¿Qué fue de mis maestros orientadores y mis maestras visitantes?
La flexibilidad de la ministración debe alentarnos a mostrar un mayor interés, no hacer que nos relajemos.
Hace poco, una de mis amigas me preguntó desconcertada: “¿Qué fue de mis maestras visitantes?”. Desde el momento en que su esposo falleció, ellas habían sido muy cariñosas y atentas, pero desde que se anunció el nuevo programa de ministración en la Conferencia General de abril de 2018 no han vuelto a dar señales de vida.
Todos estamos adaptándonos a una nueva manera de hacer las cosas, y algunos hermanos y hermanas ministrantes tal vez no hayan entendido que, aunque una visita en el hogar no es la única manera de ministrar, ciertamente es una excelente manera de mostrar amor e interés genuino, y muchos miembros la siguen necesitando.
Dar prioridad al porqué sobre el cómo
Para algunas personas, el problema puede estar en una mala interpretación del propósito del cambio. El propósito que hay detrás del cambio de la orientación familiar y el programa de maestras visitantes a la ministración no era simplemente cambiar el cómo cuidamos los unos de los otros, sino ayudarnos a recibir más guía en el porqué.
La meta final de nuestra ministración es ayudar a otras personas a estar más profundamente convertidas al Salvador Jesucristo, y a progresar hacia su potencial divino. La flexibilidad adicional que ofrece este programa no pretende alentarnos a disminuir nuestros esfuerzos, sino proporcionar una mayor oportunidad para que el Espíritu guíe nuestros esfuerzos.
De modo que, el hecho de que alguien necesite hoy una visita o no, debería basarse en gran medida en lo que ayudará a esa persona a avanzar por la senda que el Padre Celestial tiene para él o ella.
Aprender juntos
A pesar de la incertidumbre inicial en cuanto a lo que se espera de nosotros cuando ministramos, nuestras hermanas y hermanos se están tendiendo la mano los unos a los otros. Allá donde he viajado ha sido emocionante escuchar a incontables mujeres (y muchos hombres) compartir sus historias del impacto positivo que el ministrar, o ser minsitrados, está teniendo en sus relaciones y en su progreso personal.
Hace poco regresé de Carolina del Norte, EE. UU., donde una presidenta de la Sociedad de Socorro de un barrio compartió algunas ideas que había recibido de las líderes de estaca. Con unas pocas aclaraciones, pensé que habían dado en el clavo y que valía la pena compartirlas.
Seguir adelante
Todos estamos aprendiendo juntos a medida que adoptamos “un enfoque más nuevo y santo” de cómo ministrar1. Quizás algunos de nosotros nos sintamos abrumados o intimidados. Es útil recordar que “más nuevo y santo” no significa “impecable e inalcanzable”.
Ya sea que sigan teniendo dudas en cuanto a los propósitos de ministrar y el modo en que funciona, o piensen que saben lo que tienen que hacer, les invito a ver y leer los recursos que se encuentran en ministering.lds.org y a estudiar los artículos de Principios para ministrar que se publican cada mes en la revista Liahona (véase la página 8 de este ejemplar). Estos materiales les ayudarán a alinear sus esfuerzos para ministrar con la obra del Salvador.
Gracias, maravillosos hermanos y hermanas, por amar y cuidar y tender una mano y dar de ustedes mismos. Son sumamente excepcionales y su ministración será “algo extraordinario”2.