIDAD DE CADA MIEMBRO
Lean en D. y C. 84:109-10. (Véase también 1 Corintios 12:12-27). ¿Entienden ahora que ustedes son tan necesarios en la edificación del reino de Dios como lo es cada miembro? ¡El Señor tiene necesidad de ustedes! No solamente son bendecidos con ciertos dones del Espíritu, sino que pueden canalizar los poderes de los mismos mediante su personalidad, experiencia, influencia y preparación para que les sean de ayuda en importantes actos de servicio a la humanidad. Nadie más verá con los ojos de ustedes, ni oirá con sus oídos, ni discernirá con su entendimiento. Nadie más podrá jamás ministrar con la habilidad y sensibilidad particular que poseen. Si quieren desarrollar estos dones y habilidades espirituales y ejercer humildad y fe, el Señor y sus ángeles están listos para ayudarlos en todas las formas en que les es posible hacerlo. Recuerden siempre las palabras de seguridad que el presidente Heber J. Grant dio a los santos:
“Me regocijo…en que cada Santo de los Ultimos Días, todo humilde hijo e hija de Dios que ha abrazado el evangelio y se ha convertido en miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimas Días, ha recibido el testimonio del Espíritu Santo, en que el don de lenguas, el don de profecía, de sanidad y otros dones y bendiciones, se encuentran en la Iglesia y no son sólo privilegio de hombres que ocupan posiciones de responsabilidad en la Iglesia” (Heber ]. Grant en CR, abril de 1901, pág. 64).