Historia de la Iglesia
Capítulo 16: Tan solo este día


Capítulo 16

Tan solo este día

un tanque retumbando por la calle

Después de pasar un año en la Universidad Brigham Young, Maeta Holiday decidió dejar la escuela y buscar trabajo. Le encantaba tomar clases de baile de salón al igual que cantar y bailar en Lamanite Generation, un popular grupo de presentaciones conformado por indígenas estadounidenses. Sin embargo, algunas de sus clases, como Física, le parecían demasiado desafiantes. A principios de 1974, ella vivía en Salt Lake City y trabajaba como recepcionista en KSL, la estación de radio y televisión propiedad de la Iglesia.

También estaba saliendo con un exmisionero llamado Dennis Beck. En un baile en Provo el mes de septiembre anterior, él se presentó a sí mismo y bailaron juntos toda la noche. Luego la invitó a ir a la iglesia con él.

Maeta quedó sorprendida. Desde que dejó la Universidad Brigham Young, no había participado de manera tan activa en la Iglesia como lo había hecho en California. Aun así, aceptó la invitación de Dennis y disfrutó de estar allí con él. Ella aceptó volver a salir la semana siguiente y, en poco tiempo, empezaron a salir con regularidad.

A medida que Maeta llegó a conocer mejor a Dennis, llegó a admirar su bondad y sinceridad. Él era un miembro activo de la Iglesia que guardaba los mandamientos y asistía al templo con regularidad. Había nacido en Utah y había servido en la Misión Indígena Norte, en el norte de Estados Unidos, donde aprendió a amar a los indígenas estadounidenses a los que enseñaba y a valorar su propia herencia mexicana estadounidense. Maeta se sentía cómoda y edificada cada vez que estaba cerca de él.

A los seis meses de conocerse, Dennis llegó un día en su vieja camioneta roja, que él mismo había reparado y restaurado. Fueron a dar una vuelta y luego Dennis se estacionó frente al nuevo Templo de Provo y le propuso matrimonio a Maeta.

Desde que era adolescente, Maeta había prometido que nunca se casaría. Sin embargo, cuando Dennis le propuso matrimonio, ella no se centró en el divorcio de sus padres ni en los múltiples matrimonios de su madre. En cambio, pensó en Venna y Spencer Black y su ejemplo de lo que podría ser un matrimonio feliz. “Yo también puedo ser feliz”, pensó ella. Así que dijo que sí.

Más tarde ese verano, el 27 de junio, Maeta y Dennis se arrodillaron uno frente al otro en el Templo de Salt Lake. Llevaba un vestido que ella misma había confeccionado, era de corte princesa y tenía una capa de encaje. El reflejo de la pareja en los dos espejos colgados que estaban uno frente al otro en las paredes parecían extenderse hasta el infinito. En la sala de sellamiento estaban con ellos sus padres tutelares, Venna y Spencer, y su hija Lucy.

—Estoy orgullosa de ti —le dijo Venna al enterarse de su compromiso—. Pasamos mucho tiempo de rodillas, orando por ti para que tomaras decisiones correctas.

Al arrodillarse Maeta ante el altar junto con Dennis, se sentía agradecida de que Venna hubiera orado con tanta diligencia, ella sentía mucha alegría. Sabía que casarse con Dennis era la decisión correcta.

Más tarde, Maeta condujo hasta Arizona para presentar a Dennis a su madre. Evelyn quedó impresionada con Dennis después de la reunión. Le gustó su sentido del humor, su sinceridad y su compromiso con la Palabra de Sabiduría.

—Es un buen hombre —le dijo a Maeta, aprobando la elección de su hija.


“Mi cuerpo está cansado, muy cansado, esta noche”, pensó Belle Spafford mientras yacía en la cama el 5 de octubre de 1974. A principios de esa semana, en la conferencia anual de la Sociedad de Socorro, el presidente Spencer W. Kimball la había relevado de su llamamiento como Presidenta General de la Sociedad de Socorro. Un grito ahogado colectivo resonó por todo el Tabernáculo de Salt Lake. Las mujeres estaban muy conmocionadas y decepcionadas por la noticia, pero Belle sabía que iba a ser relevada y lo aceptó como la voluntad del Señor.

Sin embargo, su mente no dejaba de pensar. “¡Recuerda esto! ¡Recuerda esto otro!”, parecía decirle. Ella quiso plasmar sus pensamientos en papel, así que se levantó de la cama y se puso a escribir. “¿Por qué dormirías —se preguntó— cuando hay tantas cosas gloriosas que tienes que repasar entre tus recuerdos?”.

Recordó el sentimiento de insuficiencia que la embargó cuando la Primera Presidencia la llamó para reemplazar a Amy Brown Lyman como líder de la Sociedad de Socorro en abril de 1945. Ahora, veintinueve años después, había servido por más tiempo que cualquier otra Presidenta General de la Sociedad de Socorro.

Durante ese tiempo, había pasado por muchas pruebas personales, entre ellas cáncer de mama y la muerte de su esposo y de su hija. Sin embargo, bajo su dirección, la organización ministró a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, construyó el edificio de la Sociedad de Socorro, inició reuniones nocturnas de la Sociedad de Socorro para mujeres que trabajaban, fomentó programas de prevención de abusos y adopción de niños, y brindó ayuda comunitaria adicional a través de otros servicios sociales.

