Voces de Los Santos de los Últimos Días
La bendición de tomar la Santa Cena
Algo que hizo mella en mi mente y mi corazón fue una experiencia que compartió un misionero de nuestra unidad. Dijo que nunca olvidaría la enseñanza de su padre, que cada vez que estuviera bendiciendo la Santa Cena, pensara que Jesucristo estaba de pie frente a la mesa sacramental.
He tenido una gran reverencia por ese tiempo, por ese acto tan sagrado, en el cual renuevo el convenio que hice con el Señor. Al pensar que Jesucristo está allí, crece mi respeto y mi actitud y una calidez invade mi alma.
Trato siempre de llegar temprano y tomar la Santa Cena, y pienso en la figura del Salvador de rodillas en el Getsemaní, pagando por mis pecados y siento dolor en mi corazón. Me arrepiento de haberlo agredido. Regreso a mi hogar con ese sustento espiritual, con ese poder, esa fuerza, con ese recordatorio constante que me hace no olvidar quién soy y a quién me debo.
Este ejercicio semanal se ha convertido en un modo de vida. Es una lucha diaria, caer y levantarse, pero el recordar ese convenio, ese compromiso voluntario que hice con Él, me da fuerza para seguir adelante. Siento que le debo más agradecimiento, más dedicación y trato siempre de orientar mis pensamientos y mis actitudes hacia Él.
Sé que Jesucristo pagó por todos los pecados de la humanidad, pero con más fuerza y seguridad sé que pagó por los míos, y cuando escucho esa parte de la oración sacramental “y recordarle siempre” me hace meditar y sé que tengo una gran responsabilidad en mi vida. Tengo que recordarle siempre en cada acto y tratar de vivir a la altura de mi compromiso, para merecer ese sacrificio tan grande que mi Salvador hizo por mí.