Presidente Dallin H. Oaks: Seguir los caminos del Señor
Cuando el presidente Oaks sabe qué es lo que el Señor desea que haga, lo hace.
Después de ser llamado a prestar servicio como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles en abril de 1984, el élder Dallin H. Oaks reflexionó profundamente en su nueva función y en los cambios inevitables que ocurrirían en su vida.
No era la primera vez que al élder Oaks se le pedía que abandonara sus “redes” personales y profesionales (véase Mateo 4:18–20). En 1970 renunció a su puesto en el cuerpo docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago en respuesta a la invitación de los líderes de la Iglesia a ser el rector de la Universidad Brigham Young en Provo, Utah, EE. UU. Él disfrutaba plenamente de enseñar, realizar investigaciones y relacionarse con los alumnos de derecho en Chicago. Sin embargo, respondió con fe cuando se le pidió que sirviera como el octavo rector de BYU.
El élder Oaks afrontó una situación similar en 1984 tras ser llamado a los Doce, cuando, una vez más, dejó un cargo y un trabajo que amaba como juez de la Corte Suprema de Justicia del estado de Utah. No obstante, ese cambio fue diferente.
En 1970, el élder Oaks razonablemente pudo pensar que regresaría a su carrera legal tras su servicio en BYU, lo cual, de hecho, sucedió. Sin embargo, el llamamiento de 1984 era peculiar: un compromiso consagrado de toda su alma y de su vida entera al Señor. La importancia eterna y el alcance mundial de sus nuevas responsabilidades eran verdaderamente abrumadores.
El élder Oaks describió sus pensamientos más íntimos sobre esta importante transición:
“Durante ese período de introspección, considerando la forma en que pasaría el resto de mi vida, me pregunté qué tipo de apóstol sería. ¿Sería un abogado que había sido llamado a ser apóstol, o sería un apóstol que era abogado? Llegué a la conclusión de que la respuesta a esa pregunta dependía del hecho de si yo intentaba adaptar mi llamamiento a mis habilidades y mi experiencia, o si emprendía el doloroso proceso de tratar de moldearme a la medida de mi llamamiento.
“¿Intentaría llevar a cabo mi llamamiento a la manera del mundo o trataría de descubrir y seguir los caminos del Señor?
“Me propuse intentar cambiar para adaptarme a mi llamamiento, tratar de estar a la altura de las cualidades y de la talla espiritual de un apóstol. Ese es un desafío de toda la vida”1.
La gracia divina del Señor, las experiencias de la vida, el apoyo de su familia y las cualidades personales y la disciplina que desarrolló mediante el estudio diligente y el aprendizaje, el trabajo arduo y el servicio amoroso han ayudado al presidente Oaks a “seguir los caminos del Señor” y convertirse verdaderamente en un valiente apóstol que había sido abogado.
Hay muchos dones espirituales evidentes en la vida y en el ministerio del presidente Dallin H. Oaks.
Fe en el Salvador
El presidente Oaks es bendecido con el don espiritual de saber por el poder del Espíritu Santo que Jesucristo es el Hijo de Dios (véase D. y C. 46:13–14). Él enseña la doctrina del Salvador con claridad y testifica de Él con convicción. El Señor es su luz en cada aspecto de su vida. Cuando Dallin H. Oaks sabe qué es lo que el Señor desea que haga, lo hace.
Por medio de sus enseñanzas, a lo largo de muchos años, el presidente Oaks ha ayudado a los miembros de la Iglesia a comprender más plenamente el propósito y la importancia del Plan de Salvación del Padre, la expiación del Salvador, la autoridad y las llaves del sacerdocio, la sagrada ordenanza de la Santa Cena, el proceso no solo de “hacer” sino de “llegar a ser”, la diferencia de lo que es bueno, mejor y excelente en la vida, y muchos otros principios del Evangelio. Su método simple y ordenado para aprender el Evangelio ha fortalecido la fe de los Santos de los Últimos Días en todo el mundo.
Integridad
El presidente Oaks es un hombre íntegro. Sus creencias y su conducta están fundamentadas en los principios del Evangelio, y él vive lo que cree. Nunca actúa según su conveniencia propia porque tiene la determinación de hacer lo correcto, aun si su proceder no promueve su reputación personal o su punto de vista. En su vida no hay atajos: él hace las cosas como es debido o no las hace.