Más recientemente, Belle y la Mesa Directiva General habían supervisado cambios en la inscripción de la Sociedad de Socorro para alentar a más mujeres a participar. En el pasado, las mujeres se inscribían en la organización y pagaban una cuota anual de membresía. Esa cuota se suspendió y todas las mujeres de la Iglesia se inscribían automáticamente en la Sociedad de Socorro apenas cumplían dieciocho años.

“Han sido años de mucho trabajo, exigentes y difíciles, pero más gratificantes de lo que puedo describir”, escribió Belle. El Señor había sido bueno con ella. “Muchas veces Él ha puesto ideas en mi mente e incluso palabras en mi boca que me han permitido enfrentar situaciones difíciles o eliminar obstáculos persistentes”.

Su sucesora, Barbara B. Smith, necesitaría la misma ayuda divina al guiar a la Sociedad de Socorro hacia un futuro en constante cambio. Durante los últimos años de Belle como Presidenta General, el movimiento por los derechos de la mujer había ganado impulso en Estados Unidos, ya que muchas mujeres, jóvenes y mayores, cuestionaban los roles tradicionales de género y luchaban contra el trato injusto y desigual que recibían.

Tras esfuerzos legislativos similares en otros países, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Enmienda de Igualdad de Derechos en 1972. La enmienda buscaba modificar la Constitución de Estados Unidos para incluir específicamente la igualdad de derechos legales para las mujeres. Ahora la opinión pública estadounidense estaba debatiendo el futuro de la enmienda. Si tres cuartas partes de los estados la aprobaban, se convertiría en la ley del país.

Para algunas personas, la enmienda parecía una buena solución a las desigualdades de género que existían desde hacía tiempo en el sistema jurídico. Otras personas no estaban tan seguras, incluso muchos miembros de la Iglesia.

Belle había dado recientemente su opinión sobre la enmienda y el floreciente movimiento de mujeres en un discurso ante un grupo de profesionales de negocios en la ciudad de Nueva York. “Hay algunas cosas por las que las mujeres están luchando que merecen apoyo”, había dicho ella, citando la igualdad salarial por el mismo trabajo y las prácticas de contratación justas. Sin embargo, le preocupaba que el movimiento feminista derivara en un debilitamiento de las funciones de esposa, madre y ama de casa. Creía que el cambio de los derechos legales de la mujer debía producirse a través de los gobiernos locales, estatales y federales, y no modificando la Constitución.

Belle se quedó despierta hasta tarde reflexionando sobre su largo mandato como Presidenta General de la Sociedad de Socorro y sintiendo gratitud entremezclada con una dulce sensación de alivio y alegría por el hecho de que sus responsabilidades habían recaído sobre nuevos hombros. “Dentro de mi alma —escribió ella— hay un sentimiento de paz y una buena promesa para el futuro: mi futuro personal y el de mi amada Sociedad de Socorro”.

Con esa sensación de paz, por fin estaba lista para dormir. “Esta noche descansaré —escribió ella—, porque en mi corazón tengo la certeza de que todo está bien”.


Por este entonces, en Costa del Cabo, Ghana, Billy Johnson vio las fotografías y los nombres de antiguos Presidentes de la Iglesia en la portada de un periódico religioso local. Junto a las fotografías había artículos que menospreciaban a la Iglesia y a sus líderes. Era evidente que el periódico intentaba sembrar dudas entre los miembros de la creciente congregación de Billy.

Billy y sus compañeros creyentes ya habían sido criticados muchas veces por su fe en el Evangelio restaurado. Algunas personas hostigaban a Billy por abandonar la religión de su juventud. Decían que los santos adoraban a José Smith y no creían en Dios. Otros señalaban que ningún hombre de raza negra poseía el sacerdocio en la Iglesia y se burlaban de Billy y sus seguidores por perder el tiempo.

Era difícil mantenerse fiel en medio de tales ataques. Un año antes, los miembros de la congregación se habían sentido frustrados porque, después de tantos años, nadie había ido a bautizarlos. Billy inmediatamente pidió a sus seguidores que se unieran a él en ayuno y oración. Al hacerlo, algunas personas sintieron una poderosa impresión de que pronto llegarían misioneros a Ghana.

Aunque esta impresión había tranquilizado a la congregación, la persecución no había cesado. Algunos miembros se preocuparon al ver que el periódico criticaba a los profetas y no sabían qué hacer. Billy oró con ellos y los instó a que no prestaran atención a los periódicos. “Simplemente tírenlos a la basura”, dijo él.

Sin embargo, Billy también se sentía débil. Una noche se dirigió al centro de reuniones a orar. “Padre, aunque creo en la Iglesia, en que esta es la verdadera Iglesia hoy en la tierra —dijo él—, necesito más fuerza y más confirmación para testificar sobre ella”.

Suplicó al Señor que se le revelara. Luego se quedó dormido y soñó que veía el Templo de Salt Lake, lleno de luz, descendiendo del cielo. El edificio pronto lo rodeó. “Johnson, no pierdas la fe en Mi Iglesia —dijo la voz del Señor—. Lo creas o no, esta es Mi verdadera Iglesia hoy en la tierra”.

Cuando Billy despertó, ya no estaba preocupado por la persecución. “El Padre ha hablado —dijo él—. Ya no tendré miedo”.

En los días siguientes, la fe de Billy se fortalecía cada vez que escuchaba a alguien criticar a la Iglesia y se esforzó por fortalecer a sus compañeros creyentes. “Habrá un momento en que la Iglesia se levantará —declaró él—. Veremos la belleza de la Iglesia”.


