Katie y Quincy
Los autores viven en Utah, EE. UU.
Quincy normalmente ayudaba a Katie. Pero esta noche, ¡Katie quería ayudar a Quincy!
“En todo tiempo ama el amigo” (Proverbios 17:17).
A Katie le encantaba cantar. Le encantaba bailar. Pero sobre todo, ¡le encantaban los domingos! Era cuando podía ver a su amiga Quincy.
Katie tenía síndrome de Down. A veces en la Iglesia se confundía y no sabía qué hacer. Pero sabía que Quincy estaría ahí para ayudarla.
Quincy le daba la mano e iba con ella a la Primaria. A veces Katie se sentía inquieta durante el tiempo para compartir y Quincy le daba un abrazo. Siempre le ayudaba a calmarse. Después del tiempo para compartir, Quincy ayudaba a Katie a que encontrara su clase. Katie quería a Quincy.
Un día Katie se enteró de que algo muy triste había sucedido en la familia de Quincy. ¡El hermano mayor de Quincy había muerto! Katie sabía que su amiga estaría muy triste. Ella sabía que Quincy amaba mucho a su hermano.
Su mamá le dijo que esa noche la gente iría a la capilla a mostrar a la familia de Quincy que los querían. Luego, al día siguiente, sería el funeral de Cory.
“¿Te gustaría ir a la Iglesia esta noche con papá y conmigo?”, le preguntó su mamá.
Katie asintió. ¡Ella quería decirle a Quincy que la quería!
Mamá ayudó a Katie a ponerse una linda ropa. Luego fueron en auto a la capilla.
Cuando llegaron, Katie vio que había muchas personas. Conocía a algunas de ellas de la Iglesia. Vio a su obispo. Vio a su maestra de la Primaria, pero no podía ver a su amiga.
“Mamá, ¿dónde está Quincy?”, preguntó Katie.
Mamá no sabía.
“¿Por qué no le preguntamos a alguien?” dijo su madre.
Normalmente a Katie no le gustaba hablar rodeada de tantas personas. Pero esa noche necesitaba encontrar a Quincy. Katie cobró valor. Se dirigió hacia el obispo.
“Quincy está triste. ¡Necesito encontrar a Quincy!”, le dijo.
El obispo sonrió y tomó a Katie de la mano. “Entonces vamos a encontrarla buscarla”.
Juntos, el obispo, Katie y su mamá caminaron alrededor del edificio de la Iglesia. ¡Finalmente la encontraron! Quincy estaba sentada en un rincón. Se veía muy, muy triste.
Katie fue hasta donde estaba su amiga y la rodeó con sus brazos. Pensó en lo mucho que Quincy extrañaba a su hermano.
“Está bien, Quincy. Jesucristo va a cuidar a Cory”, le dijo Katie, acariciándole suavemente el cabello.
Quincy comenzó a llorar. Katie la abrazó fuertemente.
“Esta bien”, dijo Katie. “Jesucristo va a cuidar a Cory”.
Quincy lloraba sin parar. Katie continuó abrazando a su amiga. Después de un rato, Quincy se empezó a calmar. Todavía gimoteaba, pero ya no lloraba tanto. Ella miró a Katie.
“Gracias, Katie”, le dijo. “Tienes razón, Jesucristo va a cuidar a mi hermano”.
Katie se alegró de haber podido ayudar a su amiga a sentirse mejor. ¡Ella amaba a Quincy!
Amigos con discapacidades
Algunas discapacidades hacen que el cuerpo funcione con más dificultad. Otras discapacidades hacen que la mente funcione con más dificultad. Algunas personas tienen discapacidades que afectan el funcionamiento de su cuerpo y su mente. Sea como sea, cada niño es un hijo importante y amado por Dios.
Si conoces a alguien con una discapacidad:
Evita:
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Mirarlos, señalarlos o hablar en voz baja de ellos.
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Ignorarlos.
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Burlarte de ellos.
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Ponerles nombres despectivos.
Procura:
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Decir hola y ser amable.
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Hacer preguntas de una manera cortés.
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Defenderlos si otros son malos con ellos.
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Recordar que son hijos de Dios, ¡exactamente igual que tú!