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Tres aspectos en que los profetas son evidencia de que Dios te ama
La autora vive en Virginia, EE. UU.
Los profetas son solo una de las muchas maneras en que el Padre Celestial nos demuestra cuánto nos ama.
¿Cómo sabes que Dios te ama? Para mí, es ver una hermosa puesta de sol, encontrar en las Escrituras la expresión perfecta para el día o recibir mensajes cariñosos de mis amigos. Pero una prueba más potente del amor de Dios por mí es el hecho de tener actualmente un profeta viviente en la tierra. El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha dicho: “Puesto que el Padre Celestial ama a Sus hijos, Él no los ha dejado caminar a través de esta vida mortal sin orientación ni consejo”1. Estas son tres maneras en las que podemos sentir el amor de Dios por medio de un profeta viviente:
1. El profeta recibe revelación para todo el mundo pero también para mí, individualmente.
Desde el principio, Dios ha dado siempre revelación a los profetas. El Señor ha dicho: “… sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo” (D. y C. 1:38). Los miembros de la Iglesia han sido colectiva e individualmente bendecidos por las revelaciones de la restauración, incluso la traducción y publicación del Libro de Mormón, la construcción de templos y el enfoque actual en el ministerio de unos a otros.
En mi caso personal, el presidente Thomas S. Monson (1927–2018) cambió mi vida en 2012, cuando anunció que las hermanas podían salir a la misión a los diecinueve años. En ese momento sentí mucho el amor y la confianza de Dios; y gracias a ese anuncio pude salir a la misión seis días después de haberlos cumplido. Mi decisión de prestar servicio precisamente en ese tiempo ha moldeado el curso de toda mi vida.
Dios también nos demuestra Su amor bendiciéndonos con mesajes específicos para nosotros por medio del consejo de los profetas. Aun así, debemos escuchar con atención y preguntarnos: “¿Qué parte de este mensaje es para mí?” Cada vez que recibo respuesta a mis oraciones o preguntas mediante los mensajes de los profetas y apóstoles, el Espíritu me conmueve con el conocimiento de que Dios me ama y me conoce personalmente.
2. Los profetas pueden ser nuestra guía personal.
El Padre Celestial nos ha dado un Profeta para nuestros días, el presidente Russell M. Nelson. Aunque él sea décadas mayor que muchos miembros, su experiencia de vida es realmente una gran ventaja cuando comparte con nosotros la sabiduría y los consejos que recibe de Dios. Puesto que el Padre Celestial sabe lo que nos hace falta, Él ha preparado al presidente Nelson con experiencias a lo largo de su vida y continúa guiándolo para que instruya y comprenda a nuestra generación.
El presidente Nelson posee todas las llaves para recibir revelación. El Padre Celestial, que está totalmente al tanto de nuestros conflictos y necesidades, le revela la forma en que puede enseñarnos y guiarnos mejor. El devocional del presidente Nelson titulado “Cómo llegar a ser una verdadera generación del milenio”2, cuando enseñó el consejo y la admonición del Señor para la Generación del Milenio, es una evidencia de que el Padre Celestial se sirve de él para guiarnos.
3. Los profetas nos advierten sobre el peligro.
Por amarnos tanto, nuestro Padre Celestial desea nuestra seguridad física y espiritual. Es preciso que tengamos cautela acerca de todas las voces de este mundo tan ruidoso, pero siempre podemos confiar en la del profeta porque Dios nos ha hecho la amorosa promesa de que nunca permitirá que él nos desvíe del camino. El presidente Nelson nos ha pedido que leamos el Libro de Mormón todos los días y recibamos revelación personal para mantenernos seguros espiritualmente3. Él dijo: “Los exhorto a que se esfuercen más allá de su capacidad espiritual actual para recibir revelación personal”4.
Los profetas son solo uno de los muchos medios en que el Padre Celestial nos demuestra cuánto se preocupa por nosotros y cómo nos conoce personalmente. El élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Tener profetas es una señal del amor de Dios por Sus hijos. Ellos hacen saber las promesas y la verdadera naturaleza de Dios y de Jesucristo a Su pueblo”5. Por haber confiado en las palabras de los profetas y seguido sus consejos, he recibido respuesta a mis preguntas y me siento muy agradecida por estas manifestaciones del amor de Dios.