En 1974, cinco años después de renunciar como superintendente del orfanato de Songjuk, Hwang Keun Ok abrió una nueva casa hogar para niñas en Seúl, Corea del Sur. Ahora cuidaba de diecisiete niñas, varias de las cuales eran Santos de los Últimos Días, y ayudaba a otras a encontrar familias adoptivas a través de la Fundación Tender Apples. La fundación también apoyaba a otros grupos de menores, incluido un orfanato para niños. Keun Ok también abrió un centro preescolar para educar a los niños más pequeños de Corea que lo necesitaban.

Aunque el grupo de canto era más pequeño que en el orfanato, Tender Apples seguía presentándose en televisión y dando conciertos. Las niñas llevaban vidas ajetreadas y Keun Ok se aseguraba de que se sintieran como en casa con ella. Todos los lunes por la noche, las reunía para hacer una noche de hogar.

Cuando no estaba cuidando de las niñas, Keun Ok ministraba a las mujeres de su distrito como presidenta de la Sociedad de Socorro. Su llamamiento la puso en contacto con Eugene Till, el recién llamado presidente de la Misión Corea. Al presidente Till le preocupaba que muchos coreanos todavía no supieran nada acerca de la Iglesia, a pesar de que en Seúl había una estaca y un Instituto de Religión en auge. De hecho, se había enterado de que menos del 10 % de los coreanos reconocía el nombre completo de la Iglesia y quienes conocían la Iglesia no solían tener una buena opinión de ella. Además, el Gobierno estaba limitando la cantidad de misioneros estadounidenses autorizados a ingresar al país.

Sin embargo, si el presidente Till demostraba a los funcionarios coreanos que la Iglesia se centraba en las familias, el Gobierno podría estar dispuesto a flexibilizar su restricción a la obra misional.

Un día, él le pidió ayuda a Keun Ok. Algunos élderes de la misión estaban incorporando la música a su enseñanza. Al igual que los Osmond, ellos creían que la música popular podía inspirar a las personas con mensajes sobre el Evangelio restaurado. Un año antes, los Osmond habían lanzado The Plan (El plan), el ambicioso álbum de rock en el que llevaban trabajando varios años. En términos musicales, el álbum sonaba como otras grabaciones de bandas populares de la época, pero los hermanos habían hecho un esfuerzo especial por escribir canciones sobre cada etapa del Plan de Salvación, desde la vida premortal hasta la exaltación. Aunque los críticos descartaron el álbum por sus temas relacionados con los Santos de los Últimos Días, su mensaje centrado en el Evangelio llegó a muchos jóvenes de Norteamérica, Europa y Australia.

Por otro lado, los esfuerzos musicales de los misioneros en Corea del Sur eran modestos, pero sus objetivos eran los mismos. El líder del grupo, el élder Randy Davenport, escribió la mayoría de las canciones originales del grupo y el élder Mack Wilberg se hizo cargo de los arreglos musicales. Se hicieron llamar New Horizon.

El presidente Till, quien reconocía el potencial del grupo, le preguntó a Keun Ok si Tender Apples se presentaría junto con New Horizon en un concierto de Navidad. Keun Ok vio la importancia de que Tender Apples compartiera el Evangelio restaurado y, después de consultar con Stan Bronson, cofundador del grupo, aceptó la propuesta.

El concierto de Navidad fue un gran éxito y todos estuvieron de acuerdo en que New Horizon y Tender Apples eran una buena combinación. Comenzaron a recorrer el país juntos y encontraron un amplio público en programas de televisión y radio. Tender Apples era especialmente popular en las bases militares, donde a muchos miembros del público les recordaba a sus propios hijos en Estados Unidos. Los élderes de New Horizon, por otro lado, eran populares entre el público coreano, a quien le encantaba ver a artistas estadounidenses hablando y cantando en coreano. Los grupos llegaron a grabar álbumes juntos.

Keun Ok una vez tuvo que ocultar su fe. Ahora, Tender Apples y New Horizon incluían el nombre de la Iglesia en cada presentación y entrevista. En los conciertos había misioneros de tiempo completo para contarle a la gente más acerca de la Iglesia. Los misioneros que llamaban a las puertas eran recibidos con más frecuencia y los investigadores (personas que estaban conociendo la Iglesia) decían reconocer el nombre de la Iglesia por un concierto o un álbum. En algunos zonas, los misioneros organizaban conciertos en lugares públicos para aumentar la cantidad de personas dispuestas a escucharlos.

Ya que Tender Apples y New Horizon se hicieron más populares, el presidente Till realizó una encuesta y descubrió que la cantidad de residentes en Seúl y sus alrededores que había oído hablar de la Iglesia ya eran ocho de cada diez. Más importante aún, la impresión que la mayoría de ellos tenía de la Iglesia era muy positiva.

Aunque provenían de orígenes y culturas muy diferentes, New Horizon y Tender Apples habían ayudado a difundir el Evangelio juntos, de canción en canción.


En abril de 1975, Henry e Inge Burkhardt se encontraban a miles de kilómetros de casa. Por invitación de la Primera Presidencia, habían viajado a Utah desde la República Democrática Alemana para asistir a la conferencia general. El viaje fue una oportunidad única para un matrimonio Santo de los Últimos Días que vivía en un país que mantenía un control estricto sobre sus fronteras y sus ciudadanos.

No era la primera vez que Henry visitaba Salt Lake City. El presidente Joseph Fielding Smith y sus consejeros los habían invitado a él y a Inge a asistir a la conferencia general cuatro años antes. Sabiendo que los funcionarios de Alemania Oriental leerían la invitación, la Primera Presidencia escribió respetuosamente sobre sus esperanzas de paz mundial, fraternidad universal y otros ideales que profesaba la RDA. El Gobierno aprobó la solicitud de viaje de Henry, quien asistió a la conferencia general de 1972.