Su integridad se ve reflejada en su disposición para abordar asuntos y asignaciones difíciles, lo cual hace de forma magistral, a la manera del Señor. Él ha enseñado sin reservas sobre temas como el defender a la familia tradicional, abordar las amenazas a la libertad religiosa, proteger a los niños de los pecados egoístas de los adultos y condenar los males de la pornografía.
Mansedumbre
Los logros personales y profesionales del presidente Oaks son excepcionales desde cualquier punto de vista. Sin embargo, él demuestra mansedumbre y una receptividad espiritual para aprender tanto del Espíritu Santo como de personas con orígenes y experiencias ampliamente diversos.
En una de nuestras reuniones de cuórum, el élder Oaks expresó una firme opinión acerca de una medida que él creía que debía tomarse. Las razones que mencionó eran convincentes, y tenía un amplio conocimiento sobre el asunto; sus argumentos a favor de la medida eran persuasivos.
Mientras deliberábamos en consejo, un miembro de los Doce con bastante menos antigüedad expresó que estaba de acuerdo con la medida, pero manifestó sus reservas acerca del tiempo propuesto. El élder Oaks podría haber objetado la preocupación con una respuesta como: “Creo que tengo más experiencia en este asunto que usted”. Sin embargo, no lo hizo. Sin el menor rastro de una actitud defensiva o de indignación, el élder Oaks le preguntó al miembro de su cuórum: “¿Podría ayudarme, por favor, a comprender sus reservas acerca de la elección del momento?”.
Tras escuchar atentamente a su compañero apostólico, el élder Oaks meditó un momento y luego dijo: “Lo que ha señalado es importante. Yo no había considerado plenamente las consecuencias del momento de esta medida del modo que usted lo ha hecho, y me he convencido de que la propuesta debe ser revisada según lo que hemos aprendido en este análisis”.
El élder Oaks escuchó y aprendió de uno de los miembros de su cuórum y luego caminó en la mansedumbre del Espíritu del Señor (véase D. y C. 19:23) a fin de lograr el resultado deseado. Para Dallin H. Oaks, lo importante nunca es lo que él quiere; siempre se trata de lo que el Señor desea y de seguir Sus caminos.
Discernimiento
El presidente Oaks también es bendecido con el don espiritual del discernimiento y la capacidad de reconocer las consecuencias a largo plazo de las propuestas, las decisiones y las acciones. Dicha capacidad se pone de manifiesto en una pregunta que a menudo él se hace a sí mismo y a los demás: “¿A dónde conducirá esto?”2. Uno no puede hablar o deliberar en consejo con el presidente Oaks sin reconocer de inmediato el modo en que esa capacidad ha beneficiado a innumerables personas y familias, y a toda la Iglesia, durante toda su vida de servicio al Señor.
Una noche de verano de 1970, el presidente Oaks tuvo un encuentro aterrador con un asaltante armado en la zona sur de Chicago mientras regresaba a su auto estacionado. Su esposa June lo esperaba dentro del vehículo.
“Deme su dinero”, exigió el atracador.
“No tengo dinero”, respondió el hermano Oaks, mostrándole su billetera vacía.
“Entrégueme las llaves del auto”, ordenó. Estas estaban dentro del coche, al igual que la hermana Oaks. “Dígale que abra el auto”, insistió el ladrón. El hermano Oaks se negó.
El asaltante lo amenazó: “Hágalo o lo mato”.
El hermano Oaks dijo con firmeza: “No lo haré”.
Mientras el ladrón repetía sus exigencias y amenazas, el hermano Oaks vio la oportunidad de arrebatarle el arma al joven. En un mensaje de la Conferencia General de 1992, el presidente Oaks describió que “… en el momento en que pensaba llevar a cabo mi plan, tuve una experiencia única. No vi ni oí nada, pero supe algo. Supe lo que sucedería si conseguía asir el revólver: lucharíamos y yo daría vuelta el arma hasta que quedara apuntándole al pecho; el revólver se dispararía y él moriría. También supe que no debía tener la sangre de ese muchacho en mi conciencia por el resto de mi vida”3.
Esa milagrosa manifestación del don del discernimiento le permitió al presidente Oaks resolver la confrontación y finalmente salvar su vida y la del joven ladrón.
Más recientemente, en una reunión del Consejo Ejecutivo Misional, que en ese entonces el élder Oaks presidía, deliberamos en consejo en cuanto a una propuesta relacionada con los misioneros que prestaban servicio en cierta área del mundo. Después de que todos los miembros del consejo expresaran su opinión sobre el asunto, el élder Oaks hizo varias preguntas y resumió lo que habíamos aprendido. Entonces declaró: “No siento que aún hayamos llegado a un acuerdo en este asunto. Deberíamos esperar en el Señor y no tomar una decisión final ahora”.
