Voces de los Santos de los Últimos Días
El milagro del ayuno
Un domingo por la tarde pedimos referencias a la hermana Delfina Reyes. Ella nos dijo que tenía una amiga que le gustaría que visitáramos, así que nos llevó a la casa de ella, la hermana Ana Montes.
Ella es una madre soltera y cuando llegamos estaba un poco ocupada. Nos presentamos y ella nos atendió; ese día solo dejamos un folleto y fijamos una cita. Cuando la visitamos posteriormente, nos recibió muy amable. Comenzamos a enseñarle y fue un poco difícil. Al principio le enseñamos la lección de la restauración del evangelio de Jesucristo. Ella entendió pero tenía dudas, así que le invitamos a leer el Libro de Mormón y a que preguntara a Dios si esto es verdadero. Le hicimos promesas y ella escuchó e hizo lo que le pedimos y comenzó la obra de nuestro Padre.
Ana nos comentó en la siguiente visita que Su respuesta fue que hiciera un ayuno. Estaba un poco asustada pero muy dispuesta a cumplir con la respuesta de Dios y ayunó. Nosotros nos agregamos al ayuno con ella. Luego que asistió a la capilla, ella sintió el Espíritu y gracias a los discursos de ese día obtuvo su respuesta.
Cuando la invitamos a bautizarse, ella aceptó. Nos dijo que quería seguir agradando a Dios. Aceptó la fecha que pusimos para su bautismo y cumplió con las asignaciones. El día de su bautismo expresó amor, gozo, arrepentimiento, fe, pero sobre todo obediencia a nuestro Padre Celestial. Dos sábados después sus hijos se bautizaron gracias a que ella siguió poniendo en práctica el ayuno. Ella tiene un gran testimonio del ayuno y sabe que el Señor siempre contesta las oraciones.
Ana es una de las personas que mi Padre Celestial preparó en este tiempo para que mi compañero y yo le ayudáramos a conocer este Evangelio. Sé que Dios nos ama mucho, sé que Dios es mi Padre Celestial, sé que Él me ayuda a tener el Espíritu y me ayuda a encontrar muchas personas y así poder enseñarles. Sé que Él me envió a esta misión para poder ayudar en este tiempo a estas personas. En la Biblia dice que vayamos por el mundo y prediquemos el Evangelio a toda criatura, a toda lengua, a toda nación; sé que esto es verdad. Amo ser un siervo de mi Padre Celestial.