En aquel momento, la RDA no permitió que Inge fuera con él, ya que temía que la pareja no regresara si se les permitía salir juntos del país. Sin embargo, en los dos años siguientes, los dos consejeros de Henry en la presidencia de la Misión Dresde recibieron la autorización para viajar a la conferencia general con sus cónyuges, lo que dio a los Burkhardt motivos para esperar que los funcionarios del Gobierno aprobaran la siguiente solicitud de visa de Inge. No obstante, cuando solicitaron asistir a la conferencia de 1975, la solicitud de Inge volvió a ser denegada.

Al enterarse del dilema de Inge, los líderes de la Iglesia de Salt Lake City ofrecieron una oración especial por ella en el templo. Cuando Henry e Inge apelaron la decisión, el Gobierno aprobó la visa sin ningún problema aparente.

Asistir a la conferencia fue una experiencia extraordinaria. Spencer W. Kimball inauguró la conferencia por tercera vez como Presidente de la Iglesia. Su mensaje iba dirigido a los Santos de los Últimos Días de todo el mundo. Había casi 700 estacas y 150 misiones en todo el mundo y, durante el año anterior, pudo reunirse con santos en conferencias generales de área en Sudamérica y Europa. También había dedicado un templo en Washington D. C., había anunciado un nuevo templo en São Paulo, Brasil, e iniciado planes para un templo en la Ciudad de México. A menudo, mientras se reunía con los santos, los animaba a “alargar el paso”, o aumentar sus esfuerzos, para compartir el Evangelio.

Ahora, al dirigirse a los santos en la conferencia general, los instó a vivir una vida moral. Condenó la pornografía y el aborto, práctica recientemente legalizada en Estados Unidos. También alentó a los santos a plantar jardines, compartir el Evangelio y establecer la Iglesia en sus países de origen. “El ‘recogimiento de Israel’ —dijo él—, se lleva a cabo cuando las personas de otros países aceptan el Evangelio y permanecen en sus lugares de origen”.

Era un mensaje que se vinculaba profundamente con la experiencia de Henry e Inge en la Iglesia. Veinte años antes, cuando decidieron regresar a la RDA después de ser sellados en el Templo de Suiza, sacrificaron la oportunidad de practicar su religión libremente y asistir al templo con regularidad. Sin embargo, su ejemplo y liderazgo ayudó a congregar a los santos no solo en la RDA, sino también en las cercanas Hungría, Polonia y Checoslovaquia, donde Henry y otros líderes de la Iglesia de Alemania Oriental realizaban visitas periódicas.

Antes de regresar a casa, Henry habló con el presidente Kimball sobre los problemas de la Iglesia con el Gobierno de la RDA. El presidente Kimball dudaba de que la Iglesia pudiera mejorar su posición allí mediante negociaciones políticas. “Si quieres que las cosas cambien en Alemania Oriental, debes empezar por ti mismo —le dijo a Henry—. Debes obligarte a hacerte amigo de los comunistas. No puedes guardarles rencor. Debes cambiar totalmente tu perspectiva y actitud”.

A Henry le sorprendió lo que sugirió el profeta. “Usted no conoce a los comunistas —quiso decirle—. No es posible desarrollar una buena relación con ellos. Están en contra de la religión”. Él recordó las numerosas veces que las autoridades lo acosaron y trataron de meterlo en prisión.

La idea de hacerse amigo de ellos le era repulsiva.


Un soleado domingo en Vietnam, país devastado por la guerra, Nguyen Van The, presidente de la Rama Saigón, atravesó la puerta exterior de una villa de estilo francés que servía como centro de reuniones local. De inmediato, los miembros de la rama lo rodearon, con los rostros llenos de frustración y esperanza. “¡Presidente The! ¡Presidente The! —gritaban—. ¿Qué noticias tiene?”.

Él tenía noticias, pero no estaba seguro de cómo respondería la rama. Caminó hasta la puerta de la capilla y los santos lo siguieron mientras le gritaban más preguntas. Sin responder, The estrechó manos y dio palmaditas en la espalda. Cong Ton Nu Tuong-Vy, presidenta de la Sociedad de Socorro y traductora principal del Libro de Mormón vietnamita, lo tomó del brazo.

—¿Qué consejo tiene, presidente The? —le preguntó ella—. ¿Qué les digo a las hermanas?

—Entre, hermana Vy. Le contaré todo lo que sé después de la reunión sacramental —dijo The. Luego instó a todos los presentes a mantener la calma—. Todas sus preguntas serán respondidas.

Vietnam había sido un país dividido durante décadas. El conflicto estalló poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las fuerzas vietnamitas derrocaron a los gobernantes coloniales franceses que habían gobernado Vietnam desde finales del siglo XIX. Cuando los partidos rivales de Vietnam del Sur se resistieron al dominio comunista, la región se sumió en una feroz guerra de guerrillas. Las fuerzas estadounidenses lucharon junto con los survietnamitas durante casi una década, pero la gran cantidad de bajas hizo que el conflicto fuera mal visto en Estados Unidos, lo que llevó a ese país a retirarse gradualmente de la guerra. Ahora, las fuerzas norvietnamitas se estaban acercando a la capital sureña de Saigón y todos los estadounidenses restantes se estaban yendo.

