La batalla por tu albedrío
Vale la pena luchar por tu albedrío.
Guardar los mandamientos de Dios brinda libertad. Para alguien que no ha obtenido un testimonio de esa verdad, tal declaración podría sonar confusa. Después de todo, si uno de tus vecinos se te acercara y te diera una lista de cosas que tuvieras que hacer (o que no podrías hacer), eso podría parecer como menos libertad personal.
Sin embargo, guardar los mandamientos en verdad te hace libre, libre de las consecuencias negativas del pecado y libre para disfrutar de las bendiciones que provienen de la rectitud.
Sin embargo, quebrantar los mandamientos conduce al cautiverio. Una manera de pensar en el cautiverio es como la pérdida del albedrío. Es difícil tomar muchas decisiones en tu vida si estás en cautiverio.
Sabemos por medio de las Escrituras que Satanás “pretendió destruir el albedrío del hombre” (Moisés 4:3) en la vida premortal. Sabemos además que no ganó y que ¡tú estabas en el lado ganador!
La parte complicada es que Satanás está tratando de robarte tu albedrío, pero no temas, también puedes ganar esa guerra.
Vivir en cautiverio
En el Libro de Mormón, Jesús enseñó: “De cierto, de cierto os digo que debéis velar y orar siempre, no sea que el diablo os tiente, y seáis llevados cautivos por él” (3 Nefi 18:15).
¡Llegar a ser cautivos del diablo suena aterrador! Sin embargo, cuando te imaginas tal destino, ¿tiendes a pensar principalmente en términos del juicio final? En realidad, hay un tipo de cautiverio más inmediato y a menudo muy sutil.
El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Las personas pueden llegar a ser esclavas o a ponerse a sí mismas en cautiverio no solo de sustancias perjudiciales y adictivas, sino también de las filosofías perjudiciales y adictivas que restan valor a una vida recta” (“Lamentaciones de Jeremías: Cuidaos del cautiverio”, Conferencia General de octubre de 2013).
Llegar a ser esclavos de sustancias adictivas como las drogas peligrosas o la nicotina es fácil de entender, pero ¿qué tal llegar a ser esclavos del hábito de mentir? Con una sola mentira, es fácil llegar a caer en una trampa que tú mismo creaste.
¿Qué tal llegar a ser esclavos del mal genio o del hábito de contar chismes?
O simplemente ¿qué tal no realizar los actos diarios de rectitud (la oración, el estudio de las Escrituras, etc.) que Dios nos pide que hagamos? ¿Resulta eso también en la pérdida del albedrío?
Sí. Esta es otra manera de pensar en ello. ¿Qué sucede con los atletas o músicos si dejan de practicar por completo? Respuesta: pronto pierden la habilidad de jugar o de tocar de la mejor manera. Aunque eso no parezca ser una pérdida del albedrío, en verdad sí lo es. El atleta o músico que no se esfuerza en su habilidad ya no será capaz de tomar tantas decisiones en cuanto a cómo utilizar esa habilidad. Al disminuir sus habilidades, puede hacer menos de lo que hacía antes; sus opciones se reducen.
En forma similar, no puedes ser la mejor versión de ti mismo sin la compañía del Espíritu Santo. Necesitas Su ayuda todos los días sin excepción. Es uno de los más grandes dones que puedes esperar recibir en esta vida, y el vivir rectamente a diario es la manera de obtener ese don.
Encontrar la libertad verdadera
El apóstol Pablo enseñó: “Permaneced, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez a ser presos en el yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1). En el Libro de Mormón, el rey Benjamín enseñó: “Y bajo este título sois librados, y no hay otro título por medio del cual podáis ser librados. No hay otro nombre dado por el cual venga la salvación; por tanto, quisiera que tomaseis sobre vosotros el nombre de Cristo” (Mosíah 5:8).
La verdadera libertad proviene al seguir a Cristo. ¡Así que elige ser libre!