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Jóvenes salvadores en el monte de Sion: Programa de estacas hermanas
Una de las costumbres ancestrales de Perú, como de otros países de América hispana, es recordar a sus muertos por medio de fiestas o ceremonias. Pero no solo basta con recordarlos, hay que hacer algo más por ellos.
Un ejemplo es lo que sucedió en la Estaca Central Puno. Con el afán de fomentar la participación de la historia familiar en los jóvenes, se organizó una actividad a favor de sus antepasados. Tras la visita de los líderes de historia familiar del Área, se extendió la invitación a los jóvenes y a sus líderes para formar parte de un proyecto llamado Aymara, nombre característico de nuestra región.
Este proyecto formó parte de un programa de estacas hermanas donde una estaca asignada capacitaba a otra. Los líderes y jóvenes de la Estaca Condevilla (Lima) eran los encargados de capacitar a nuestra estaca.
Durante dos meses, se realizó esta actividad a través de la tecnología. Los jóvenes se reunían por una hora para conversar y capacitarse por Internet; asimismo para completar sus cuatro generaciones y enviar sus nombres al templo. Esta fue una experiencia aleccionadora para ellos, puesto que reaccionaron de una manera positiva al saber que hay jóvenes de sus mismas edades preparados para servir como consultores, y que ellos también podrían hacer lo mismo.
Al terminar el proyecto, cuarenta jóvenes fueron llamados por sus obispos para ser consultores de sus barrios y hacer lo mismo con los miembros de sus unidades. Empezó a expandirse un amor sincero al ayudar a otros a completar sus cuatro generaciones y enviar los nombres al templo.
Pasado algunos meses, se nos invitó a formar parte de un nuevo proyecto, pero esta vez nosotros teníamos que ser los capacitadores. La Estaca Satélite El Alto Bolivia fue la estaca que nos permitió ayudarlos durante dos meses. Nuestros jóvenes motivaron a alrededor de ochenta jóvenes a formar parte de esta gran obra y a estar preparados para ser consultores en su barrio. En coordinación con los presidentes de estaca, la clausura fue en el templo de Cochabamba.
Al llegar ahí, los jóvenes con ánimo entraron juntos al templo, realizaron ordenanzas por su familia y por otros nombres que nos proporcionaron allí. Los jóvenes compartieron sus testimonios y agradecieron estar en la casa del Señor y servir a sus antepasados. Pudieron saber por ellos mismos que los espíritus que pasaron el velo nos necesitan y que nosotros necesitamos de ellos también.
Así como dijo el élder Bednar:
“Esta es la obra de Salvación; no solo es indexar; no solo es buscar nombres. Estas personas son hijos e hijas de nuestro Padre Celestial. Estamos aquí para participar en la Obra de Salvación, al invitar a personas a venir a Cristo y a recibir las ordenanzas salvadoras del Evangelio, eso es lo que somos. Por eso estamos aquí en la tierra. Con la tecnología que ustedes, los jóvenes, tienen, fueron preparados para este día, el momento es ahora”.
Sé que el servir al Señor es una bendición e incluso más si lo hacemos por nuestra familia. Sé que podemos ser aquellos que suban al monte Sion como salvadores (Abdías 1:21). Esta es la obra de Dios. Sé que pertenecer a una familia es una bendición. Nuestros antepasados, a pesar de que no están con nosotros, están vivos y se sienten felices por lo que hacemos por ellos.