La llegada de las fuerzas norvietnamitas amenazó con acabar con la Rama Saigón. Hasta una semana antes, cuando se evacuó del país al último misionero Santo de los Últimos Días, la rama había visto cómo se unían nuevos miembros cada mes. Más de doscientos santos vietnamitas habían adorado regularmente con miembros de la Iglesia de Estados Unidos. Ahora, los santos vietnamitas temían que los norvietnamitas los castigaran por esta asociación. Algunos miembros de la Iglesia ya se habían dispersado y muchos de ellos se unieron a la multitud en la base aérea con la esperanza de escapar del país.

Cuando The entró a la capilla y tomó asiento al frente de la sala, pudo escuchar el estruendo del fuego de artillería y algunas explosiones sonaron aterradoramente cerca. No se le escapó la ironía del momento. La guerra había traído a los soldados estadounidenses que le habían presentado a él y a tantos santos vietnamitas el Evangelio restaurado. Ahora, esa misma guerra estaba destrozando la rama. Era como si estuviera asistiendo al funeral de la pequeña congregación.

Había alrededor de 125 miembros de la rama en la reunión cuando The se levantó y se acercó al púlpito. Parecían ansiosos y muchos de ellos lloraban. Él también estaba emocionado, pero mantuvo la compostura al iniciar la reunión sacramental. Los santos cantaron “¡Oh, está todo bien!” y participaron de la Santa Cena. A continuación, The dio su testimonio e invitó a otros a hacer lo mismo, pero mientras los santos se ponían en pie y compartían sus testimonios, él no podía concentrarse en sus palabras. Los santos estaban recurriendo a él en ese momento de crisis y él se sentía inadecuado.

Después de la reunión, The informó a los santos que la embajada de Estados Unidos estaba dispuesta a evacuar a los miembros de la Iglesia y a cualquiera que se estuviera preparando para el bautismo, pero los santos con familiares que no eran miembros de la Iglesia tenían que dejar a sus seres queridos o quedarse. Esta noticia hizo que algunos santos gritaran de angustia. “¿Qué pasará con mi familia? —se preguntaron—. ¡No puedo irme sin mi familia!”.

Con la ayuda de los miembros de la rama, The creó una lista de evacuación en la que se identificaba a los santos que se irían primero. A pesar de la solicitud de la embajada, la lista incluía docenas de familiares y amigos de miembros de la rama que no eran miembros. La esposa de The, Lien, y sus tres hijos pequeños estaban entre los santos de la lista. Los miembros de la rama insistieron en que la familia de The evacuara inmediatamente para que él pudiera dedicar toda su atención a evacuar a todos los demás. Como presidente de la rama, The sentía que era su deber ser el último en irse.

Lien y los niños, junto con su madre y sus hermanas, salieron de Saigón en avión unas horas más tarde.

Al día siguiente, los norvietnamitas bombardearon el aeropuerto de Saigón, dañando la pista e impidiendo el aterrizaje de aviones de transporte militar. Luego, durante las siguientes cuarenta y ocho horas, los helicópteros evacuaron a los estadounidenses restantes y a los refugiados vietnamitas que pudieron transportar. The se apresuró a ir a la embajada de Estados Unidos, con la esperanza de encontrar una salida para él y los demás santos que aún se encontraban en la ciudad. Cuando llegó, el edificio estaba en llamas y el cielo estaba lleno de humo. Los bomberos y la multitud se habían reunido afuera, pero la embajada estaba vacía. Los estadounidenses ya habían abandonado la ciudad.

Desesperados por ayudar a escapar a los miembros restantes de la rama, The y un compañero santo, Tran Van Nghia, se subieron a una motocicleta para pedir ayuda a la Cruz Roja Internacional. Sin embargo, pronto se encontraron con una masa de gente que corría despavorida por una calle de un solo sentido. Un tanque con un gran cañón se dirigía rápidamente hacia ellos.

Nghia se salió de la carretera, y él y The se metieron en una zanja para esconderse. El tanque pasó retumbando junto a ellos, haciendo temblar el suelo a su paso.

Saigón estaba ahora en manos de los norvietnamitas.


Una semana después, en mayo de 1975, Le My Lien se bajó de un autobús lleno de gente en un campamento militar cerca de San Diego, California, en la costa oeste de Estados Unidos. Ante ella se extendía una ciudad en expansión hecha de tiendas de campaña instaladas para albergar a dieciocho mil refugiados de Vietnam. La hierba y la arena cubrían el terreno y los árboles salpicaban escasamente el horizonte. Los niños caminaban con chaquetas militares de gran tamaño y los adultos pasaban el día con un aspecto serio.

Aunque la madre y las hermanas de Lien estaban con ella, se sentía perdida. Sentía náuseas debido al viaje hasta el campamento. No tenía dinero y apenas hablaba inglés. Además, tenía que cuidar de sus tres hijos mientras esperaba noticias de su esposo en Vietnam.

En su primer día en el campamento, Lien y otros miembros de la Rama Saigón (en su mayoría mujeres) fueron recibidos por voluntarios con insignias que los identificaban como miembros de la estaca local de California. Una mujer bien vestida se presentó como Dorothy Hurley, presidenta de la Sociedad de Socorro de la estaca. Ella y los demás voluntarios de la estaca estaban allí para distribuir alimentos, ropa y medicamentos a los santos refugiados, organizarlos en distritos de orientación familiar y establecer la Primaria y la Sociedad de Socorro. Para Lien, las hermanas de la Sociedad de Socorro parecían ángeles.

