Retratos de fe
Blanca Solís
Asunción, Paraguay
Cuando la madre y el esposo de Blanca cayeron enfermos y fueron incapaces de cuidar de sí mismos, ella tuvo que dejar su empleo para cuidarlos a tiempo completo. Al volverse al Señor, Blanca ha encontrado fortaleza más allá de sí misma.
Cody Bell, fotógrafo
Las pruebas más difíciles de nuestra familia llegaron cuando mi esposo cayó gravemente enfermo; pasó cuatro meses en cuidados intensivos. Fueron meses de angustia. Cuando salimos del hospital, mi esposo no podía cuidar de sí mismo. Por aquel entonces mi madre padecía Alzheimer y tenía que permanecer completamente en cama.
Yo tenía un empleo estable como enfermera y cuidaba de mi esposo y de mi madre al mismo tiempo. Me sentía desanimada al tener a ambos en cama y pasaba muchas noches sin dormir porque tenía que hacerlo todo por ellos. Eran como dos bebés. Al cuidar de ellos y trabajar al mismo tiempo, sentía que trabajaba el doble. No podía cuidarles como debía, así que tuve que dejar mi empleo.
Creo que aquellos fueron los días más difíciles de mi vida. Para mí fue difícil pasar de ser autosuficiente a tener las manos vacías. Comenzaron a preocuparme las finanzas. No sabía qué hacer para cubrir todos nuestros gastos, y comencé a pensar en lo que podía hacer. Le pedí al Señor que me ayudara a volver a trabajar y seguir cuidando de mi familia.
Hablé con mi hijo y él me sugirió que cocinara y vendiera empanadas. Tenía miedo, ya que no sabía cómo hacerlo, pero tenía algo a mi favor: había asistido a varios cursos de autosuficiencia de la Iglesia. Uno de los cursos que me gustaron fue el de “Cómo iniciar y hacer crecer mi negocio”. Al asistir, me di cuenta de lo que tenía por delante. El Señor me envió este curso después de que yo le pidiera ayuda. Le pedí un empleo, y Él me proporcionó una oportunidad.
Trabajaba hasta tarde por la noche para poder iniciar mi negocio y tardé un año en tenerlo a pleno rendimiento. Empecé vendiendo empanadas a amigos y vecinos, y comencé a pensar que podía dedicarme de lleno a ese empleo y así podría cuidar de mi familia. Cuando llegó el momento de abrir nuestro agradable negocio familiar estábamos muy contentos. No obstante, nuestra felicidad duró poco.
Yo misma comencé a sentirme enferma; fui al médico y me diagnosticaron cáncer de mama. Me sometí a cirugía, quimioterapia y todo lo demás para luchar contra la enfermedad. Cuando todo se vino abajo tuve que abandonar el negocio familiar que por tanto tiempo había anhelado. Entre mi tratamiento y el cuidar a mi madre y esposo desvalidos, era físicamente incapaz de dirigir el negocio.
Con el tiempo, la salud de mi esposo fue mejorando poco a poco, y desde entonces mi madre ha fallecido. Ahora estoy centrada en mi propio tratamiento.
No me canso de orar y de pedirle al Señor fortaleza para seguir adelante. Oro a Él todo el tiempo. Lo que mi familia ha pasado me ha ayudado a darme cuenta de que el Señor ha caminado conmigo en todo momento. Él me da la oportunidad de levantarme de nuevo. Es increíble la enorme cantidad de fortaleza que el Señor me da.
Nunca me pregunto “¿por qué yo?”. Siempre he pensado que había una razón para ello. Confío en el Señor y acepto lo que Él me envíe. Él me ha sostenido cuando he pasado por momentos muy difíciles, y he sido fortalecida.