2018
Una simple bombilla roja
Diciembre de 2018


Reflexiones

Una simple bombilla roja

La autora vive en Oregón, EE. UU.

Un simple adorno navideño me recordó lo que significa en realidad la Navidad.

single red bulb

Imagen de Getty Images

La Navidad no parecía Navidad. Aunque traté de estar alegre con los villancicos que se oían de fondo, saqué con tristeza las cajas de adornos. El frasco de galletas en forma de muñeco de nieve solo me recordaba que no había nadie con quien hornear. La estatuilla de Santa Claus parecía decir que había pocas razones para colgar calcetines navideños, y el papel de rayas rojas y blancas para envolver regalos me recordaba que en la mañana no habría voces de niños emocionados.

Ese año nuestro hijo menor se había ido a la universidad, y nuestra casa se sentía solitaria y silenciosa. Elegí usar solamente las decoraciones que no tenían a Santa Claus y coloqué lo demás de nuevo en sus cajas.

Ya que mi esposo estaba fuera de la ciudad, decoré el árbol sola. Mi nuera publicó fotografías en línea de mis nietos colocando los adornos en su árbol, y mi corazón añoraba el pasado. Me preguntaba cómo había pasado el tiempo a tal velocidad. ¿Cómo habían crecido mis hijos tan rápido? Ensimismada en mis pensamientos, bajé la mirada y vi la bombilla que tenía en la mano. Era una simple bombilla roja.

Examiné el color; era rojo intenso, carmesí. Miré la simplicidad de lo que quedaba de las decoraciones a mi alrededor: unos cuantos nacimientos, un pesebre hecho de palitos de madera, y una decoración que decía NAVIDAD en letras doradas. Los ojos se me llenaron de lágrimas. La bombilla era roja; roja como la sangre expiatoria del Salvador.

Pensé en cómo siempre había asociado las decoraciones, los moldes de galletas y el regocijo de los niños en la mañana de Navidad con lo que me hacía feliz respecto a la época navideña. Entonces pensé en mis hijos y en sus familias eternas. Pensé en el gozo que tenía en mi familia y en el que ellos tenían con sus familias. Reflexioné en cómo el bebé que estaba en el pesebre había hecho eso posible. La dulzura y calidez brotaron en mi corazón al contemplar la dádiva del Salvador; no solo para mí, sino para toda la humanidad.

“Pero el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo” (Lucas 2:10; cursiva agregada).

Al continuar decorando el árbol, medité en el humilde nacimiento y la vida de Jesucristo. Vino a reparar lo roto, a levantar al oprimido, a dar consuelo al solitario, a traer paz en la imperfección y a dar compasión a los que sufren. Nació y murió para que vivamos con Él en el reino de nuestro Padre nuevamente. Vino para que el hombre conozca la verdadera felicidad. Mi corazón se hinchó y hallé gozo en Cristo porque Cristo es la Navidad.