Los miembros de la Rama Saigón pasaron la tarde recorriendo el campamento. La grava crujía bajo los pies mientras les mostraban a Lien y a su familia el comedor, el pabellón de la Cruz Roja y las letrinas. La larga caminata duró toda la tarde y dejó a Lien fatigada. Pesaba menos de cuarenta kilos y su cuerpo estaba demasiado débil para producir leche para su hija pequeña, Linh.

Esa noche, Lien hizo todo lo posible para que sus hijos se sintieran cómodos. El campamento no le había proporcionado mantas y solo tenía un catre. Sus hijos, Vu y Huy, estaban apretujados en el catre mientras la bebé dormía en una hamaca que Lien hizo con una sábana y gomas elásticas.

Lien no tenía dónde acostarse, así que durmió sentada en el borde del catre, apoyada en el poste de una tienda. Las noches eran frías y el aire helado no la ayudaba en nada a mejorar su salud, que empeoraba. Pronto le diagnosticaron tuberculosis.

A pesar de su enfermedad, Lien se levantaba temprano cada mañana para recoger seis biberones pequeños de fórmula para su bebé y alimentar a los niños. A la hora de comer, el comedor estaba lleno de gente esperando su turno. Con su hija en brazos, ayudaba a sus hijos a cargar y llevar los platos. Solo cuando terminaban de comer volvía a buscar su propia comida.

A Lien se le partía el corazón cuando veía a otros niños esperando hambrientos en la fila. Dado que las raciones en el comedor se acababan rápidamente, Lien solía pasar comida a los niños para asegurarse de que comieran. A cambio, algunos compartían con ella su porción de zanahorias y brócoli.

Ella oraba continuamente para que su esposo se mantuviera fuerte, creyendo que si ella podía sobrevivir a su terrible experiencia, él también podría sobrevivir a la suya. No había sabido nada de él desde su huida de Saigón, pero unas semanas después de su llegada, el élder A. Theodore Tuttle, del Primer Consejo de los Setenta, fue al campamento y le dio a Lien un mensaje personal del presidente Spencer W. Kimball, quien había visitado el campamento y se había reunido con los refugiados poco antes de que ella llegara.

“Testifico que tu esposo será preservado —decía el mensaje del profeta— y que ustedes se reunirán como familia en el propio y debido tiempo del Señor”.

Ahora, mientras Lien mecía a su bebé que lloraba cada mañana, ella también lloraba. “Por favor —le rogaba al Señor—, que pueda resistir tan solo este día”.

  1. Maeta Beck y Dennis Beck, entrevista de historia oral, págs. 29–33, 47, 88, 123–124; Shumway y Shumway, Blossoming, pág. 98; “BYU ‘Lamanite Generation’ a Big Hit on Florida Tour”, Church News, 8 de enero de 1972, pág. 4. Tema: Medios de difusión

  2. Beck, diario, 17 de diciembre de 1973; Maeta Beck y Dennis Beck, entrevista de historia oral, págs. 74–76, 80–83, 93–94, 100–101; Shumway y Shumway, Blossoming, págs. 99–100.

  3. Beck, diario, 17 de diciembre de 1973; Shumway y Shumway, Blossoming, págs. 99–100; Maeta Beck y Dennis Beck, entrevista de historia oral, pág. 124.

  4. Maeta Beck y Dennis Beck, entrevista de historia oral, págs. 45–46, 73–74, 101–105, 124; Beck, diario, 28 de octubre de 1974.

  5. Maeta Beck y Dennis Beck, entrevista de historia oral, págs. 39–45, 109–110, 125; Shumway y Shumway, Blossoming, pág. 100. Se editó la cita por motivos de legibilidad; la fuente original dice: “Ella me dijo que pasaron mucho tiempo de rodillas, orando por mí para que tomara las decisiones correctas”.

  6. Maeta Beck y Dennis Beck, entrevista de historia oral, págs. 39–41, 44, 76, 124, 137–138.

  7. Spafford, “My Feeling upon Being Released as President of Relief Society”, págs. [1]–[3]; Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, págs. 307, 347. Tema: Belle S. Spafford

  8. Tanner, diario, 6 de mayo de 1971; “Willis Earl Spafford”, Deseret News and Salt Lake Telegram, 28 de enero de 1963, pág. A14; “Mary S. Kemp”, Salt Lake Tribune, 30 de marzo de 1964, pág. 26; “Relief Society Leader Dies at 86”, Salt Lake Tribune, 4 de febrero de 1982, pág. B3.

  9. Santos, tomo III, capítulo 32; Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, págs. 305–346; Relief Society, General Board Minutes, tomo XXXV, 6 de enero de 1965, pág. 208; tomo XXXVI, 23 de marzo y 16 de noviembre de 1966, págs. 45–46, 153; Hangen, “Guide to a Generation”, pág. 83; Spafford, entrevista de historia oral, págs. 67–73.