Los acontecimientos que sucedieron unos meses más tarde evidenciaron claramente la inspiración que condujo a esa decisión de esperar. El consejo, actuando bajo el liderazgo inspirado del élder Oaks, había sido bendecido para tomar la decisión correcta, en el momento adecuado, y a la manera del Señor, a fin de proteger a los misioneros y hacer que la obra prosperara.
Sentido del humor y bondad
El presidente Oaks tiene un encantador sentido del humor. Por ejemplo, al final de un almuerzo al que asistieron todos los miembros de los Doce, uno de ellos indicó que mantenerse despierto durante la tarde sería difícil después de disfrutar una comida tan deliciosa. Con una amplia sonrisa, el presidente Oaks respondió: “Solo si uno no puede hallar un buen lugar para dormir”.
Con frecuencia se ríe de sí mismo y bromea sobre su calvicie, pero también puede ser un gran defensor de aquellos que tienen poco cabello en la cabeza. A menudo declara: “El Señor hizo muchas cabezas, y a las que son menos hermosas, las cubrió de cabello”.
Su calidez e ingenio son adorables, y siempre es considerado y amable. Después de estar con el presidente Oaks, las personas a menudo comentan que les encanta que él las haya hecho sentir cómodas gracias a su sentido del humor, la sinceridad de su amor y su conducta bondadosa.
La influencia de mujeres justas
Con respecto a todos los logros y elogios que se asocian con su extraordinaria vida, el presidente Oaks es el primero en reconocer la profunda influencia de tres mujeres justas en su vida: Stella Harris Oaks, June Dixon Oaks y Kristen M. McMain Oaks.
Dallin Oaks tenía siete años cuando su padre, Lloyd E. Oaks, quien era médico, murió de tuberculosis cuando tenía apenas 36 años. Fue sepultado en el undécimo aniversario de su matrimonio con la madre del presidente Oaks, Stella Harris Oaks, quien permaneció soltera el resto de su vida y crió a sus tres hijos.
“Fui bendecido con una madre extraordinaria”, recuerda el presidente Oaks. “Sin duda alguna, fue una de las muchas mujeres nobles que han vivido en los últimos días”4.
Durante su primer año en BYU, el presidente Oaks conoció a June Dixon. Contrajeron matrimonio en 1952 y fueron bendecidos con la oportunidad de ser padres de seis hijos. “No me desempeñaba a un nivel alto de manera constante sino hasta que June llegó a mi vida”, dijo el presidente Oaks. “A ella le debo mucho de lo que he logrado”5. El 21 de julio de 1998, June falleció de cáncer.
June y Dallin habían hablado acerca del futuro de su familia antes de que ella falleciera, y habían acordado que volverse a casar sería una bendición para él y su familia. El 25 de agosto de 2000, el élder Oaks contrajo matrimonio con Kristen M. McMain.
Kristen Oaks describe su vida con el presidente Oaks con una oración simple: “Estamos unidos en la obra del Señor, lo que ha derramado muchas bendiciones sobre nosotros”. Ella organiza reuniones de familia con tanta frecuencia como sea posible porque eso le da mucho gozo a toda la familia. June siempre es parte de la conversación.
Cuando el presidente Oaks enseña y testifica de las verdades que contiene “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, él conoce por experiencia propia la importancia de ser esposo y padre. Él ha aprendido lecciones esenciales sobre las responsabilidades que el esposo y la esposa comparten de “… cuidarse el uno al otro, así como a sus hijos…”, y que “[en] estas sagradas responsabilidades, el [esposo y] padre y la [esposa y] madre, como compañeros iguales, están obligados a ayudarse el uno al otro”6. Constantemente y de la mejor manera posible, el presidente Oaks ha seguido los caminos del Señor en su vida familiar.
Toda una vida de dedicación
El 6 de abril de 2018, el presidente Russell M. Nelson fue sostenido como Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con el presidente Dallin H. Oaks como Primer Consejero de la Primera Presidencia y el presidente Henry B. Eyring como Segundo Consejero.
El presidente Oaks comienza su nueva asignación en el cuórum presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con la “serena y firme dedicación de toda una vida”7: una vida dedicada al Salvador y a Su Iglesia restaurada. El discipulado personal del presidente Oaks, sus poderosas enseñanzas y la constancia de su ejemplo de rectitud influenciarán de forma positiva a personas de todo el mundo y las ayudarán a seguir los caminos del Señor.