  10. Relief Society, General Board Minutes tomo XXXVI, 23 de marzo de 1966, pág. 45; tomo XXXVII, 22 de mayo de 1968, pág. 117; tomo XXXIX, 10 de febrero de 1971, págs. 151–152; 24 de marzo de 1971, págs. 181–182; tomo IV, 4 de abril de 1973, págs. 133–134; Marion G. Romney y Boyd K. Packer a la Primera Presidencia y al Consejo de los Doce, 5 de marzo de 1971; Presidencia General de la Sociedad de Socorro a Marion G. Romney y Boyd K. Packer, 31 de marzo de 1971, en Relief Society, General Board Minutes, tomo XXXIX, 31 de marzo de 1971, págs. 192A–192B; “Statement of Financial Condition of Relief Society”, 31 de agosto de 1971, Relief Society, General Board Minutes, tomo XXXIX, pág. 286; Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, pág. 345; Handbook of Instructions of the Relief Society, págs. 43–44. Tema: Sociedad de Socorro

  11. Spafford, “My Feeling upon Being Released as President of Relief Society”, pág. [3].

  12. Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, págs. 347–348; Spruill, Divided We Stand, págs. 14–41; Hartmann, From Margin to Mainstream, págs. 48–106; Bruley, “Origins of the Women’s Liberation Movement in 1960s Britain”, págs. 67–78; “Educator Sees Rebuff to Equality Bill as ‘Humiliating Mistake’”, Salt Lake Tribune, 22 de abril de 1973, pág. B1. Tema: Enmienda de Igualdad de Derechos

  13. Public Communications Department, General Authority Advisers Minutes, 29 de mayo y 16 de julio de 1974; Belle S. Spafford, “The American Woman’s Movement”, 12 de julio de 1974, First Presidency, General Correspondence, BHI; “Happy Homemakers Still Abound in Liberated World”, Democrat and Chronicle (Rochester, NY), 20 de agosto de 1974, pág. C5.

  14. Spafford, “My Feeling upon Being Released as President of Relief Society”, pág. [3].

  15. Johnson, “History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints in Ghana”, págs. 2–3; Joseph Johnson, entrevista de historia oral, [1988], págs. 20–21; Joseph Johnson, entrevista de historia oral, [1998], pág. 6; Joseph Johnson a la Primera Presidencia, 9 de septiembre de 1978, International Mission Files, BHI.

  16. Johnson, “History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints in Ghana”, pág. [3]; Joseph Johnson, entrevista de historia oral, [1988], pág. 26; Joseph Johnson, entrevista de historia oral, [1998], pág. 6.

  17. Joseph Johnson, entrevista de historia oral, [1988], pág. 21; Joseph Johnson, entrevista de historia oral, [1998], pág. 6.

  18. “Girls Fill Home with Music, Love”, Church News, 23 de noviembre de 1974, pág. 14; Bronson, entrevista de historia oral, págs. 12–14, 45, 48–49, 53–54, 57–58, 66–69, 88–89, 101; Hwang, “Hwang Keun Ok”, pág. 293; Shirleen Meek Saunders, “Whang Keun-Ok: Cuidando de los niños de Corea”, Liahona, octubre de 1992, págs. 32–41. Tema: Noche de hogar

  19. “Girls Fill Home with Music, Love”, Church News, 23 de noviembre de 1974, pág. 14; Till, Till y Munoa, entrevista de historia oral, págs. 4, 31; Greg Hill, “Singing Elders Took Korea by Storm”, Church News, 29 de noviembre de 2008, pág. 6; Gunter, entrevista de historia oral, págs. 5–6; “First Institute Building Under Way in Korea”, Church News, 23 de agosto de 1975, pág. 14; entrevista de historia oral, págs. 50–51; Eugene Till a Stan Bronson, 15 de octubre de 1975, Stanley Bronson, colección de Tender Apples, BHI; Hinckley, diario, 8 de junio de 1973. Tema: Corea del Sur

  20. Eugene Till a Primera Presidencia, 30 de junio de 1977, First Presidency, Mission Correspondence, 1964–2010, BHI; Choi, “History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints in Korea”, págs. 196–197; Till, Till y Munoa, entrevista de historia oral, págs. 4–5.

  21. Till, Till y Munoa, entrevista de historia oral, págs. 4–8, 29–31; Davenport, entrevista de historia oral, págs. 1–2, 6, 7–11; Osmond y Romanowski, Life Is Just What You Make It, págs. 127–129; Osmond y Osmond, entrevista de historia oral, págs. 12–18, 26; véase también Dunn, Osmonds, págs. 190–196, 239–246.

  22. Till, Till y Munoa, entrevista de historia oral, págs. 4–7, 29–30; Davenport, entrevista de historia oral, págs. 1–2, 6, 7–11; Wilberg, entrevista de historia oral, pág. 2; Gunter, entrevista de historia oral, págs. 1–2, 4–5; Korea Seoul Mission, Historical Records, 13 de septiembre, págs. 21–24 y 28, 1974, págs. [7]–[8].

  23. Till, Till y Munoa, entrevista de historia oral, págs. 7–10; Bronson, entrevista de historia oral, pág. 67; Hwang, “Hwang Keun Ok”, 293–294; Gunter, entrevista de historia oral, págs. 7, 11, 13; Davenport, entrevista de historia oral, págs. 6–12; Wilberg, entrevista de historia oral, págs. 2, 5–7.

  24. Till, Till y Munoa, entrevista de historia oral, págs. 7–8, 11–12, 18–19; Davenport, entrevista de historia oral, págs. 8–12; Gunter, entrevista de historia oral, págs. 6, 16–17.

  25. Till, Till y Munoa, entrevista de historia oral, pág. 11; Greg Hill, “Singing Elders Took Korea by Storm”, Church News, 29 de noviembre de 2008, pág. 6; Eugene Till a Primera Presidencia, 30 de junio de 1977, First Presidency, Mission Correspondence, 1964–2010, BHI; Bronson, entrevista de historia oral, págs. 13–14; Shirleen Meek Saunders, “Whang Keun-Ok: Cuidando de los niños de Corea”, Liahona, octubre de 1992, págs. 32–41; Davenport, entrevista de historia oral, págs. 8–9, 13; Gunter, entrevista de historia oral, pág. 6. Tema: Globalización

  26. Monson, diario, 27 de marzo de 1975; Robert Barker a Victor Wolf, 10 de diciembre de 1974; Primera Presidencia a Henry Burkhardt, 21 de abril de 1971, First Presidency, Mission Correspondence, 1964–2010, BHI; Kuehne, Henry Burkhardt, págs. 68–72, 78–79. Tema: Conferencia general

  27. Robert Barker a Kent Brown, 7 de marzo de 1972; Robert Barker a Steven Vitale, 1 de noviembre de 1972; Robert Barker al jefe de la Sección Consular, 13 de octubre de 1973; Robert Barker a Henry Burkhardt, 18 de febrero de 1975, First Presidency, Mission Correspondence, 1964–2010, BHI; Monson, diario, 27 de marzo de 1975; Kuehne, Henry Burkhardt, págs. 69–72.

  28. Véase Spencer W. Kimball, “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”, Liahona, agosto de 1975, págs. 30–35; Kimball y Kimball, Spencer W. Kimball, págs. 416–420; J M. Heslop, “Stockholm: ‘Burning Memory’”, Church News, 24 de agosto de 1974, pág. 3; J M. Heslop, “Area Conference in Brazil”, Church News, 8 de marzo de 1975, pág. 3; Hunter, diario, 9 de enero de 1975; Kapp, diario, 19 de octubre de 1974; J M. Heslop, “Missionary Effort—‘Lengthen Our Stride’”, Church News, 19 de octubre de 1974, págs. 3, 10. Tema: Spencer W. Kimball

  29. Santos, tomo III, capítulo 39; Kuehne, Henry Burkhardt, capítulo 5.

  30. Burkhardt, entrevista de historia oral, [1991], págs. 21–22; Monson, diario, 9 de octubre de 1982; Burkhardt, diario, 17 de julio de 1975; Mehr, “Enduring Believers”, pág. 150; Kuehne, Mormons as Citizens of a Communist State, pág. 104; Primera Presidencia a Henry Burkhardt y Charles Broberg, 24 de abril de 1972, First Presidency, Mission Correspondence, 1964–2010, BHI. Temas: Guerra fría; República Checa; Alemania; Hungría; Polonia; Eslovaquia

  31. Kuehne, Henry Burkhardt, págs. 79–82.

  32. Nguyen y Hughes, When Faith Endures, págs. 1, 5–7. Se editó la cita por motivos de precisión; en lugar de “The”, la fuente original tiene la ortografía fonética “Tay”.

  33. Nguyen y Hughes, When Faith Endures, pág. 5; Britsch, From the East, págs. 429–431.

  34. Kiernan, Việt Nam, págs. 385–391, 395–451; Taylor, History of the Vietnamese, págs. 446–447, 478–483, 536–619.

  35. Nguyen y Hughes, When Faith Endures, págs. 1, 6, 119; Britsch, From the East, págs. 435–437.

  36. Nguyen y Hughes, When Faith Endures, págs. 1, 7, 11.

  37. Nguyen y Hughes, When Faith Endures, págs. 7, 14–17.

  38. Nguyen y Hughes, When Faith Endures, págs. 6, 10, 17–18, 127–128; “Saigon Branch Evacuation List”, 13 de mayo de 1975, First Presidency, General Correspondence, BHI; Le, entrevista de historia oral, págs. 1–3.

  39. Nguyen y Hughes, When Faith Endures, págs. 8, 128–133, 136–137; Nguyen, “Escape from Vietnam”, pág. 29.

  40. “Saigon Branch Evacuation List”, 13 de mayo de 1975, First Presidency, General Correspondence, BHI; Le, entrevista de historia oral, págs. 3, 19, 31–32; Ferren Christensen, discurso, Estaca Newport Beach California, conferencia de estaca, 4 de mayo de 1975, 00:13:40–00:18:14, 00:31:03–00:31:42; Jack E. Jarrard, “To Help Viet Refugees: Church Members Open Their Hearts”, Church News, 17 de mayo de 1975, pág. 4; Spencer W. Kimball, diario, 3 de mayo de 1975.

  41. Le, entrevista de historia oral, págs. 2–3, 10, 16, 21, 27.

  42. Le, entrevista de historia oral, págs. 9–12; Jack E. Jarrard, “A New Home in America”, Church News, 31 de mayo de 1975, pág. 5; Jack E. Jarrard, “To Help Viet Refugees: Church Members Open Their Hearts”, Church News, 17 de mayo de 1975, págs. 4, 10; Ferren Christensen a Spencer W. Kimball, 9 de mayo de 1975, Welfare Services Department, Vietnamese Refugee Files, BHI.

  43. Le, entrevista de historia oral, págs. 3–5, 9–10, 16–19; Nguyen y Hughes, When Faith Endures, pág. 236.

  44. Le, entrevista de historia oral, págs. 5–6, 10, 13–15, 23.

  45. Le, entrevista de historia oral, págs. 14, 22, 25–28, 39; Nguyen y Hughes, When Faith Endures, págs. 151–152; “Saigon Branch Evacuation List”, 13 de mayo de 1975, First Presidency, General Correspondence, BHI; Jack E. Jarrard, “Viet Mormons Arrive in U.S.”, Church News, 10 de mayo de 1975, págs. 3, 13.

  46. Le, entrevista de historia oral, pág. 23.